lunes, 5 de enero de 2009

“..Hoy es un día simplemente simbólico, ya que mañana por mucho año nuevo que sea nada habrá cambiado, excepto más trabajo para los sacrificados barrenderos y para los médicos y enfermeras de guardia..”
Sin embargo, algunas cosas si pueden cambiar:
La cuestión es: reflexión, convicción, proyecto, decisión y acción!!!
Para este año, tengo pensado hacer una rigurosa dieta, pero la verdad es que no me lo creo ni yo mismo; ya que siempre digo lo mismo y nunca lo logro.
Entonces, permítame Sr. Muchnik saludarlo este primer día del año, prometerle que luego de este mensaje, hablare del tema propuesto, y saludar a todos los comentaristas y lectores del blog.
Siguiendo con el tema gastronomico, es curioso como en estas fechas, algunas costumbres se repiten en distintos lugares del planeta, a pesar de los distintos cambios climáticos. En Buenos Aires, por ejemplo para estas fechas, generalmente hace bastante calor, mientras que por aquí, nos “cantamos” de frío. Pero el plato tradicional Navideño, por aquí y por allí, es fuerte en calorías, bebidas alcohólicas en abundancia, más los dulces, frutos secos, turrones y el tradicional Pan Dulce navideño, que por aquí, casi ni se conoce.
Una tradición española que lleva varias décadas, es esperar el nuevo año, mirando televisión española, el reloj de la Casa de Correos, situado en la Puerta del Sol (hoy ayuntamiento de Madrid), y consiste en comerse una uva con cada campanada de las 12 de la noche del 31 de Diciembre (nochevieja) inmediatamente después de los cuatro cuartos. Seguramente lo habrán visto por televisión en la Argentina, porque es la imagen mas vista.
Según la tradición, se cree que el que se coma las doce uvas al compás de las campanadas tendrá un año próspero. (Hubo uno que se atraganto y casi se muere).


El relato más conocido y creíble, dice que unos viticultores alicantinos iniciaron en el año 1909 esta tradición española de las 12 uvas, para dar salida a un excedente de cosecha de dicha fruta.
Esto ocurre en toda España, menos en la Islas Canarias, que por su huso horario lo hace una hora después.

Y hablando de cambios, les aseguro que después de vivir 12 años en este sitio, he cambiado mucho mi manera de ser. Fui un típico porteño, irónico y pedante que me las sabía todas y verdugueaba a medio mundo. A poco de llegar, fui invitado a modo de presentación por mi mujer, a comer a la casa de mis queridos suegros.
Mi suegra, típica gallega de aldea, me pregunta: “..Mauricio…he preparado unos ricas JUDIAS VERDES (chauchas cocinadas al vapor, se le echa un refrito de aceite, ajo, pimentón, y taquitos de jamón curado..”monja docru”). de primero. (luego viene el segundo plato)…..me dice: Te apetecen..??
Yo le contesto: Si, muchas gracias, pero prefiero las HEBREAS INMADURAS!!
Todavía, después de 12 años de este episodio, no terminaron de entender mi genial chiste!!??!!
Como pueden apreciar, los milagros existen!! En este caso, el milagro consiste en que esta maravillosa familia me ha aceptado al punto que soy uno mas ahora, a pesar de ser tan boluuuuuu!!!!!
Desde Madrid, un abrazo para todos.
Mauricio

DE MUCHNIK
Gracias embajador por el texto. Es delicioso, junto con la aclaración de las "Judías".

