domingo, 29 de junio de 2008

KIKO EL LUCIANGÉLICO

REPORTAJE
Kiko, la cólera de Dios
JESÚS RODRÍGUEZ 29/06/2008


Es el líder del movimiento neoconservador más poderoso de la Iglesia, con un millón y medio de seguidores en 106 países y 70 seminarios. Un iluminado carismático que defiende los postulados más intransigentes del catolicismo. Su grupo, los 'kikos', se mueve en un completo secretismo. Así es Kiko y así es su movimiento.

A ver, majo, ¿quieres convertirte?




-Pero es que yo ya estoy convertido...

Que está convertido, dice! ¡Ja, ja, ja! ¡Que está convertido! Lo que te quiero decir es si te quieres unir al Camino.

Cualquier momento es bueno para captar adeptos. La primera rueda de prensa en más de 40 años de Kiko Argüello, iniciador y responsable del Camino Neocatecumenal, el movimiento neoconservador más poderoso de la Iglesia católica, comienza y termina con los periodistas rezando en pie un padrenuestro. Algunos no se lo saben. Balbucean. El espectáculo es digno de contemplarse. Argüello, de 69 años, es un hombre seco, ligeramente encorvado, de barba luciferina, pelo blanco, rostro áspero y carmesí, y los ojos cargados. Viste un raído traje negro y camisa y corbata oscuras; se aferra a una Biblia cubierta por una funda negra de piel. En los momentos de tensión enciende sin parar cigarrillos sin filtro que machaca al instante. Tiene una voz de galán quebrada por el tabaco, los cánticos y miles de sermones. Recuerda al predicador de un western.

Es la tercera ocasión en la que pregunta al periodista si se quiere convertir. Con el brazo apoyado paternalmente sobre sus hombros. Ya le ha interrogado en otros encuentros sobre sus ideas religiosas -"¿crees en Dios?", "¿estás bautizado?", "¿cuántos hijos tienes?", "dame un beso"-. Por contra, todo son largas para conceder una entrevista razonable. Argüello desconfía de EL PAÍS. "¿Para qué queréis hacer un reportaje sobre el Camino si sois un periódico agnóstico y de izquierdas? ¿Para darme un palo? Aquí tengo guardados todos los países que hablan mal de mí y del cardenal [Rouco]. Los hermanos me han aconsejado que no hable con vosotros. Y si lo hago es porque os amo".

Argüello no dialoga con los medios de comunicación críticos con su línea político-religiosa -"¿para qué perder el tiempo?-. Con el resto, apenas. No concede entrevistas. Conseguir que concrete sus ideas es inútil, se escapa con farragosas experiencias vitales. Es un maestro del monólogo. Sus seguidores no saben dónde, cómo y de qué vive. La mayoría no le conoce personalemnte aunque financie el Camino con sus donaciones. El discípulo, una vez que supera el segundo escrutinio (un examen personal que se realiza pasados los primeros años en el Camino), debe entregar a la comunidad el 10% de sus ingresos: es el diezmo. Si su pareja está en el Camino, está también obligada a entregar el mismo porcentaje. Nadie sabe dónde va ese dinero ni cómo se administra. No hay facturas. Además, al final de cada celebración religiosa, uno de los hermanos pasa una bolsa de plástico (la llamada "bolsa de las inmundicias") donde cada uno aporta lo que puede: desde unos euros hasta una pulsera de oro o la escritura de un piso. La bolsa sigue circulando hasta que se obtiene la cifra prefijada por los responsables. Son unos minutos de suspense. ¿Cuántas vueltas dará? Durante la construcción del Domus Galilaeae, la grandiosa sede del Camino en Israel, el iniciador pidió 1.000 euros a cada uno de sus discípulos para terminar las obras. Mientras se pasaba la bolsa, el resto cantaba: "Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan, ni hilan. Y os digo que ni Salomón en todo su fasto estaba vestido como uno de ellos". Para avanzar en el Camino es imprescindible desprenderse de las riquezas.

Son los que engrasan económicamente su organización; sin embargo, rara vez se mezcla Kiko con sus seguidores de base. Viaja continuamente por todo el mundo. Dice que subsiste gracias a las limosnas. Al mismo tiempo tiene hilo directo con el Vaticano. Y para sus fieles, con el mismo Dios. "Kiko no se ha inventado nada, le ha inspirado el Espíritu Santo", dicen. Kiko Argüello es célibe y viste de negro, pero no es cura. "Nunca se pondría a las órdenes de un obispo", explica un antiguo seguidor. Predica, pero no tiene una formación teológica. Resuelve los conflictos existenciales de sus discípulos, pero no es psicólogo. ¿Quién es Kiko? Él se define como un artista. "Un pobrecillo, un pecador; el día más feliz de mi vida será cuando muera. Reza por mí". Si se le pregunta acerca del culto a la personalidad que gravita en torno suyo, su piel adquiere un tono encarnado y contesta con cara de pocos amigos: "En la Iglesia siempre hay alguien que inicia".

Tras escucharle en varios actos del Camino y hablar con él en un puñado de ocasiones, se saca la impresión de que Kiko Argüello es un iluminado ultraconservador que domina la palabra y el gesto; con un humor cambiante; místico, magnético y halagador. Y también portador de toda la cólera divina. "El infierno existe", remacha. Tenaz e insistente. Dotado, según un monseñor, de "una santa testarudez". Tremendista. "El anticristo está por llegar. Europa camina hacia la apostasía". Según él, perseguido. Un mártir en potencia. Transmite el mensaje que le ha comunicado Dios sin papeles ni fisuras. Con desparpajo. Sin florituras. Durante horas. En un lenguaje vulgar. De andar por casa. Describe el Camino como "este tinglado" o "este follón en el que estamos metidos". Habla desde las tripas, no desde la teoría. Dice lo que le sale. Lo que le brota. A veces de forma incoherente. Todo trufado con citas bíblicas. Canta, baila, pinta, entusiasma, interroga a su auditorio. "¿Quién no tiene un familiar divorciado?". "A ver, tú, cuéntanos tu vida. ¿Cuántos hijos tienes?". Es carismático. Lo más parecido a un telepredicador que tenemos en España.

Dice que los medios "de izquierdas" le manipulan políticamente. Pero su discurso es político. Cuando le preguntamos sobre la situación en España, contesta con desconfianza: "Lamentamos que las leyes de los socialistas rompan la familia. En los países nórdicos, los chavales se están suicidando a los 20 años porque proceden de familias rotas. Es el resultado del divorcio exprés".

En sus respuestas, Argüello condena radicalmente el matrimonio de las personas del mismo sexo. Los anticonceptivos. El aborto. La eutanasia. Y las ideas socialistas. Y el separatismo. Y a los religiosos progresistas. Y a los obispos tibios. Y a los jesuitas izquierdosos . Y a los curas que no ceden sus parroquias al Camino. Y a los monseñores poco complacientes. Es decir, a los que no piensan como él. Y él tiene las ideas claras. "Claro que existe el demonio; está entre nosotros, es un ángel caído".

-¿Y a usted también le ataca?

-Nos ataca a todos. Ha dominado a monseñores para que se pusieran en contra del Camino. Nos han hecho mucho daño. El demonio siempre está dispuesto. Si eres casado, está al acecho para que te enamores de otra. Pero en el Camino, los matrimonios no se separan. ¿Sabes por qué?

-Ni idea.

-Porque la relación de amor de los que tienen dentro vida eterna es distinta. Un matrimonio no se separa si tiene vida eterna. El amor de pareja progresa y madura; no es lo mismo la pasión de los novios que el amor de Cristo, que es un amor total.

-¿Y si le va mal a la pareja?

-Para eso están los hermanos de la comunidad. Cuando un matrimonio está en peligro, toda la comunidad reza por ellos; les llaman y apoyan, y se salvan.

Kiko Argüello ve el mundo en blanco y negro. La sexualidad es el eje de sus catequesis. La pornografía. La homosexualidad -"que es una enfermedad que se cura"-. El rechazo a los anticonceptivos -"el 25% de los preservativos falla"-. Incluso alerta por escrito del riesgo de tener hijas adolescentes: "Los padres están llamados a ser realistas, y a hablar a las hijas de los peligros a los que se exponen con ciertas modas de vestir (como minifaldas exageradas u ombligos descubiertos) si no quieren encontrarse después con la sorpresa de verlas un día embarazadas o, peor aún, descubrir que han abortado". En Roma, durante la rueda de prensa del 13 de junio, nos comenta que el Camino celebra sus eucaristías el sábado por la noche, entre otras cosas "para que los jóvenes no se vayan a las discotecas a fornicar y a drogarse; los jóvenes de nuestras comunidades no fornican, ni se drogan, ni se suicidan".

Está dispuesto a reevangelizar el mundo. Quiera o no quiera el mundo. Es su misión. Desde la vieja Europa hasta China, pasando por Latinoamérica y las antiguas repúblicas soviéticas. Ya ha enviado a miles de familias y de seminaristas a catequizar en los rincones más perdidos del planeta. "Apóstoles", les llama. Un cura español destinado en Roma recuerda su sorpresa al encontrarse en Kazajistán con una familia de kikos valencianos predicando puerta por puerta. "Estamos renovando la Iglesia. Somos lo más vivo de la cristiandad, los encargados de la nueva evangelización a través de pequeñas comunidades que viven como los primeros cristianos y avanzan juntas", explica Argüello.

Sostienen los que conocen a Kiko que es orgulloso, soberbio y autoritario. Se considera a la altura de cualquier purpurado. Controla férreamente su organización a base de círculos concéntricos que transmiten en el acto sus consignas. No tiene lugartenientes. No existe un directorio del Camino. Un jefe de prensa, un encargado de finanzas. Él es el iniciador. Nadie le cuestiona. Es el autor de los textos y símbolos. De la estética, música y canciones; ritos y prácticas; el lenguaje y la forma de vivir. Incluso del diseño de sus iglesias, cuyas pinturas de inspiración neobizantina él mismo ejecuta.

Sus seguidores son conocidos como los kikos. Una Iglesia paralela que cuenta, según Argüello, con un millón y medio de fieles divididos en 16.000 comunidades enclavadas en 6.000 parroquias de 106 países; con 3.000 sacerdotes, 1.500 seminaristas y 70 seminarios. Lo que no cuenta es que ya han entrado en las universidades y los colegios; en la Conferencia Episcopal, el Ejército y los medios de comunicación. Dirigen las agencias de noticias religiosas Zenith y H2O. Abarrotan las manifestaciones neoconservadoras contra los Gobiernos socialistas en Roma o Madrid. Son la infantería de la Iglesia más intolerante. Un ejército de resistencia a los cambios. A la cabeza, Kiko está siempre ideando estrategias y puestas en escena. Hay que llamar la atención. Conmover a los fieles. La rueda debe seguir girando. Le gusta esgrimir sus poderes. Ante sus fieles desgrana en voz alta una cosmopolita agenda agotadora. Y el contacto estrecho con los cardenales. Antes perseguido que irrelevante. "Ha llegado el momento de evangelizar", dice él.

Su biografía de líder visionario transcurre durante los 44 años que conducen de una chabola en Vallecas (Madrid), rodeado de gitanos, yonquis y prostitutas, armado con una Biblia y una guitarra, hasta las cenas con el Papa en las sombras del Vaticano. Hasta pintar los frescos de la catedral de Madrid. Hasta erigir una sede internacional a su imagen y semejanza en Israel, en el monte de las Bienaventuranzas, donde Jesucristo comenzó a predicar, que fue inaugurada por el propio Juan Pablo II en 2000.

No ha sido un trayecto fácil. Kiko Argüello ha trepado con esfuerzo. Y voluntad. Y con la idea de que ?Dios proveería?. En sus comienzos, algunos en la Iglesia le consideraron un hereje. Un luterano. Un loco. Un hippy empeñado en llamar la atención. Aún hoy, para muchos, es el creador de una secta intraeclesial; admitida por la jerarquía, pero siempre en el filo de la navaja. Con sus misas y celebraciones. Sus códigos internos y sistemas de captación. Y un absoluto secretismo sobre sus prácticas.

Los textos de Kiko, la transcripción de sus catequesis, con los que se guía el camino de todas las comunidades del mundo (los llamados mamotretos), no están al alcance de sus miembros de a pie. Sólo acceden a ellos los catequistas, su guardia de hierro. "El resto no los entendería", dice. "Hay que ir avanzando en el Camino". Son uno de los misterios del Camino. Pero en realidad, cuando por fin accedemos a esos famosos mamotretos, su contenido decepciona. Es más de lo mismo. Sus experiencias místicas y personales, su consabida visión catastrofista del mundo. Y una continua petición de dinero a sus fieles. Estas frases están extraídas de las catequesis de Kiko en España: "Alguno que tenga una herencia, alguno que tenga algo, que ponga aquí cinco millones de pesetas para construir el seminario de Madrid". "Hoy he leído una cosa que me ha hecho mucho daño, que el cantante Elton John es homosexual y que quería casarse con su amiguito, un chaval, y se le ha dado el matrimonio jurídico en Inglaterra". "La nulidad matrimonial es una trampa del demonio". "Entramos en una nueva era, y Dios nos está preparando para reevangelizar el mundo".

Recorrer el Camino de Kiko Argüello, llegar al verdadero bautismo, que se realiza por inmersión en el río Jordán, en Israel, con el sacerdote con la estola sobre el bañador, puede llevar a un cristiano entre 20 y 30 años. A lo largo de ese tiempo atravesará infinitos pasos, pruebas y exámenes. Celebraciones y convivencias. Ritos y exorcismos. Renunciará a las riquezas. Al éxito. A los afectos. Desnudará sus flaquezas ante los hermanos colocados en círculo en torno suyo. Se humillará ante ellos. El catequista, el guía, tiene un poder absoluto sobre el catequizado, que le debe obediencia. Una antigua seguidora de Kiko lo explica así: "Nos modelan tanto los sentimientos que consiguen que en unos años seas capaz de dejar pareja, hijos, trabajo, dinero..., lo que sea, si te lo exige un catequista. Y si no cumples alguna de sus exigencias eres expulsado de la comunidad". Los catequistas son descritos por otro ex kiko como "gente dura, controladora, intransigente, que modifica la mentalidad de sus discípulos". Cuando se le pregunta a Argüello qué formación tienen los catequistas para encauzar psicológica, laboral, sentimental, económicamente la vida de los miembros de la comunidad, responde molesto: "¿Qué preparación van a tener? Una preparación maravillosa. En una comunidad no necesitan más; ni psicología, ni nada. Ya tienen las 3.000 páginas del mamotreto para realizar su misión". Nadie sabe muy bien si alguna vez concluye el Camino.

Todo es obra suya. Ese espeso cóctel en el que se mezclan las prácticas de los primitivos cristianos con la tradición hebrea; las prácticas evangélicas de interpretación literal de las Escrituras con las terapias de grupo; las guitarras, las palmas y las danzas con las fórmulas de predicar itinerantes de las sectas protestantes. Sin olvidar la similitud ideológica con los Cristianos Renacidos estadounidenses, que auparon al poder a George W. Bush.

Todo es obra de su imaginación. Y según sus seguidores, del Espíritu Santo. Por eso, el pasado 13 de junio en Roma, Francisco José Gómez de Argüello, alias Kiko Argüello, estaba feliz. Nervioso y agotado, pero feliz. Esa mañana, monseñor Stanislaw Rilko, presidente del Pontificio Consejo de los Laicos, había puesto por fin su firma sobre el Decreto de Aprobación del Estatuto del Camino Neocatecumenal por orden del Papa. Suponía la plasmación canónica de los kikos, de sus fines y sus prácticas. El Vaticano había transigido. Kiko Argüello pasaba por encima de sus críticos como una apisonadora. Lo ha logrado. Dar forma legal a una organización que está basada en la indefinición más absoluta. Ha conseguido que el Camino Neocatecumenal no sea definido por la Santa Sede como una asociación religiosa, ni una orden, ni una fraternidad sacerdotal, ni siquiera un grupo laico. El Camino no se parece a nada dentro de la Iglesia. Es "un itinerario de iniciación cristiana". Imposible algo más etéreo. No tiene personalidad jurídica ni patrimonio. "Somos algo más profundo que una asociación. Administramos bienes espirituales", dice Kiko. "El Papa y Rilko querían que fuésemos una asociación. Y yo, ¡que no, y que no, y que no!".

El Camino Neocatecumenal es un misterio. No tiene una elegante sede social en Roma como los jesuitas o el Opus. Los kikos no tienen a la vista del público más que un par de discretas sedes situadas en dos sótanos desnudos de Roma y Madrid. Aunque sus seguidores y ex seguidores hablan de numerosas propiedades inmobiliarias en Italia y España. A comienzos de los noventa (al parecer, bajo la inspiración del cardenal Suquía) crearon una organización denominada Fundación Familia de Nazaret para la Evangelización Itinerante, que, según sus estatutos, registrados en el Ministerio de Justicia en 1993, está dedicada a "sostener la actividad evangelizadora itinerante de los miembros pertenecientes al Camino Neocatecumenal. Especialmente los desplazados en zonas descristianizadas". Los recién aprobados estatutos del Camino prevén que se constituyan otras fundaciones similares en otras diócesis para canalizar sus ingresos.

Más allá, el Camino no responde de sus actos ante nadie. Es un método de formación católico al servicio de los obispos. Los kikos prestan sus servicios a la Iglesia a cambio de desmontar la Iglesia anterior e implantar la suya. Llegan a una parroquia, piden permiso al párroco, programan catequesis, montan comunidades y comienza el camino. Circulan en paralelo. Son los elegidos. Muestran a sus fieles, divididos en pequeñas comunidades estancas (que rara vez se mezclan con otras comunidades, y menos aún con los fieles de la parroquia tradicional), su particular visión de cómo alcanzar el paraíso al tiempo que fiscalizan su vida. Para los kikos, más allá del Camino no hay nada. Fuera está el "mundo". Y es malo. Y no es posible ser feliz si no se está en el Camino. Ése es el mensaje que reciben durante décadas los hermanos. Sus hijos, a los nueve años, tras la primera comunión, comienzan a asistir a sus actos litúrgicos, y a los 13 se incorporan plenamente a una comunidad. No conocerán otra forma de vida. Ni en su casa, ni en la parroquia. Por eso es tan difícil romper con Kiko. Tras años de recorrido en comunidad, ya no queda nada fuera del Camino. Ni amigos, ni amor, ni salvación posible. A los que lo abandonan se les denomina rebotados, en la jerga de Argüello. Y se les profetiza que "la sangre de Cristo caerá sobre ellos". Cuando un hijo abandona el Camino, los catequistas prohíben a los padres que vuelvan a tener contacto con él. Y viceversa.

¿Es una secta? En la Iglesia católica, nadie se atreve a lanzar esa acusación. El Camino está bendecido por el Vaticano. Por eso, algunos prefieren hablar de "comportamientos", "prácticas", "individuos sectarios". Sin embargo, contemplar en la noche del último Sábado Santo, el 22 de marzo de 2008, durante la vigilia pascual, a los miembros del Camino en ayunas, en penumbra, ataviados con túnicas blancas, portando cirios, cantando durante horas, bautizando a sus hijos por inmersión, bailando en círculo hasta que sale el sol..., consigue que uno sienta cierto desasosiego.

A comienzos de los sesenta, Argüello era un joven artista madrileño de buena familia, agnóstico confeso, que durante una crisis existencial, que le llevó "a las puertas del suicidio", se marchó a vivir con los gitanos de las barracas de Palomeras Altas, un suburbio de Madrid. El mismo camino que habían seguido a raíz del Concilio Vaticano II muchos curas decididos a encontrar a Dios entre los pobres. Algunos acabarían en la izquierda. Kiko, no. Kiko sufrió en las chabolas una conversión personal. No social. Sintió la llamada de Dios. Lloró durante horas. Como buen converso, se haría más papista que el Papa. Según explica el especialista en temas religiosos Jesús Bastante, "el converso, como san Pablo, cuando encuentra la verdad rechaza radicalmente su vida anterior. Adquiere conciencia de que la sociedad es perversa. Renace. Y como san Pablo, pasa de perseguir cristianos a perseguir paganos". Hoy, Kiko afirma que el 70% de sus seguidores eran cristianos no practicantes antes de conocer el Camino. Hoy son neoconversos.

Tras la "revelación" había llegado el momento de que Kiko pusiera en práctica sus teorías. Había que reevangelizar a los cristianos durmientes. Conducirles a un nuevo bautismo. Era 1964. Entraría en contacto con grupos emergentes de católicos posconciliares y con sacerdotes; nunca se adaptaría a la disciplina de los otros. No quería estar bajo nadie. Siempre deseó ser el centro de atención. Absorbería las prácticas de cada grupo. La terminología. Y la forma de estructurarse. Y luego, él, un artista, le daría forma propia. Empezando por la misa. Comulgarían sentados con auténticos pan y vino. Cantando las canciones de Kiko. Explicando sus experiencias en público. Había que vender el producto. Él sabía cómo.

En las barracas de Vallecas, Kiko se va a encontrar en aquellos primeros compases de su carrera a la que ha sido su compañera, álter ego y coiniciadora del Camino Neocatecumenal durante cuatro décadas, Carmen Hernández, una monja de su generación, de familia adinerada, licenciada en teología, que desde niña había querido ser misionera, pero nunca se había sometido a la disciplina de las órdenes religiosas. "Éramos dos inadaptados; que todo saliera bien es un milagro", describe Argüello. Kiko aportaría al Camino su carisma, sus dotes interpretativas y su inquietud. Carmen Hernández, la base doctrinal de la que Argüello carecía. Unirían sus fuerzas. La relación entre ellos es uno de los grandes arcanos (uno de los términos favoritos del Camino) de los kikos. Sus seguidores te explican enseguida que ambos no son pareja. Es cierto, él es el líder. Pero ella no está dispuesta a quedarse sin su minuto de gloria. Es la voz de su conciencia. En público y en privado. Y le machaca a conciencia.

Día 22 mayo de 2008. Parroquia de Santa Catalina Labouré, Madrid. Esta iglesia, inaugurada en 2003 por el cardenal Rouco, resume el ideal estético de Argüello. El que pretende implantar en sus parroquias. "Kiko es un genio", explica Mattia del Prete, uno de los arquitectos del Camino. Mármol blanco, cúpulas doradas, moqueta azul eléctrico, pinturas al fresco del propio Kiko. El altar, en el centro; los bancos, alrededor, y una pequeña piscina para el bautismo por inmersión. Los iconos, el cáliz, la copa del vino, la cruz alzada, las flores sobre la mesa, la funda de orfebería que cubre los evangelios, todo es obra de su mente de artista. No es fácil entrar en sus celebraciones privadas. Son a puerta cerrada. Esta noche, el iniciador se reúne con sus seguidores más antiguos. Van ataviados con túnicas blancas de lino. Menos el periodista. Y Kiko, siempre de negro. Habla durante horas. Sin embargo, dentro de la más pura tradición de las parejas cómicas, sus frases son respondidas, criticadas, incluso ridiculizadas en voz alta por Carmen Hernández, la coiniciadora, sentada a su espalda. Estamos en familia. Nadie parece sorprenderse. Pero las réplicas humorísticas de Carmen durante los actos públicos y la misma rueda de prensa en Roma sonrojan al no prevenido. En un momento dado, Carmen profiere: "Yo digo la verdad y tú te la inventas". Kiko se echa las manos a la cabeza, pone los ojos en blanco, mira al cielo y solicita la misericordia divina. Ella se ríe con socarronería: "Confiesa, Kiko. Lo único que quieres es que los periodistas te hagan la foto. Aquí tenéis a san Kiko".

¿Cómo ha logrado esta singular pareja conseguir tanto poder en la Iglesia católica? El ascenso imparable de los kikos no se puede entender sin dos causas: el crecimiento imparable de sus miembros por la desaforada política demográfica del movimiento (una mujer debe tener todos los hijos que Dios le mande) y por el apoyo incondicional de Juan Pablo II a lo largo de sus 27 años de reinado.

En cualquier celebración de los kikos, durante el tiempo en que relatan sus experiencias vitales, cada interviniente se presenta con su nombre de pila y el número de hijos que ha traído al mundo. "Cuatro, cinco, seis, siete". A medida que el número asciende, un murmullo de aprobación se extiende por los bancos de la iglesia. Cuando un hermano afirma "tengo 10", brotan los aplausos. Según Argüello, los miembros del Camino tienen el promedio más alto de hijos de la cristiandad, "cinco por familia". En 44 años de Camino se han incorporado a las comunidades miles de hijos y nietos de los primeros seguidores. El crecimiento de sus filas ha sido exponencial. Hoy abarrotan sus celebraciones. Después de cada acto multitudinario, con las masas enfervorizadas por la catequesis de Kiko, el iniciador pide vocaciones: "¡Que levanten las manos los hermanos que quieran ir al seminario!". En el fragor del momento, enardecidos, decenas de jóvenes se alistan sin pensarlo. Muchos marcharán por el mundo como predicadores ambulantes financiados por el Camino. Otros se convertirán en sus sacerdotes. Y los obispos, emocionados. ¿Quién le va a negar nada a Kiko?

Juan Pablo II fue el más entusiasta de esos obispos. El primero de ellos. Cuando Karol Wojtyla llega al Vaticano, en 1978, se encuentra las iglesias y los seminarios vacíos, a las órdenes tradicionales (jesuitas, dominicos, franciscanos) coqueteando con la teología de la liberación, y a un clero diocesano anciano y en desbandada. Wojtyla era el resultado de la guerra fría; concebía una Iglesia de resistencia al comunismo. "Y desde el primer momento, su idea es reevangelizar Europa. Y ve que con las órdenes antiguas no puede contar", explica un sacerdote español. "Se encuentra solo. Hay un vacío de espiritualidad, y aparecen providencialmente los nuevos grupos neocon [Opus Dei, Focolares, Comunión y Liberación, San Egidio, los kikos], formados por laicos con una concepción de la Iglesia similar a la suya, y tira de ellos. Y éstos no sólo le llenan los estadios, sino que son un antídoto contra la teología de la liberación y la proliferación de sectas evangelistas en Latinoamérica, y para predicar en los antiguos países comunistas. Y le profesan una fidelidad perruna".

Kiko y Wojtyla son almas gemelas. Quieren reevangelizar la cristiandad. Y son dos antiguos actores aficionados. Conocen la importancia de la imagen. Según relata un monseñor, Carmen y Kiko se trabajan a Juan Pablo II a conciencia. Son maestros en el arte del halago. En cuanto el Papa abre su ventana, llueva o nieve, se encuentra un grupo de kikos con guitarras entonando en su honor. Los kikos cantarán a Wojtyla en cada celebración multitudinaria a la que asista en cualquier rincón del mundo. Cada domingo, Carmen Hernández se encuentra con el Papa mientras visita las parroquias de Roma como obispo de la diócesis. Se convierte en una presencia habitual. Kiko y Carmen llegarán a penetrar en la intimidad del Papa y a compartir cenas privadas. Le hablarán con su crudeza habitual de la situación de la Iglesia. Y le darán informes sobre la fidelidad de los obispos. Previamente, la pareja se ha ganado para su causa al poderoso secretario del Papa, el sacerdote polaco Stanislaw Dziwisz. Cuando éste sea creado cardenal, en 2006, estarán en primera fila, y el nuevo purpurado rodeará fraternalmente a Carmen con el brazo. Ella confirma que siguen siendo muy amigos: "Nos ha invitado a Cracovia y me trata como a una reina. Incluso me invita a marisco".

En 1990, en contra de la opinión de algunos obispos que desconfían de las prácticas del Camino, Juan Pablo II hace pública una carta de reconocimiento que supone su visto bueno a los kikos. En el documento exhorta a los obispos a valorar y ayudar a su obra. En otras palabras, les ordena que le abran las puertas de sus parroquias. Un seguidor del Camino sospecha que la carta fue redactada por el mismo Argüello, que se la dio a firmar al Papa. Era el gran espaldarazo.

El iniciador despliega esa misma estrategia de seducción en la década de los noventa con el episcopado español. Especialmente en Madrid, donde Antonio María Rouco Varela llega al arzobispado en 1994. Por un lado, le halaga y abduce; por otro, le ofrece resultados: el seminario, lleno; las parroquias, activas; plazas abarrotadas, y una parcela importante de poder de cara a Roma. Rouco se entrega con armas y bagajes. Se convertirá en su aliado. Pondrá a su disposición sus finas dotes de canonista en la elaboración de los estatutos (que son redactados entre 1997 y 2002), le permitirá abrir un seminario y le encargará la realización de los frescos de la catedral de Madrid en 2004. En el palacio episcopal de la capital corre un chascarrillo al respecto: "Rouco quiere pasar a la historia como el cardenal que encargó terminar su catedral a un santo". Tampoco hay que olvidar los generosos donativos del Camino al arzobispo para terminar la catedral.

Y sobre todo, Kiko proporcionará a Rouco influencia política. En un encuentro en Roma en octubre de 2007, durante la beatificación de 468 religiosos asesinados en la Guerra Civil, Argüello propondrá al cardenal organizar una gran manifestación en Madrid "en defensa de la familia cristiana". Quedan tres meses escasos para las elecciones generales. Las encuestas dan un empate técnico PP-PSOE. Rouco duda. Le parece precipitado. Kiko le tranquiliza: "Don Antonio, yo le pongo 300.000 kikos en Colón". Rouco accede. El acto se fija el 30 de diciembre. Asisten varios cardenales y 42 obispos.

El supuesto acto religioso se convierte en una manifestación política contra el Gobierno de Rodríguez Zapatero y sus iniciativas como el matrimonio homosexual o la asignatura de Educación para la Ciudadanía. La tribuna se alza sobre un icono pintado por Argüello. Los organizadores acusan a Zapatero de "romper la familia". El cardenal García-Gasco va más lejos: "El laicismo radical puede llevar a la disolución de la democracia y no respeta la Constitución", brama. Kiko cierra el acto con su guitarra. Y lanza una señal de alarma: "Estos Gobiernos ateos y laicos nos quieren hacer creer que nuestra vida no va a ningún lado. Pero va al cielo".

El Partido Socialista ganará las elecciones el 9 de marzo de 2008. Y el papa Ratzinger toma nota. No quiere líos con el Gobierno español. Presión, la justa.

Con la aprobación de los estatutos del Camino Neocatecumenal el 13 de junio con mínimas modificaciones por parte de la Santa Sede en torno a la peculiar naturaleza del movimiento, su líder, Kiko Argüello, ha logrado todo lo que se propuso hace 44 años. Es uno de los hombres más poderosos de la Iglesia. La cabeza visible de los neoconservadores. Con un millón y medio de seguidores dispuestos a tomar las calles y las parroquias. Un fabricante de familias numerosas, misioneros incondicionales y sacerdotes adeptos que ya comienzan a ascender al obispado. Sin embargo, su relación con el Sumo Pontífice, Benedicto XVI, no tiene la complicidad que disfrutó con Wojtyla. El papa Ratzinger, un eminente teólogo que ya tuvo que bregar con Argüello cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir, el encargado de la ortodoxia, observa con distancia sus andanzas. Y ha preferido repartir parcelas de poder entre las órdenes tradicionales y los neocon. Una de cal y otra de arena. Una línea que comparten ciertos obispos críticos (o celosos) con el auge de Kiko. En esa línea, el Camino Neocatecumenal ya ha tenido problemas con las conferencias episcopales de Israel y Japón por las particulares prácticas litúrgicas y proselitistas de sus miembros. Muchos se preguntan qué será del Camino cuando Argüello, el líder carismático indiscutido, el alma y acuñador de la liturgia y la estética, fallezca sin un heredero. "Nada será lo mismo sin Kiko", dicen.

En ese sentido, un chiste recorre las comunidades del Camino. Argüello está en el lecho de muerte y un grupo de sus seguidores le visita para informarle de que están construyendo un panteón en Galilea para enterrarle como un patriarca. Kiko se incorpora, sonríe con sorna y les contesta: "No os compliquéis la vida, hermanos; para tres días que voy a estar muerto?".

jueves, 26 de junio de 2008

VENTA DE RADIOS EN ARGENTINA

sábado 21 de junio de 2008
VENTA DE RADIOS
El grupo CIE se desprende de sus radios
Los empresarios mexicanos ponen en venta la Rock &Pop, Aspen y otras emisoras
Viernes 20 de junio de 2008 | Publicado en la Edición impresa > Ver opiniones de lectores (3) ImprimirEnviarCambiar tamañoPublicarVotar (0)Ya votaste (0) CompartirLink permanente
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El grupo CIE le ha puesto cartel de venta a sus radios en la Argentina. Más concretamente, en Buenos Aires, dado que las emisoras que el grupo mexicano explota desde hace más de ocho años en el país se ubican todas en el área metropolitana, contra lo que dispone la actual ley de radiodifusión. Las emisoras de CIE son Rock &Pop, su barco estandarte; Aspen, Blue, Metro, Splendid y América.

En cinco de esas emisoras se produjeron en las últimas semanas más de 90 despidos, en un desesperado proceso de reingeniería de la empresa con vistas a vender sus activos. Salvo en la Rock & Pop, en la que el propio grupo contrata a las figuras que salen al aire (por ejemplo, Mario Pergolini, Juan Di Natale), el resto de las emisoras se mantiene con un "loteo" de espacios, como se conoce en el lenguaje informal del mercado. Así, la oferta de contenidos está totalmente tercerizada.

El más firme candidato para comprar las emisoras, que ya realizó el proceso de due dilligence en la compañía, es el empresario Marcelo Mindlin, para quien el ministro de Planificación, Julio De Vido, ha tenido en los últimos tiempos elogiosas consideraciones.

Según fuentes seguras, Mindlin -entre cuyas empresas se cuentan Edenor, la Central Loma La Lata, en Neuquén; la Central Térmica Güemes, en Salta, y las hidroeléctricas mendocinas Nihuiles y Diamante-, desbroza por estos días la maraña administrativa, operativa y financiera de CIE, que explota las radios sin tener la titularidad de las licencias de radiodifusión, lo que constituye un obstáculo a la hora de desprenderse de sus activos. Así lo confirmaron anoche fuentes inobjetables del Comfer, organismo de contralor de la radiodifusión.

El grupo mexicano, que nació de la mano de los exitosos entrepreneurs Alejandro Soberón Kuri y Gabriel Lecumberri Pando, se fue desprendiendo en los últimos años del negocio del entretenimiento en la Argentina, no así en otros países vecinos, donde la seguridad jurídica es otra. Por caso, en Brasil.

Ayer, desde Washington, hacia donde viajó para "vender" a los parlamentarios norteamericanos las bondades de una nueva ley de radiodifusión, el interventor en el Comfer, Gabriel Mariotto, dijo a LA NACION: "Revisaremos todas las ventas que se hagan en el país".

El entramado de la compañía es complejo, habida cuenta la superposición de estrategias operativas con que se ha manejado históricamente. Las radios tienen que ser transferidas de una en una, porque se trata de activos separados. Incluso, antes de la resolución que hace cuatro años firmó Julio Bárbaro, ex titular en el Comfer, no era posible vender separadamente las emisoras AM y FM. Bárbaro concibió esa norma a la medida de CIE, pero el grupo no se deshizo entonces de ningún activo. Si CIE está listo para vender hoy no es por decisión de su staff vernáculo, que ha coqueteado en los últimos cinco años con varios oferentes. Fue decidido en las más altas esferas del grupo en el D.F. mexicano.

La digitalización del éter convierte a la radio FM en una excelente opción, aunque el negocio es todavía pequeño.

Una parte de la audiencia y la torta publicitaria se dirige en los últimos meses a la frecuencia modulada. Grupo Prisa fue el primero en entenderlo en España. En la Argentina, sostiene desde hace un mes un modelo idéntico: duplica los contenidos de la AM Continental por la FM 104.3, la radio que el gobierno de Néstor Kirchner le concedió a Mario Pergolini.

Susana Reinoso
domingo 22 de junio de 2008
El erotismo en la poesía de adúlteros y cornudos en el Siglo de Oro
Autores:
Félix Cantizano Pérez


Materia: Literatura
Colección: Línea 3000
Formato: 15 x 21
Encuadernación: Rústica


Año: 2007
ISBN:
978-84-7491-854-0
Ref.: 0450.001


P.V.P.:




12 €uros









En materia de adulterio, los cornudos, "ignorantes" o "consentidos", son dos figuras clásicas de la poesía erótica del Siglo de Oro español, cultivada, entre otros, por autores de reconocido prestigio internacional como Quevedo, Góngora o Lope de Vega.
Ante esta tesitura, resulta sorprendente la escasez de referencias a una temática que se ha visto oscurecida por los prejuicios morales e ideológicos de la sociedad: la poesía sobre el adulterio y los cornudos, en contraste con otras como la poesía satírica y burlesca.
El presente libro recoge las circunstancias sociales, políticas y económicas comunes a su tiempo y traza un amplio recorrido por una poesía que interesó a los más diversos autores del Siglo de Oro, quienes, partiendo de una tradición clásica, dieron un giro importante al lenguaje de la época mediante toda clase de artificios, dobles sentidos y agudezas conceptuales y verbales.
lunes 9 de junio de 2008
HISTORIAS



De cómo lo angelical y lo diabólico se confunden en lo divino

LOS DEMONIOS DE DIOS

Una cosmovisión para el desengaño




Escribe: Comandante Clomro


Responde: Prof. Jorge Olguín


"Los llamados "demonios" son ángeles que han venido en misión -hacer evolucionar al hombre, tentándolo- y se les ha borrado su memoria para evitarles este sufrimiento"


Grupo Elron (contacto telepático extraterrestre argentino).



Siempre habrá un demonio más astuto y más demonio que los pobres demonios usados como tales. Unos le llaman "Dios", y creen que él se vale de estos instrumentos del mal para poner a prueba a los mortales... Instrumentos que, al final, no son malignos, sino angelicales luces disfrazadas con capa roja y cuernos...
A ese "Dios" que usa ángeles demonizados, otros le llaman "Diablo", "Ahrimán", "Demiurgo", "Nefasto", etc. Alguien que tiene por encima de Él a un Creador más Dios que él -en tal caso más verdadero como Dios- al cual, mediante la prueba del mal y sus angelicales diablillos, quería demostrarle que su método de evolución espiritual era el mejor. Es decir, si hubo un plan original de evolución espiritual en el amor, la armonía, la luz, dispuesto por el Dios Padre del "Dios" de este mundo, para que los seres vivieran felices sin sufrimiento, al "Dios" de acá abajo -que vaya a saber Dios cómo vino a parar aquí- se le ocurrió que sería mejor una vida con dificultades, y para eso "inventó las lágrimas", como dijo el poeta argentino Almafuerte. Para eso convirtió en "diablos" a esos ángeles y les borró la memoria para evitarles sufrimiento, haciendo que les provocaran sufrimiento a los humanos.

El éxito de este plan sería de dos formas posibles: si los humanos lograran la ascensión interior luego de la corrupción, Dios Padre debería aceptarle a "Dios" Hijo su innovador método, reconociéndole un ingenio progresista que merecería adjudicarle legitimidad a su clandestina trama; o bien, si los humanos quedaran irreversiblemente corrompidos, la otra forma posible de éxito de "Dios" Hijo consistiría en que él tendría más soldados en sus ejércitos, para seguir haciendo que el Mal gobierne en la Tierra. Es decir, la escuela del mal o terminaría por formar chicos buenos reformados, o chicos malos, y tanto de una cosa como la otra el Dios de este mundo podía sacar partido para lograr el éxito por cualquiera de las dos vías.

Como los humanos estaban siendo tan manipulables que demostraban ser débiles y valer poco, en los ejércitos del mal sólo servían para soldaditos rasos, por lo que "Dios" Hijo, con miras a formar ejércitos con combatientes que realmente valieran algo, que fueran fuertes, grandes comandantes, mandó traer a la Tierra maestros galácticos de luz, supuestamente para que vinieran como guías espirituales de la humanidad, pero en realidad los traería con el fin de ponerlos a prueba para corromperlos y sumarlos a sus huestes.

Así llegaron Krishna, Buda, Jesús... convencidos de que era cierta esa misión que les encomendaron, pero que era sólo un pretexto para tenerlos ocupados haciendo algo mientras se los trataría de corromper. "Dios" Hijo usó sus ángeles amnésicos demoníacos para ponerlos a prueba como lo hacía con humanos cualesquiera... pero éstos no eran "cualquiera".

Así que le falló la táctica de corrupción; los maestros de luz siguieron siendo y expandiendo luz. Si realmente fuera éste un mundo evolutivo, la luz de esos guías estaría de más, porque el propio proceso de aprendizaje humano llevaría al hombre a sobreponerse por sí mismo de su corrupción. Un mundo "exitoso" donde ángeles oficiando de demonios tentaran a los humanos, sería aquél donde llegado un punto, los humanos dejarían de ser tentables sin ningún Cristo que les tenga que venir a enseñar, porque ellos habrían aprendido la lección por sí mismos.

La prueba de que este mundo no es un éxito, consiste en la gran cantidad de mensajeros cósmicos que han tenido que enviar para hacer reaccionar a una humanidad a tal punto corrompida, que por sí misma no tiene capacidad de rearmonización. Por lo tanto, el plan de fabricar diablos para luego mandar dioses a reparar lo que esos ángeles del mal provocan, sería un absurdo si fuera "divino": los humanos no se corrompen por culpa propia, sino por agentes inductores de negatividad, y no se recuperan por mérito propio, sino por ayuda enviada. Y eso no sirve, es simple acción y reacción, con mínimo margen de autonomía de los sujetos de la experiencia. Si este plan, en cambio, no fuera divino, sino diabólico, entonces sí sería lógico: la astucia del Diablo hasta habría planificado el envío de ayuda de seres de luz, para reordenar el desorden que provocó y exhibir sus logros con una Nueva Humanidad en una Era Dorada... puro oropel para engañar como de costumbre. Su astucia tanto impide como permite grandes civilizaciones con esplendor espiritual, y tanto forma, indistintamente, violentos guerreros de la oscuridad, como pacifistas mensajeros del amor, para usar a los primeros en la provocación de desorden en unos mundos, y a los segundos para poner en otros mundos cierto grado de orden, con el cual fingir que se está trabajando por el Bien...

Cuando muchos creen que él sólo lidera sus huestes del Mal contra ejércitos del Bien enviados por Dios Padre, sucede que "Dios" Hijo tiene sus ejércitos del Bien y del Mal, a los cuales hace enfrentarse como si fuera un Hitler todavía niño con sus soldaditos de plomo, y a veces gana el Bien, y entonces los habitantes de los mundos creerán que triunfaron las Fuerzas de Dios, pero eso es sólo el respiro que les dará por unos miles de años hasta generar nuevos conflictos en los que ganará el Mal. Cíclicamente habrá alternancia de victorias de ambas fuerzas, pero la sucesión de ciclos no será otra cosa que la victoria constante del manipulador. Ése que es a quien realmente están obedeciendo los seres de luz, las confederaciones galácticas e intergalácticas, creyendo obedecer al Dios Padre. Creen que cuando vencen en alguna confrontación a las Fuerzas del Mal, obtienen una victoria para el Universo, cuando no están haciendo otra cosa que jugar el juego que siempre beneficiará, -gane quien gane, incluso los de la luz- al que juega con los soldaditos de las galaxias. Éstos obedecen, engañados, a ése que juega a borrarle la memoria a ángeles y a humanos para que ni nosotros ni ellos sepamos que el Dios Padre no tiene nada que ver con estos manejos. Porque sería sólo cuestión de recordar Quién nos creó y con qué fin, para darnos cuenta de que hemos estado por milenios cumpliendo aquí un fin que no es ése, a las órdenes de alguien que no era Aquél que creíamos, sino el que pretendió ser más siendo menos.

Consideraciones complementarias

La lucha de fuerzas en el Universo, generalmente es presentada como una confrontación en la que el Bien y el Mal son presididos, respectivamente, por Dios y por el Diablo. Un Dios con sus ejércitos del Bien, de la luz, y un Diablo con sus huestes del Mal, de las tinieblas. Según esta cosmovisión presentada por religiones y mensajes extraterrestres recientes, existe una guerra cósmica de Dios con sus milicias contra el Diablo y las suyas.

También hay una cosmovisión diferente, en la que tanto las fuerzas del Bien como las del Mal, cumplen un Plan Divino, en el cual Dios no está contra el Diablo, sino que éste es instrumento de Aquél para que exista una lucha de fuerzas. Lucha en la cual, ambos ejércitos obedecen a la voluntad de Dios: los del Bien poniendo orden en el Universo, y los del Mal dándole dinamismo a la negatividad que Dios quiere que haya para que todo funcione en dualidad de polaridades. De esta suerte, los ejecutores del mal no están contra el Plan de Dios, sino que permiten que se cumpla. De ahí el concepto de que el Mal "no existe", que es algo "ilusorio", irrealmente antagónico al Bien, pues todo es "bueno", hasta lo que creemos malo, y que no es otra cosa que la sombra de la luz en el Todo que ambas conforman. Al no haber antagonismo, sino complementariedad de fuerzas, de existir alguien que oficie de "Diablo" comandando los ejércitos del "Mal" que "no es mal", este personaje no sería otra cosa que un colaborador de Dios en papel de antihéroe para que las legiones en papel de perturbadores del orden tengan su jefe. Un jefe más aparente que real, porque quien en realidad dispone que esta dualidad en lucha exista, es Dios.

De la primera cosmovisión, podemos resumir que Dios sólo gobierna los ejércitos del Bien, y el Diablo sólo los del Mal. De la segunda, concluimos en que Dios gobierna a ambas fuerzas, que el Diablo no gobierna, sino que apenas intermedia, al frente del lado oscuro de la fuerza desdoblada en bandos.

Pero a lo largo de la historia estuvo faltando una cosmovisión que, una vez expuesta, dejará a las dos anteriores como cuentitos infantiles para gente ingenua. Y no es raro que en un mundo al revés, con sus falsos conceptos, estuviera ausente tal cosmovisión; que veremos a continuación.

Si realmente existiera un ser Maligno, no podría estar cumpliendo la voluntad de Dios haciendo que la negatividad funcione para que a Dios le convenga. En tal caso, no sería realmente maligno. Y si Dios fuera un ser Benigno, no podría estar sometiendo a la negatividad a sus criaturas, presas de un "cuco", real o aparente, y de sus ejércitos tenebrosos. Por lo tanto, o Dios es Bueno y el Diablo realmente es Malo, o Dios no es del todo bueno y el Diablo no es del todo malo. O existe una fuerza de la Luz y del Bien que legítimamente lucha contra una fuerza que realmente es de la Oscuridad y del Mal, o el Bien y el Mal ni son legítimos, ni luchan en realidad; son simple "juego" -como enseñanzas metafísicas new age sostienen- y, por lo tanto, la sangre y el horror no son problema: pura "ilusión"... Esta ligereza con que se nos pretende hacer ver la existencia con un Mal que "no es Mal" y un Bien que no combate al Mal, sino que "juega" con él, más que una Verdad Universal parece una diabólica astucia más para confundir.

Si realmente el Mal existe por sí mismo y para sí mismo, y no para servir a los fines del Bien, entonces el Diablo tiene sus propios fines y no es mero ejecutor de Planes Divinos; más bien interfiere en esos planes. Tal interferencia no puede ser otra cosa que un plan alternativo, que logre ser establecido en reemplazo del plan del Creador. Si el Amor, la armonía, la ausencia de odio, de egoísmo, de violencia, de dolor, definirían el Plan Universal que el Creador pudo disponer para la vida en los mundos galácticos, podemos deducir que el saboteador de ese plan tuvo que haber ingeniado estrategias para que en los mundos se lograra imponer el uso del odio, del egoísmo, de la violencia, del dolor. ¿Para qué iría a servirle esto? Si la meta era dar un "golpe de estado", para quedarse con el gobierno del Universo, lo primero que el saboteador debía hacer para evitar rebeliones en los mundos, era interrumpir entre éstos y el Creador los circuitos de información, bloqueando la llegada de directivas superiores a las galaxias, y la salida de información desde las galaxias a los planos superiores, para que no se supiera a altos niveles lo que estaría ocurriendo en los mundos físicos. Considerando que el saboteador -lejos de ser el que nos han mostrado infantilmente como un rebelducho cualquiera con cuernos y tridente- debió ser una poderosísima jerarquía lumínica con su séquito de poderosas entidades, no debe parecer extraño que millones de mundos y de galaxias se hayan sometido a su autoridad creyéndola legítima por cuestiones jerárquicas. Una jerarquía tal que, para simples habitantes de mundos como éste, debió ser la de un verdadero "Dios". No debe parecer raro, siguiendo esta lógica, que en carácter de "Dios", de Creador del Universo, se presentara esta entidad tan poderosa, no meramente ante simples habitantes de planetas, sino ante consejos estelares y hasta galácticos. Tengamos en cuenta que el Creador debe estar mucho más allá de las posibilidades de seres galácticos de acceder a Él, así como tampoco va a bajar a las galaxias a darse a conocer. Por lo tanto, dentro de la estrategia del saboteador para separar a las galaxias del Creador y manejarlas a su propia conveniencia, hacerse pasar como un alto representante de Él, con autoridad para disponer lo que quiera, o hacerse pasar por el Creador mismo, pudieron ser tácticas muy sencillas de llevar a cabo. Por lo menos con seres como los humanos, hasta a un simple extraterrestre con mensajes telepáticos a contactados, o a un espíritu cualquiera a través de un médium, les puede resultar un simple juego convencer a personas de que es Dios quien les habla. Si hasta el extraterrestre Jehová lo hizo con los judíos, y se ganó su lugar como Dios en las biblias judías y cristianas...

Por lo tanto, el saboteador del Plan Universal no debería actuar como tan infantilmente se nos describe: un maligno. Como representante del Creador, o bien como suplantador de Él, sus planes y sus actos debieron ser aparentemente "buenos". Sus métodos tenían que parecer, al menos, lógicos. Si el engañador debía separar del Creador a los habitantes de las galaxias, debería ingeniar algo que los alejara de Él. Algo que hiciera que al usurpador del poder, los habitantes de las galaxias le reconocieran como legítima su propuesta.

¿Y qué pudo ser lo que les propusiera? Debería ser algo que lo hiciera reconocido como el "Dios" que "sabe lo que hace", y que a la propuesta del Creador del Universo los planificadores y los habitantes de los mundos terminaran por ignorarla. Y que si llegaran a conocerla alguna vez, les parecería irreal. ¿Qué sería entonces?, de la realidad circundante podemos deducirlo: casi toda la gente cree que esta forma de existencia que padecemos y que a veces disfrutamos, es producto del Plan de Dios, y pocos creen que pudiera existir un Plan por el cual esta forma de existencia no debía tener lugar. Si la mayoría está convencida de esto, y si esto es el triunfo de la estrategia del saboteador del Plan Original, la conclusión sobre qué fue lo que propuso es ésta: una forma de evolución en la cual el mal fuera considerado "necesario", y en la que mundos con ausencia de negatividad fueran considerados "faltos de enseñanza útil a la evolución".

¿Cómo convencer a los gobiernos galácticos de implementar el uso de perturbaciones a la paz de los mundos, para implantar esta desconocida clase de escuela? Aunque "ordenes son órdenes", y con eso era suficiente, no sería mala idea, en vez de emplear el fascismo, un simulacro de democracia. Con el cual, comprometer a quienes aceptaran el nuevo plan una vez convencidos de su funcionamiento, dejando el fascismo, a lo sumo, como alternativa en caso de que no se lo aceptaran, o para los que se negaran si hubiera quienes lo aceptaran.

¿Cómo convencer a gobiernos galácticos que nunca usaron la negatividad, de que ella sería manipulable para fines positivos, y que los resultados serían mejores que todo lo conocido hasta entonces? Nada mejor que experiencias de laboratorio: mundos experimentales donde ensayar los procesos de perturbación, para luego restaurar el orden y dejar que los sujetos de las experiencias den el veredicto: si sirvió o no haber pasado por una prueba así.

Cumplidas las experiencias, emergidos de la oscuridad los sujetos puestos a prueba, a los cuales se les enseñó que sufrir es necesario, ellos terminarían por admitir que así fue, que gracias a la oscuridad la luz se puede medir con otros parámetros; que no hay victoria sin desafío, y que no hay desafío sin riesgo. Pero que pese a los riesgos, e incluso pese a que al correrlos se cometan errores, ya llegará el momento de la rectificación del camino. Esos alumnos de tal escuela pasarían a ser maestros. El éxito que esa escuela ha alcanzado en este mundo, viene asegurando que muchos aprendices saldrán de aquí como maestros que enseñen que mundos como éste sirven y son necesarios. Si seres de mucho más arriba que estos planos, vinieran a decirles a esos habitantes de la Tierra que hubo un Plan por el que mundos como éste no tenían por qué existir, y que ese Plan sigue vigente en los mundos donde no se alteraron las leyes, esos humanos no lo aceptarían y defenderían lo que aquí aprendieron.

Si los primeros procesos existenciales con uso de negatividad, tuvieron que depender de pruebas piloto, y éstas fueron un éxito porque lo corruptible se enderezó, quedaría la incógnita de si eso sería siempre así. Pero si en principio no hubo objeciones y estos procesos se llevaron a cabo en millones de mundos, sería cuestión de tiempo constatar los resultados.

Mientras tanto, saboteado ya el Plan Universal, y reemplazado por el plan con negatividad, el usurpador de los espacios y tiempos galácticos podía ya llevar a cabo su estrategia con todo el apoyo y la obediencia que necesitaba en las galaxias.

Con el paso de millones de años, mundos fueron destruidos por sus habitantes al perderse todo control en ellos, y las degradaciones espirituales de diversas colectividades de seres llegaron a ser tan irreversibles, que el Plan supuestamente "evolutivo" empezó a dejar a la vista incorrecciones tales, que podría ser visto como involutivo, corruptivo. Y el diseñador de tal estrategia, ya no podría ser visto como alguien con fines nobles. ¿Qué se estaría proponiendo? Si lo que quería era tomar el poder, corromper a los habitantes de las galaxias, expandir la negatividad como lo hizo a niveles epidémicos en el Universo, tanto que ahora cuesta demasiado sanar a los mundos enfermos, ¿por qué no vino directamente como invasor, como claro y visible destructor de la obra del Creador, en vez de presentarse como un constructor, un arquitecto de una nueva forma de edificación de los procesos evolutivos? ¿Por qué si su fin era eclipsar el Universo, permitió que mundos que cumplieron las experiencias de oscuridad, luego resplandecieran? Cuando se dice -y lo dijo Juan Pablo II- que "la estrategia del Diablo consiste en hacer creer que no existe", lo que suele no pensarse al respecto, es que si lo que él quiere es que se crea eso, es porque le conviene que también se crea que mundos alterados como éste no son obra de él, sino del Creador del Universo.

¿Desde dónde ejecutó toda esta trama el suplantador? En las galaxias, podrían ignorarlo; a cada una pudieron llegar representantes de él para hacer cumplir su plan como si éste viniera de lo más alto del Universo. Ni el Creador ni el impostor deben haber estado al alcance de nadie en las galaxias, para comprobar quién era quién; cualquiera de las dos directivas para la evolución, que llegaron a las galaxias, pudieron ser tomadas como de fuente "divina": si primero se aceptó que la evolución era sólo en la luz, y después llegaron nuevas directivas implantando un sistema de evolución con oscuridad, ¿quién, en las galaxias, tenía autoridad para cuestionar algo que venía de demasiado alto para saberse sus razones?
Producto de la falta de conocimiento al respecto de esto, es que millones de habitantes de cada uno de los millones de mundos de millones de galaxias donde se alteraron los programas de evolución originales, seguirán, como lo hicieron durante millones de años, ejecutando lo que siempre se entendió que era el Plan del Creador, con sus "Leyes Universales" que requieren someter al dolor a los seres para que evolucionen...





Respuesta a Clomro:
El primer error es pensar que los espíritus encarnan solo en la Tierra, pues se sabe que hay millones de mundos donde encarnan dichas entidades, en las más variadas formas que hay en las miles de razas del Universo conocido. El segundo error es hablar de "Dios padre" y "Dios de este mundo", puesto que El Absoluto es Uno. Y es el Creador de todos los Universos, tanto físicos como espirituales.

Seguramente (y en forma equivocada) Clomro se refiere a los Elohim o dioses menores, cuyo rol fue crear a los seres vivos: ángeles, espíritus y elementales de la naturaleza. El eloah más conocido fue Jehová, Logos planetario hace dos milenios. El tercer error es pensar que sería mejor una vida con dificultades. Ese punto tiene una explicación: Es muy difícil que los espíritus encarnados aprendan a través de la felicidad, pues su mente reactiva actúa generalmente ante las carencias (o supuestas carencias). ¿Y por qué El Absoluto no hizo crear espíritus perfectos? Es muy simple... porque a través de la Elevación espiritual se eleva la energía del Universo y en el próximo Big Bang, el nuevo universo vibrará una octava más alta.

Clomro cuestiona el por qué Dios envía a los demonios a tentar al ser humano encarnado, si luego manda detrás a los espíritus de Luz a reparar el entuerto. La respuesta es que tanto los demonios, como las Energías lúdicas y los espíritus del error, tienen potestad solo sobre aquel ser encarnado que ya está siendo manipulado por su propio ego. Su tarea es potenciar el rol del ego de cada persona para que actúe en consecuencia, manipulando a su vez a otros. Pero aquella persona que aprendió el camino del desapego y ya dejó de intentar ser protagonista, va a ser inmune a los llamados lascivos de esos seres oscuros.
¿Qué papel juegan entonces las entidades de Luz? No van al rescate de aquellos que fueron tentados, jugando un juego de buenos y malos con los seres de la oscuridad. Su Misión es variada: Pueden aliviar el sufrimiento de los seres encarnados, enviando mensajes de consolación en el cuerpo causal de la persona que lo precise.

También transmiten sentimientos de conciliación en aquellos seres dominados por el rencor. Además, ayudan con su compasión a soportar el dolor a las personas cuyo ego los hace dramatizar en roles de víctima. Por otro lado, destaco que fortalecen el Yo Superior de aquel ser encarnado, cuyo Thetán se encuentra en los planos del error. Y por último, esto es muy importante, ayudan a encontrar el camino a los espíritus desencarnados que habitan en los planos 2 y 3, para que dejen de pensar en sí mismos y se fijen en el dolor de los otros. De esa manera, esos seres del error aprenderán a ser altruístas y misericordiosos.


Si piensan que es cruel "hacer caer" al espíritu encarnado para luego "levantarlo", en realidad afirmo que no es así literalmente. Dios, en su infinito Amor, nos dio las dos cosas más preciadas: su Amor y su libre albedrío.

Este último permite que la persona opte el camino a seguir, de lo contrario seríamos zombies o robots. Pero también fuímos creados con mente reactiva y allí se generó el ego, que nos reviste de personalidad. Y eso es lo que hace que muchos elijan usar ese libre albedrío en su beneficio, por sobre el bienestar de los demás. El ego pone una venda sobre el espíritu, impidiendo que la persona vea más allá de sí misma. Y así es fácil que sea tentada por los seres de la oscuridad, cuyo papel llevar a esa persona al límite.

Y paradójicamente, en un momento dado, ante tanto sufrimiento, la persona "despierta"... y se da cuenta que las cosas por las que luchó son futiles, que nada tiene valor excepto el Amor y el apoyo de los seres con los que tenemos empatía, que ayudar al desamparado trae gozo, que brindar es mejor que pedir, que la dicha puede ser también ver feliz al prójimo... y así ese ser encarnado comienza a Elevarse espiritualmente. El tema es que si ese ser no se "caía" primero, no se iba a dar cuenta de lo bello que es DAR. Porque es muy difícil apreciar la belleza si siempre nos inundó los ojos. Y la LUZ no pone un incentivo, porque no hay premio (no como nos han enseñado las religiones tradicionales), solo esfuerzo.

El secreto es gozar con ese esfuerzo y la recompensa será ver que hemos rescatado a otro hermano de estar "dormido". Es imposible apreciar la Luz si siempre estuvimos en ella. Por lo tanto, no es una crueldad de Dios el que tengamos una mente reactiva... no es un juego taimado el que caigamos en las sombras debido al rol del ego... porque aprenderemos a apreciar la Luz al percibirla desde los planos densos... y una vez en Ella, nuestra tarea será tender una mano a aquellos que estén sumergidos en la sombra.

Clomro dice que en los mundos evolutivos, la Luz de los supuestos guías estaría de más. ¿Por qué? Así como un planeta no tiene luz propia, un mundo donde los seres encarnados pueden evolucionar tampoco tiene Luz espiritual propia, pues ésta se encuentra dentro de cada ser... sucede que es ocultada u opacada por el ego que cada persona posee.

Clomro agrega que un mundo "exitoso" sería aquel donde llegado un punto, los humanos dejarían de ser tentables sin ningún Jesús que les tenga que venir a enseñar, porque ellos habrían aprendido la lección por sí mismos.

La idea es valedera, pero en ella no se tiene en cuenta el papel de la mente reactiva. Hubo muchísimos seres humanos que han reaccionado ante el mal y tuvieron capacidad de rearmonización. Y hubo muchísimos más que volvieron a caer, eso es cierto. El propio Jesús dijo que al Camino del Bien se entraba por una puerta estrecha y que el Camino en sí era angosto, y que eran pocos los que hallaban la Luz. El Maestro agregó que no bastaba con declamar, si la actitud estaba yerma de Obras. Es la actitud altruísta la que transmite la esperanza de crecer, para que éste y otros mundos sean "exitosos".

Pero Clomro cree en un Eloah manipulador, que no solo manipula a los hombres, sino también a los seres de Luz, a las Energías Divinas y a los ángeles, en un juego cruel de luchas entre el Bien y el mal... Es cierto que alguna vez ocurrió eso en la Tierra (Ver "La conspiración Elohim"), pero ahora el supuesto rival a vencer es el más peligroso de todos: nuestro ego, que vive camuflado dentro de nosotros, agazapado, presto para salir apenas se debilita nuestro espíritu.

En otra de las frases, Clomro interpreta que los Mensajes de Luz dan a entender que el mal no existe, que es algo ilusorio y que todo forma parte del Bien. Y aquí vemos otra interpretación incorrecta, pues la idea se extrae de la filosofía budista, la que dice que el mundo es "maya" o ilusión, todo lo que está sujeto a cambio, y que tiene principio y fin. Se refiere obviamente al plano físico, donde el "sansara" o apego predomina sobre todo, en forma de anhelos, ambiciones y deseos.
Agrega Clomro que si existiera un ser maligno, no podría estar cumpliendo la voluntad de Dios, como hace Lúcifer en este caso. El tema es que el príncipe de los demonios no está obligado a cumplir la voluntad de Dios, porque El Padre da libre albedrío. La Misión que tiene Lúcifer la hace por Amor, porque sabe que tentando al ser humano, lo puede llevar al fondo del pozo (metafóricamente hablando) y allí éste aprenderá a apreciar la Luz y hará el esfuerzo para Ascender, buscando esa Luz en su Interior.

Otra de las frases de Clomro es plantear que si Dios fuera un ser Benigno, no podría estar sometiendo a sus criaturas a diversos influjos nefastos. Esto ya fue contemplado en la respuesta anterior, pues los espíritus muy pocas veces aprecian el Bien si no es por medio del contraste.
Y si existiera un "Diablo" con fines propios, estos fines zozobrarían si el ser encarnado integrara su ego, pues su afán de protagonismo dejaría de existir... y el mal no tendría cabida.

Otra confusión que tiene Clomro es que llama extraterrestre a Jehová cuando en realidad esta entidad es un eloah, que sí se sirvió de extraterrestres para someter a las distintas tribus, en la época en que era Logos planetario.

Además, comenta que cumplidas las experiencias y emergidos de la oscuridad los sujetos puestos a prueba, a los cuales se les enseñó que sufrir era necesario, ellos terminarían por admitir que gracias a la oscuridad, ahora la Luz se puede medir con otros parámetros.
La idea no es desacertada, pero está planteada con ironía. Da a entender que Dios pone a prueba a sus hijos, cual cobayos de laboratorio... y esto no es así. Tampoco sufrir es absolutamente necesario, pues hay espíritus que llegan a la Comprensión sin pasar primero por el dolor.

Clomro habla también de una gran conspiración universal en miles de galaxias y acusa a Dios de la destrucción de muchos de esos mundos, y no al libre albedrío que tuvieron sus habitantes para destruirse ellos mismos.

No hay ningún Dios que someta al dolor a sus hijos. Sucede que al ser creados imperfectos, los espíritus son como criaturas que están aprendiendo a dar sus primeros pasos y se tropiezan a cada instante, lastimándose. El problema es que la mente reactiva retrasa la "madurez" de dicho espíritu, ya que los diversos roles de control son propios de seres que no han crecido.

El aprender el desapego no elimina la mente reactiva, pues esta es inherente al espíritu. Simplemente, al integrar los Yoes, impide el accionar del ego... y cada ser deja de ser el centro del mundo y ver más allá de sí.
En este bendito universo no hay conspiración, aunque sí una gran entropía que apunta a un final cerrado dentro de veinte mil millones de años. Y cuando llegue el Big Crunch, todos los espíritus nos fundiremos con el Creador. Ahora somos parte de Él... en ese momento seremos Él.
jueves 19 de junio de 2008
Desde que el capitalismo se aposentó en el planeta no ha hecho otra cosa que destruir el medio natural para forjar uno propio donde crecer obligando a los individuos a adaptarse. La ciencia y la técnicas marketin adquirieron un impulso decisivo y un amplio desarrollo merced a las resistencias a tal adaptación, al punto que el capitalismo no solamente ha sabido superar todos los obstáculos, sino que los ha ido convirtiendo sistemáticamente en una oportunidad de expansión(por ej la publicidad). El crecimiento, tan inherente a su naturaleza, no se detendrá mientras la humanidad explotable y consumista exista, y ese es precisamente el nuevo desafío que el capitalismo tiene ante sí. El sistema productivo es a medida que crece más y más destructivo. La colonización mercantil del territorio y de la vida, del espacio y del tiempo, no puede detenerse sin cuestionar sus fundamentos, ni progresar sin poner en peligro la misma especie-con sus politicas-. En consecuencia, la crisis ecológica conduce a la crisis social. El capitalismo ha de seguir creciendo para que eso no ocurra, pero sin que la degradación que acompaña al crecimiento penetre en la conciencia de los consumidores. Para ello ha de improvisar medidas económicas, tecnológicas y políticas que a la vez que disimulen sus estrategias ydesaguisados, permitan convivir con ellos y sacarles partido. La producción y el consumo están, como dirían los expertos, ante “un cambio de paradigma”. Los hábitos de consumo, junto con las actividades empresariales y políticas, han de ejercerse de otra manera, obviamente no para salvar la naturaleza, ni siquiera para preservar la especie, sino para salvar al propio capitalismo. Por eso a los políticos el corazón se les hace verde. Por eso el capitalismo se vuelve ecologista.


El despertar de la conciencia ecológica fue temprano. Ya en 1955 Murray Bookchin había advertido sobre el peligro para la salud de los aditivos alimentarios, y en 1962 él mismo y la doctora Rachel Carson denunciaron el efecto nocivo de los psicofármacos y pesticidas. La abundancia prometida por el capitalismo se revelaba una abundancia envenenada. “La crisis está siendo avivada por aumentos masivos de la contaminación droga;o del aire y del agua; por una acumulación creciente de desperdicios no degra´dables, de plomo residual, de restos de pesticidas y aditivos tóxicos en la comida; por la expansión de las ciudades en vastos cinturones urbanos; por el incremento del stress debido a la congestión, al ruido y a la vida masificada; y por las injustificables cicatrices de la tierra como resultado de explotaciones mineras y madereras y por la especulación sobre el patrimonio. Como resultado la tierra ha sido expoliada en pocas décadas a una escala sin precedentes en la ocupación humana del planeta. Socialmente, la explotación y manipulación burguesas han llevado la vida cotidiana al nivel más extremo de vacuidad y aburrimiento. En tanto que sociedad, ha sido convertida en una fábrica y un mercado, cuya razón fundamental de su existencia es la producción en su propio beneficio y el consumo en su propio beneficio.” (Anarquismo y sociedad de consumo, 1967). La desruralización, la industria alimentaria, la quimicalización de la vida y la lepra urbanística impusieron un modelo de vida consumista y embrutecedor, egoista y neurótico, inmerso en un ambiente artificial y atomizante. Como conclusión de una época de revueltas -el gueto negro americano, el movimiento pacifista británico, los provos holandeses, la juventud alemana, mayo del 68, etc.- Guy Debord apuntaba: “La polución y el proletariado son hoy los dos lados concretos de la crítica de la economía política. El desarrollo universal de la mercancía se ha enteramente verificado en tanto que realización de la economía política, es decir, en tanto que ‘renuncia a la vida’. En el momento en que todo entró en la esfera de los bienes económicos, incluso el agua de los manantiales y el aire de las ciudades, todo devino mal económico. La simple sensación inmediata de los efectos nocivos y de los peligros, a cada trimestre más opresivos, que primero y principalmente agreden a la gran mayoría, es decir, a los pobres, constituye un inmenso factor de revuelta, una exigencia vital de los explotados, tan materialista como lo fue la lucha de los obreros del siglo XIX por la comida. Ya los remedios para el conjunto de enfermedades que crea la producción en este estadio de la producción mercantil son demasiado caros para ella. Las relaciones de producción y las fuerzas productivas han alcanzado al fin un punto de incompatibilidad radical, pues el sistema social existente ligó su suerte a la consecución literalmente insoportable de todas las condiciones de vida.” (Tesis sobre la Internacional Situacionista y su tiempo, 1972).


Aunque el planteamiento de la lucha de clases era puesto en términos históricos exactos, la capacidad del capitalismo por sobrevivir a sus catástrofes era infravalorada tanto como sobrevalorada la capacidad de la conciencia histórica para convertirse en fuerza subvesiva. Así, mientras los trabajos de Mumford, Charbonneau, Russell, Ellul o Bookchin pasaron casi desapercibidos, y la conciencia ecológica quedaba atrapada en el misticismo o el posibilismo, lejos de un proletariado indiferente, el capitalismo superó sus contradicciones cuantitativamente, con un salto hacia adelante, desarrollando una industria nuclear, incrementando la producción de automóviles, creando una nueva generación más peligrosa de pesticidas, innundando el mercado de productos químicos letales y lanzando a la atmósfera miles de toneladas de contaminantes gaseosos. Cuando en la década siguiente tales soluciones condujeron a catástrofes como las de Chernobil, Seveso, Bophal, la del Síndrome Tóxico producido por organofosforados y atribuido al aceite de colza, el agujero en la capa de ozono o el aumento del efecto invernadero, por no hablar de la destrucción de gran parte del territorio debida a la urbanización y el turismo, apenas hubo oposición y el movimiento ecologista que surgía de ella se convertía en el cómplice del capitalismo y el renovador de su política. Los dirigentes de la economía y del Estado, al contemplar las consecuencias catastróficas de su gestión, lejos de amilanarse se erigieron en campeones de la lucha contra el desastre, con la ayuda de expertos y ecologistas, proclamaron un estado de urgencia ecológico, es decir, una economía de guerra que movilizaba todos los recursos, naturales y artificiales, para ponerlos al servicio del desarrollismo global, incorporando el coste ambiental, o sea, el precio de la reconstrucción paisajística y los gastos necesarios para fijar un nivel de degradación soportable. La Encyclopédie des Nuisances fundó su causa en la denuncia de esa operación de maquillaje como coartada ecológica de la dominación: “El ecologismo es el principal agente de la censura de la crítica social latente en la lucha contra los fenómenos nocivos, es decir, esa ilusión según la cual se podrían condenar los resultados del trabajo alienado sin atacar el propio trabajo y a la sociedad fundada en su explotación. Ahora que todos los hombres de Estado se vuelven ecologistas, los ecologistas no dudan en declararse partidarios del Estado... Los ecologistas son en el terreno de la lucha contra los fenómenos nocivos, lo que son en el terreno de las luchas obreras los sindicalistas: meros intermediarios interesados en la conservación de las contradicciones cuya regulación ellos mismos aseguran... meros defensores de lo cuantitativo cuando el cálculo económico se extiende a nuevos dominios (el aire, el agua, los embriones humanos, la sociabilidad sintética, etc.); en definitiva, son los nuevos comisionistas de la sumisión a la economía, el precio de la cual ha de integrar ahora el costo de “un entorno de cualidad”. Ya podemos vislumbrar una redistribución del territorio entre zonas sacrificadas y zonas protegidas, coadministrada por expertos “verdes”, una división espacial que regulará el acceso jerarquizado a la mercancía-naturaleza.” (Mensaje dirigido a aquellos que no quieren administrar la nocividad sino suprimirla, 1990).


La optimización mundial de recursos se materializó en cosas como la agricultura transgénica, el mal de las vacas locas o la gripe aviar; de hecho el estado de urgencia ecológico denunciado por la EdN convirtió el planeta en un inmenso laboratorio de experimentación tecnocientífica, y a toda su población en cobayas. La catástrofe perdió su carácter nacional y con la globalización se salió del ámbito estatal. La crisis ecológica no podía circunscribirse a determinadas zonas superindustrializadas y requería medidas globales. Así nacieron las cumbres mediambientales que entre 1988 y 1997 fijaron las pautas del desarrollo capitalista para los años venideros: Toronto, Río de Janeiro, Copenhague y Kyoto. En ellas se lanzaron fórmulas creativas para salvar el desarrollo y combatir el cambio climático sin modificar el sistema dominante: agendas 21, desarrollo sostenible, desarrollo social, desarrollo local... Puras contradicciones terminológicas, puesto que el desarrollo nunca es local, social o sostenible, ya que el capitalismo nunca funciona en interés de la localidad, de los oprimidos o de la naturaleza. Pero lo que tienen claro los dirigentes de la economía mundial es que ningún eufemismo desarrollista, aun sosteniéndose en tecnologías modernas, puede funcionar sin las medidas políticas y sociales capaces de reeducar a la población en los nuevos hábitos consumistas que las hagan rentables, pues es la adopción masiva de dichas tecnologías lo que abarata su aplicación y estimula las iniciativas empresariales en esa dirección. La lucha contra el cambio climático puede verse favorecida objetivamente por el encarecimiento imparable del petróleo y demás combustibles fósiles, pero corresponde a los “poderes públicos”, es decir, a los políticos, al menos en una primera fase, promover el negocio medioambiental obligando a la población a consumir productos y servicios catalogados como “respetuosos con el medio ambiente”, o imponiendo una “nueva fiscalidad” que reconcilie la “cultura empresarial” con la naturaleza y que penalice las viejas costumbres contaminantes y el despilfarro energético, normales hasta ayer, pero hoy punibles por el bien de la economía. Y de esta manera, el Estado, los partidos, las instancias internacionales, y en menor medida los “foros sociales”, las ONGs y los “observatorios” de sostenibilidad, ejercen el papel de mecanismos reguladores, auxiliares del mercado mundial, que habían perdido en los inicios de la globalización. De golpe, el control de la producción de cemento, fertilizantes o fibras sintéticas, el reciclaje de residuos, la construcción de nuevas centrales nucleares, de desaladoras o de campos de golf, la inversión en energías renovables o el cultivo de agrocombustibles, se convierten en decisiones políticas. Y al mismo tiempo, todos los dirigentes económicos y políticos se descubren ecologistas. El aislamiento térmico, la iluminación de bajo consumo, las nuevas directrices para la edificación o la fabricación de motores para vehículos, y, en general, la reestructuración de todo tipo de actividades, exigen una potente financiación a la que no acompaña una rentabilidad suficiente y que, por lo tanto, el mercado no puede asumir. Toca al Estado y a la burocracia política arrimar el hombro.


Las preocupaciones ecológicas de los dirigentes obedecen a la mercantilización total del planeta provocada por la necesidad constante de crecimiento del capital. Las destrucciones provocadas por el desarrollo de la producción son de tal magnitud que exigen una gestión controlada no sólo de los medios de producción y de las fuerzas productivas, sino del territorio, de su cultura y su historia, de la flora y la fauna, del agua y del aire, de la luz y del calor, ahora convertidos en “recursos”, es decir, materias primas de actividades terciarias y fuerzas productivas de nuevo tipo. La revitalización institucional que el cambio productivo y la “seguridad energética” demandan ha puesto de nuevo en circulación al partido del Estado, o sea, a la burocracia politico administrativa, y no hablamos sólo del conglomerado de socialdemócratas, neoestalinistas, verdes y ciudadanistas. Un reformismo aparente se erige como doctrina de moda que hasta los conservadores y derechistas aceptan, pues todo el mundo comprende que hay que contener a los refractarios, alejar el horizonte de la catástrofe y ganar tiempo para la economía. Frente a un capitalismo contrario a trabar el desarrollo mediante el control de emisiones, un capitalismo sospechosamente altruista presenta el rostro humano de la destrucción hablando de sostenibilidad y de educación ciudadana, de consumo responsable y de eficiencia energética, de paneles en las azoteas y de ecotasas, sin que se detenga un ápice el trazado de autopistas, las líneas del TAV o la depredación urbanizadora. Desarrollismo tradicional contra desarrollismo ambientalista. Evidentemente, los costos de la dominación se han disparado con la polución, el calentamiento global y el cénit de la producción de petroleo, situación que el mercado no puede resolver como en ocasiones anteriores. Tampoco el despegue del sector económico medioambiental es suficiente. La pervivencia del capitalismo necesita una movilización general a escala local, nacional e internacional, de todos los dirigentes en pro de la explotación laboral y social reconvertida, en pro del modo de vida sometido a los imperativos del consumo renovado; el Estado, en tanto que mecanismo de coerción, resulta de nuevo rentable. Esa es la carta del ecocapitalismo y de sus servidores de izquierdas o de derechas. No es descartable que el proceso de reconversión pueda encontrar serias resistencias en la población que lo sufre, por lo que han de desarrollarse formas de control social adecuadas, empezando por las escuelas, los medios de comunicación, la asistencia social, etc., hasta llegar a la policía y el ejército. El capitalismo y la burocracia no tienen ideales que realizar sino un orden que defender, a escala local y mundial. Para ellos los problemas en política exterior y los conflictos sociales son directamente problemas de seguridad, que en último extremo se resuelven manu militari. El ecofascismo será la forma política más probable del nuevo reino ecológico de la mercancía.


En ausencia de luchas serias, o lo que es lo mismo, en ausencia de la conciencia histórica, aparecen al lado de seudorreformistas que nos venden su “pragmatismo” y sus “pequeñas conquistas” en favor de la política institucional y del modelo capitalista, verdaderos utopistas que nos hablan de “convivialidad”, pues para ellos el remedio a tanto mal no ha de venir de una lucha de liberación sino de la aplicación pacífica de una fórmula milagrosa, en este caso la del “decrecimiento.” Las medidas a realizar no van a resultar de un conflicto nacido del antagonismo de un sector de la población con el conjunto de la sociedad industrial y consumista, sino de una serie de iniciativas particulares convivenciales, de buen rollo, a ser posible incentivadas institucionalmente y defendidas por partidos, “redes” o ONGs, que tengan la virtud de convencer de las ventajas de salirse de la economía. Los partidarios del “decrecimiento” desconfían de las vías revolucionarias: sobre todo, que no pase nada. Y nada puede pasar puesto que el capitalismo tolera un cierto grado de autoexclusión en la sociedad que coloniza, pues de hecho buena parte de la población mundial está excluida del mercado y vive al margen de las leyes económicas. Incluso puede sacar beneficios de la autoexclusión a través de programas de ayuda, turismo alternativo y subvenciones. Es lo que los expertos llaman economía del “tercer sector”. Sin embargo, no se trata de modificar gradualmente los márgenes de la sociedad capitalista, sino de fundar una sociedad nueva. Transformar el mundo, no refugiarse en islotes. Y para ello el conflicto ha de surgir con fuerza y desplegarse, de modo que parta la sociedad en dos bandos irreconciliables. Un bando querrá abolir las relaciones de producción y consumo, acabar con la explotación del trabajo y liberar la vida cotidiana, salvar el territorio y volver al equilibrio con la naturaleza. El otro, querrá a toda costa defender el statu quo industrial y desarrollista. Ningún programa convivial podrá solucionar los problemas acarreados por el capitalismo, porque al apostar por la pacificación impide que la crisis ecológica devenga crisis social, cuando hay que hacer precisamente de lo contrario, o sea, tensar al límite la cuerda de la opresión que mantiene unidos los diversos sectores sociales para provocar una fractura social irreparable. Cuando las víctimas del capitalismo decidan adaptar la vida a condiciones humanas controladas por todos y pongan en pie sus contrainstituciones, entonces será el momento de los programas transfomadores y de las verdaderas experiencias autónomas que restituirán los equilibrios sociales y naturales y reconstruirán las comunidades sobre bases libres. Una sociedad libertaria solamente podrá realizarse mediante una revolución libertaria.
jueves 19 de junio de 2008
Desde que el capitalismo se aposentó en el planeta no ha hecho otra cosa que destruir el medio natural para forjar uno propio donde crecer obligando a los individuos a adaptarse. La ciencia y la técnicas marketin adquirieron un impulso decisivo y un amplio desarrollo merced a las resistencias a tal adaptación, al punto que el capitalismo no solamente ha sabido superar todos los obstáculos, sino que los ha ido convirtiendo sistemáticamente en una oportunidad de expansión(por ej la publicidad). El crecimiento, tan inherente a su naturaleza, no se detendrá mientras la humanidad explotable y consumista exista, y ese es precisamente el nuevo desafío que el capitalismo tiene ante sí. El sistema productivo es a medida que crece más y más destructivo. La colonización mercantil del territorio y de la vida, del espacio y del tiempo, no puede detenerse sin cuestionar sus fundamentos, ni progresar sin poner en peligro la misma especie-con sus politicas-. En consecuencia, la crisis ecológica conduce a la crisis social. El capitalismo ha de seguir creciendo para que eso no ocurra, pero sin que la degradación que acompaña al crecimiento penetre en la conciencia de los consumidores. Para ello ha de improvisar medidas económicas, tecnológicas y políticas que a la vez que disimulen sus estrategias ydesaguisados, permitan convivir con ellos y sacarles partido. La producción y el consumo están, como dirían los expertos, ante “un cambio de paradigma”. Los hábitos de consumo, junto con las actividades empresariales y políticas, han de ejercerse de otra manera, obviamente no para salvar la naturaleza, ni siquiera para preservar la especie, sino para salvar al propio capitalismo. Por eso a los políticos el corazón se les hace verde. Por eso el capitalismo se vuelve ecologista.


El despertar de la conciencia ecológica fue temprano. Ya en 1955 Murray Bookchin había advertido sobre el peligro para la salud de los aditivos alimentarios, y en 1962 él mismo y la doctora Rachel Carson denunciaron el efecto nocivo de los psicofármacos y pesticidas. La abundancia prometida por el capitalismo se revelaba una abundancia envenenada. “La crisis está siendo avivada por aumentos masivos de la contaminación droga;o del aire y del agua; por una acumulación creciente de desperdicios no degra´dables, de plomo residual, de restos de pesticidas y aditivos tóxicos en la comida; por la expansión de las ciudades en vastos cinturones urbanos; por el incremento del stress debido a la congestión, al ruido y a la vida masificada; y por las injustificables cicatrices de la tierra como resultado de explotaciones mineras y madereras y por la especulación sobre el patrimonio. Como resultado la tierra ha sido expoliada en pocas décadas a una escala sin precedentes en la ocupación humana del planeta. Socialmente, la explotación y manipulación burguesas han llevado la vida cotidiana al nivel más extremo de vacuidad y aburrimiento. En tanto que sociedad, ha sido convertida en una fábrica y un mercado, cuya razón fundamental de su existencia es la producción en su propio beneficio y el consumo en su propio beneficio.” (Anarquismo y sociedad de consumo, 1967). La desruralización, la industria alimentaria, la quimicalización de la vida y la lepra urbanística impusieron un modelo de vida consumista y embrutecedor, egoista y neurótico, inmerso en un ambiente artificial y atomizante. Como conclusión de una época de revueltas -el gueto negro americano, el movimiento pacifista británico, los provos holandeses, la juventud alemana, mayo del 68, etc.- Guy Debord apuntaba: “La polución y el proletariado son hoy los dos lados concretos de la crítica de la economía política. El desarrollo universal de la mercancía se ha enteramente verificado en tanto que realización de la economía política, es decir, en tanto que ‘renuncia a la vida’. En el momento en que todo entró en la esfera de los bienes económicos, incluso el agua de los manantiales y el aire de las ciudades, todo devino mal económico. La simple sensación inmediata de los efectos nocivos y de los peligros, a cada trimestre más opresivos, que primero y principalmente agreden a la gran mayoría, es decir, a los pobres, constituye un inmenso factor de revuelta, una exigencia vital de los explotados, tan materialista como lo fue la lucha de los obreros del siglo XIX por la comida. Ya los remedios para el conjunto de enfermedades que crea la producción en este estadio de la producción mercantil son demasiado caros para ella. Las relaciones de producción y las fuerzas productivas han alcanzado al fin un punto de incompatibilidad radical, pues el sistema social existente ligó su suerte a la consecución literalmente insoportable de todas las condiciones de vida.” (Tesis sobre la Internacional Situacionista y su tiempo, 1972).


Aunque el planteamiento de la lucha de clases era puesto en términos históricos exactos, la capacidad del capitalismo por sobrevivir a sus catástrofes era infravalorada tanto como sobrevalorada la capacidad de la conciencia histórica para convertirse en fuerza subvesiva. Así, mientras los trabajos de Mumford, Charbonneau, Russell, Ellul o Bookchin pasaron casi desapercibidos, y la conciencia ecológica quedaba atrapada en el misticismo o el posibilismo, lejos de un proletariado indiferente, el capitalismo superó sus contradicciones cuantitativamente, con un salto hacia adelante, desarrollando una industria nuclear, incrementando la producción de automóviles, creando una nueva generación más peligrosa de pesticidas, innundando el mercado de productos químicos letales y lanzando a la atmósfera miles de toneladas de contaminantes gaseosos. Cuando en la década siguiente tales soluciones condujeron a catástrofes como las de Chernobil, Seveso, Bophal, la del Síndrome Tóxico producido por organofosforados y atribuido al aceite de colza, el agujero en la capa de ozono o el aumento del efecto invernadero, por no hablar de la destrucción de gran parte del territorio debida a la urbanización y el turismo, apenas hubo oposición y el movimiento ecologista que surgía de ella se convertía en el cómplice del capitalismo y el renovador de su política. Los dirigentes de la economía y del Estado, al contemplar las consecuencias catastróficas de su gestión, lejos de amilanarse se erigieron en campeones de la lucha contra el desastre, con la ayuda de expertos y ecologistas, proclamaron un estado de urgencia ecológico, es decir, una economía de guerra que movilizaba todos los recursos, naturales y artificiales, para ponerlos al servicio del desarrollismo global, incorporando el coste ambiental, o sea, el precio de la reconstrucción paisajística y los gastos necesarios para fijar un nivel de degradación soportable. La Encyclopédie des Nuisances fundó su causa en la denuncia de esa operación de maquillaje como coartada ecológica de la dominación: “El ecologismo es el principal agente de la censura de la crítica social latente en la lucha contra los fenómenos nocivos, es decir, esa ilusión según la cual se podrían condenar los resultados del trabajo alienado sin atacar el propio trabajo y a la sociedad fundada en su explotación. Ahora que todos los hombres de Estado se vuelven ecologistas, los ecologistas no dudan en declararse partidarios del Estado... Los ecologistas son en el terreno de la lucha contra los fenómenos nocivos, lo que son en el terreno de las luchas obreras los sindicalistas: meros intermediarios interesados en la conservación de las contradicciones cuya regulación ellos mismos aseguran... meros defensores de lo cuantitativo cuando el cálculo económico se extiende a nuevos dominios (el aire, el agua, los embriones humanos, la sociabilidad sintética, etc.); en definitiva, son los nuevos comisionistas de la sumisión a la economía, el precio de la cual ha de integrar ahora el costo de “un entorno de cualidad”. Ya podemos vislumbrar una redistribución del territorio entre zonas sacrificadas y zonas protegidas, coadministrada por expertos “verdes”, una división espacial que regulará el acceso jerarquizado a la mercancía-naturaleza.” (Mensaje dirigido a aquellos que no quieren administrar la nocividad sino suprimirla, 1990).


La optimización mundial de recursos se materializó en cosas como la agricultura transgénica, el mal de las vacas locas o la gripe aviar; de hecho el estado de urgencia ecológico denunciado por la EdN convirtió el planeta en un inmenso laboratorio de experimentación tecnocientífica, y a toda su población en cobayas. La catástrofe perdió su carácter nacional y con la globalización se salió del ámbito estatal. La crisis ecológica no podía circunscribirse a determinadas zonas superindustrializadas y requería medidas globales. Así nacieron las cumbres mediambientales que entre 1988 y 1997 fijaron las pautas del desarrollo capitalista para los años venideros: Toronto, Río de Janeiro, Copenhague y Kyoto. En ellas se lanzaron fórmulas creativas para salvar el desarrollo y combatir el cambio climático sin modificar el sistema dominante: agendas 21, desarrollo sostenible, desarrollo social, desarrollo local... Puras contradicciones terminológicas, puesto que el desarrollo nunca es local, social o sostenible, ya que el capitalismo nunca funciona en interés de la localidad, de los oprimidos o de la naturaleza. Pero lo que tienen claro los dirigentes de la economía mundial es que ningún eufemismo desarrollista, aun sosteniéndose en tecnologías modernas, puede funcionar sin las medidas políticas y sociales capaces de reeducar a la población en los nuevos hábitos consumistas que las hagan rentables, pues es la adopción masiva de dichas tecnologías lo que abarata su aplicación y estimula las iniciativas empresariales en esa dirección. La lucha contra el cambio climático puede verse favorecida objetivamente por el encarecimiento imparable del petróleo y demás combustibles fósiles, pero corresponde a los “poderes públicos”, es decir, a los políticos, al menos en una primera fase, promover el negocio medioambiental obligando a la población a consumir productos y servicios catalogados como “respetuosos con el medio ambiente”, o imponiendo una “nueva fiscalidad” que reconcilie la “cultura empresarial” con la naturaleza y que penalice las viejas costumbres contaminantes y el despilfarro energético, normales hasta ayer, pero hoy punibles por el bien de la economía. Y de esta manera, el Estado, los partidos, las instancias internacionales, y en menor medida los “foros sociales”, las ONGs y los “observatorios” de sostenibilidad, ejercen el papel de mecanismos reguladores, auxiliares del mercado mundial, que habían perdido en los inicios de la globalización. De golpe, el control de la producción de cemento, fertilizantes o fibras sintéticas, el reciclaje de residuos, la construcción de nuevas centrales nucleares, de desaladoras o de campos de golf, la inversión en energías renovables o el cultivo de agrocombustibles, se convierten en decisiones políticas. Y al mismo tiempo, todos los dirigentes económicos y políticos se descubren ecologistas. El aislamiento térmico, la iluminación de bajo consumo, las nuevas directrices para la edificación o la fabricación de motores para vehículos, y, en general, la reestructuración de todo tipo de actividades, exigen una potente financiación a la que no acompaña una rentabilidad suficiente y que, por lo tanto, el mercado no puede asumir. Toca al Estado y a la burocracia política arrimar el hombro.


Las preocupaciones ecológicas de los dirigentes obedecen a la mercantilización total del planeta provocada por la necesidad constante de crecimiento del capital. Las destrucciones provocadas por el desarrollo de la producción son de tal magnitud que exigen una gestión controlada no sólo de los medios de producción y de las fuerzas productivas, sino del territorio, de su cultura y su historia, de la flora y la fauna, del agua y del aire, de la luz y del calor, ahora convertidos en “recursos”, es decir, materias primas de actividades terciarias y fuerzas productivas de nuevo tipo. La revitalización institucional que el cambio productivo y la “seguridad energética” demandan ha puesto de nuevo en circulación al partido del Estado, o sea, a la burocracia politico administrativa, y no hablamos sólo del conglomerado de socialdemócratas, neoestalinistas, verdes y ciudadanistas. Un reformismo aparente se erige como doctrina de moda que hasta los conservadores y derechistas aceptan, pues todo el mundo comprende que hay que contener a los refractarios, alejar el horizonte de la catástrofe y ganar tiempo para la economía. Frente a un capitalismo contrario a trabar el desarrollo mediante el control de emisiones, un capitalismo sospechosamente altruista presenta el rostro humano de la destrucción hablando de sostenibilidad y de educación ciudadana, de consumo responsable y de eficiencia energética, de paneles en las azoteas y de ecotasas, sin que se detenga un ápice el trazado de autopistas, las líneas del TAV o la depredación urbanizadora. Desarrollismo tradicional contra desarrollismo ambientalista. Evidentemente, los costos de la dominación se han disparado con la polución, el calentamiento global y el cénit de la producción de petroleo, situación que el mercado no puede resolver como en ocasiones anteriores. Tampoco el despegue del sector económico medioambiental es suficiente. La pervivencia del capitalismo necesita una movilización general a escala local, nacional e internacional, de todos los dirigentes en pro de la explotación laboral y social reconvertida, en pro del modo de vida sometido a los imperativos del consumo renovado; el Estado, en tanto que mecanismo de coerción, resulta de nuevo rentable. Esa es la carta del ecocapitalismo y de sus servidores de izquierdas o de derechas. No es descartable que el proceso de reconversión pueda encontrar serias resistencias en la población que lo sufre, por lo que han de desarrollarse formas de control social adecuadas, empezando por las escuelas, los medios de comunicación, la asistencia social, etc., hasta llegar a la policía y el ejército. El capitalismo y la burocracia no tienen ideales que realizar sino un orden que defender, a escala local y mundial. Para ellos los problemas en política exterior y los conflictos sociales son directamente problemas de seguridad, que en último extremo se resuelven manu militari. El ecofascismo será la forma política más probable del nuevo reino ecológico de la mercancía.


En ausencia de luchas serias, o lo que es lo mismo, en ausencia de la conciencia histórica, aparecen al lado de seudorreformistas que nos venden su “pragmatismo” y sus “pequeñas conquistas” en favor de la política institucional y del modelo capitalista, verdaderos utopistas que nos hablan de “convivialidad”, pues para ellos el remedio a tanto mal no ha de venir de una lucha de liberación sino de la aplicación pacífica de una fórmula milagrosa, en este caso la del “decrecimiento.” Las medidas a realizar no van a resultar de un conflicto nacido del antagonismo de un sector de la población con el conjunto de la sociedad industrial y consumista, sino de una serie de iniciativas particulares convivenciales, de buen rollo, a ser posible incentivadas institucionalmente y defendidas por partidos, “redes” o ONGs, que tengan la virtud de convencer de las ventajas de salirse de la economía. Los partidarios del “decrecimiento” desconfían de las vías revolucionarias: sobre todo, que no pase nada. Y nada puede pasar puesto que el capitalismo tolera un cierto grado de autoexclusión en la sociedad que coloniza, pues de hecho buena parte de la población mundial está excluida del mercado y vive al margen de las leyes económicas. Incluso puede sacar beneficios de la autoexclusión a través de programas de ayuda, turismo alternativo y subvenciones. Es lo que los expertos llaman economía del “tercer sector”. Sin embargo, no se trata de modificar gradualmente los márgenes de la sociedad capitalista, sino de fundar una sociedad nueva. Transformar el mundo, no refugiarse en islotes. Y para ello el conflicto ha de surgir con fuerza y desplegarse, de modo que parta la sociedad en dos bandos irreconciliables. Un bando querrá abolir las relaciones de producción y consumo, acabar con la explotación del trabajo y liberar la vida cotidiana, salvar el territorio y volver al equilibrio con la naturaleza. El otro, querrá a toda costa defender el statu quo industrial y desarrollista. Ningún programa convivial podrá solucionar los problemas acarreados por el capitalismo, porque al apostar por la pacificación impide que la crisis ecológica devenga crisis social, cuando hay que hacer precisamente de lo contrario, o sea, tensar al límite la cuerda de la opresión que mantiene unidos los diversos sectores sociales para provocar una fractura social irreparable. Cuando las víctimas del capitalismo decidan adaptar la vida a condiciones humanas controladas por todos y pongan en pie sus contrainstituciones, entonces será el momento de los programas transfomadores y de las verdaderas experiencias autónomas que restituirán los equilibrios sociales y naturales y reconstruirán las comunidades sobre bases libres. Una sociedad libertaria solamente podrá realizarse mediante una revolución libertaria.