El 31 tuvo una noche agradable, soportable en materia climatológica en Bs.As.Pero su comentario nos tiene que hacer pensar los festejos de los antiguos, desde las primeras tribus humanas. Se festejaba todo, con danzas y buena comida. Y tenidas fornicatorias..El comienzo de la cosecha. El comienzo del buen tiempo. No en vano la antigûedad está impregnada de tanto paganismo. Después la religión agrega otras consagraciones a la danza y a la comida : las bodas, los nacimientos, los bautismos,y se manduca hasta en los velorios.El nacimiento de la nueva y estable burguesía, en el siglo
X IX trae más fiestas, más festejos, más pretextos de encuentro, de ( en algunos casos) desenfados y compulsiva alegría. Este año, en Buenos Aires no noté un estruendo de alegría, no hubo desbordes ni demasiados juegos de artificio. Hubo alegría, pero contenida.
Publicado por: Mauricio | Enero 1, 2009 9:35 AM



La combinación más letal para el ejercicio del periodismo es la existencia de un Estado de baja calidad democrática y una Prensa de creciente vocación profesional.


Según algunos estudios, en una democracia la mayoría de personas adquieren el conocimiento sobre el sistema político y sus instituciones valiéndose de la información que aparece en los medios de comunicación. Los textos constitucionales, códigos, leyes y los cientos de documentos oficiales son conocidos tan sólo por los expertos y una minoría de ciudadanos. Es decir, que la información que elaboran los periodistas se constituye en la única posibilidad que tiene la opinión pública de conocer el sistema político.
Si la información de los medios deja entrever, por ejemplo, que hay una crisis de legitimidad en el aparato del estado, la tendencia del ciudadano de a pie será volverse más desconfiado y apático hacia lo que representa un régimen en el que todos sus ciudadanos, al menos en teoría, pueden escoger a sus gobernantes.
De igual forma, los medios de comunicación suelen influir con bastante frecuencia en la escena política y sobre sus principales actores, llegando a determinar la agenda política. Es frecuente que denuncias en los medios acaben por convertirse en tema de discusión en las reuniones de los altos mandos ministeriales y en el Congreso de Diputados. Así, muchas informaciones realizadas sin más intención que la de informar, estén en la génesis de grandes proyectos legislativos o de controvertidas destituciones.
El vértigo que puede producir el saberse depositario de tan inmensa responsabilidad, lejos de producir la típica arrogancia de quien sabe que puede influir en los poderosos, debería hacer reflexionar sobre lo que significa esta profesión para la supervivencia de las democracias, sobre todo en una época en la que muchos parecen desencantados con el sistema y con sus líderes.
No hay nada peor para un sistema político tan vulnerable como la democracia, basado en el consenso y en la representatividad, que la apatía de sus ciudadanos.
En una situación como esa, el periodista debe transformarse no sólo en gendarme del sistema democrático, sino en un actor activo, con voz y voto —aunque parezca una herejía del viejo postulado de la neutralidad y objetividad profesionales, que en más de una ocasión ha servido para perpetuar las injusticias de los poderosos— capaz de reclamar a la clase política la profundización de la democracia y de apostar por la renovación de sus estructuras.
Los gobernantes, por su parte, y como complemento a esa función política del periodista, tienen una ineludible responsabilidad comunicacional. Gobernar en una democracia es comunicar con eficiencia y permitirle al ciudadano conocer la forma en la que los elegidos por el pueblo pretenden solucionar los grandes desafíos que imponen los tiempos presentes.
Y si la única forma —salvo en raras ocasiones— que tiene la administración de entrar en contacto con los ciudadanos es mediante los medios de comunicación, ningún gobierno democrático puede darse el lujo de cerrar sus puertas a la opinión pública y entorpecer la labor de la prensa. Hacerlo significaría negar la misma esencia de nuestro sistema político, el cual, para funcionar, necesita y exige el libre flujo de la información.

DE MUCHNIK
Gracias, muy interesante aproximación a los hechos.

Publicado por: Mauricio




Lo esencial es la necesaria modestia de las hipótesis ante el hecho."
A. Jacquard

Respecto de D´Elia: un dirigente social (y no sólo un dirigente social) tiene la responsabilidad de discernir a la persona de su discurso (mediatizado en este caso).

Cordialmente,

P.D.: Vemos que el "Pequeño Hombrecito" al decir de Wilhelm Reich, aparece por aquí y por allá; no es exclusivo de buenos o malos.

Publicado por: marcelo

No hay comentarios: