sábado, 27 de septiembre de 2008

Poéticas del Rock argentino.

LETRAS ROCKERAS ANALIZADAS EN UN LIBRO





En Poéticas del Rock, un grupo de teóricos convocados por Oscar Conde analizó temas de los Redondos, Sumo, Divididos, Fito Páez, Calamaro, Cerati y Bersuit Vergarabat.



El resultado es interesante y abre el debate.






Por Cristian Vitale





Tarea difícil ésta de encarar un análisis puntilloso, sistemático y holístico de la lírica del rock. Un género que, salvando excepciones, desnuda sensaciones, sentencias y visiones contradictorias que a menudo parten de una misma pluma, efecto –claro– de un mundo en constante movimiento. El mayor acierto de Poéticas del Rock (Olivieri Editor) fue precisamente reunir tópicos comunes en medio de cosmovisiones dispersas o solapadas; decodificar subjetividades muchas veces herméticas, y otorgarle una coherencia que, si se hurga fino, aparece. Oscar Conde, un ex profesor de la UBA que hoy da clase en el IES Nº1, Alicia Moreau de Justo, además de integrar la Academia Porteña del Lunfardo, decidió convocar a un puñado de alumnos y encargarles –se le llama compilador– el análisis de las letras de ciertas bandas. Bajo dos consignas clave (si la letra de rock debe o no ser considerada como un texto literario y qué puede tener el rock de “nacional”) pasó a papel los análisis a través de dos volúmenes: uno, dedicado al desmenuce de Moris, Manal, Tanguito, Arco Iris, Spinetta, León Gieco y Charly García, y el otro –de flamante edición– corriendo el almanaque hacia acá: Redondos, Sumo, Divididos, Fito Páez, Calamaro, Cerati y Bersuit Vergarabat.


“La premisa fue analizar en bloque las letras de un solista o una banda de rock, algo que, por lo que sé, nunca se ha hecho en nuestro país”, escribe Conde en el prólogo, en un intento por distanciarse de otros libros como La historia detrás de cada canción (Maitena Aboitiz) o Buenos Aires y el rock, de Adriana Franco, Darío Calderón y Gabriela Franco.


Redondos y Sumo conforman, tal vez, el núcleo duro del análisis. En el caso del grupo de Solari, Johanna Tonini –profesora de letras y ex columnista de la revista Mundo Redondo– tuvo que lidiar con el laberinto mental, claramente agotador, que implica tratar de decodificar el endemoniado mundo del poeta pelado. Con el título de “Liturgia de la resistencia”, Tonini escarbó en todas las letras de Solari hasta encontrar algunos anclajes comunes, y uno en especial: la necesidad de resistir como “idea omnipresente”.


Y bajo ella, elusiones, metáforas y sobreentendidos mediante, encuentra en “Todo un palo”, una crítica a Charly García y el star system del rock argentino en general; también la veta sadomasoquista en “Te voy a atornillar” o “Superlógico” o la metáfora foucaltiana de la ciudad como prisión que baja clara de “Preso en mi ciudad” y no tanto en “Vamos las bandas”, donde un policía, en tanto lente del sistema, se mete en tu casa (“¿Y cuánto vale dormir tan custodiado de expertos cínicos y botones dorados?”) o en las máquinas vigías que pasan volando el mundo de “Nueva Roma”. “Los temas de Los Redondos generan complicidades”, sentencia la autora, tratando de enlazar la complejidad natural de una lírica con su arraigo en las masas.


En el caso de Sumo, el análisis se vuelve más rico porque su autora, Constanza Molina, se encarga de traducir y decodificar letras que Luca compuso y grabó en inglés, y entonces aparece una subjetividad paralela, no muy transitada. Al abordaje redundante de “La rubia tarada”, le suceden otros más aprovechables, más cercanos al “corpus poeticus” de Prodan: la antinomia mundo adulto-amor de “No tan distintos”; el antirracismo explícito de “White Trash”; la resignación existencial de “Divididos por la felicidad”; la bronca entre escoceses e ingleses que emerge de “Crua Chan” y la mujer vista como una hermosa complicación –o como excusa para huir– que fluye de “Breaking Awai”, “No Good” y “Percussion Baby”, o el paralelismo entre las drogas y las chicas de “Ojos de terciopelo”... todo abundante y detalladamente explicado.


En el capítulo dedicado a Divididos, el logro de Darío Maroño –también profesor de letras– fue encontrar un camino paralelo entre el devenir de una lírica y el de la vida personal del compositor: “De la existencia crítica a la crítica de la existencia” anuda, a trazo grueso, el periplo recorrido por el trío entre 40 dibujos ahí en el piso (1989) y Vengo del placard de otro (2002).


“Letra y música se pertenecen recíprocamente, se fusionan volviéndose una sola cosa. Así, lo que examinaremos en el presente trabajo será algo fragmentado, despojado de su mitad fundamental. Pero no por eso exento de belleza e interés”, aclara Julia Louge –profesora de castellano y latín– en la intro de “Poética canalla”, la parte de Fito Páez, que no sólo le da un continente a su análisis, sino a la totalidad del libro. Las letras de Páez son vistas por la autora como una búsqueda ontológica que va por el camino hacia el amor, en tanto esencia individual, como “salvación” de la violencia urbana y el vacío existencial (“Quiero una fiesta en mi alma”). “Estudiar las letras de las canciones sin su contexto musical es amputarle al conjunto el canal embellecedor, la modulación de la palabra, que muchas veces completa el significado. Somos conscientes de la sustracción pero, desnuda de instrumentos y de entonaciones, la voz del autor se hace más audible y es en esos límites en donde nos hemos detenido”, explica María José Mascia, encargada de transitar el yo poético de Calamaro, tal vez el más explícito en términos de sexo, drogas y rock and roll, que alcanza su mayor expresión en temas como “Traicionero” (“El amor es traicionero, no se elige, no es sincero”). De ahí a la lírica de Cerati, sentenciada por Karen Koch como “la vidriera posmoderna”, y a Bersuit, definida por Matías González por tres grandes líneas: la arenga genital, la blasfemia política –”un escupitajo bilioso sobre el lifting del poder”, según el autor, y el ¡aullido teológico!, sintagma tomado de un pasaje bíblico. Buen intento.

MANUEL RIVAS - Sobre Héctor Germán Oesterheld.

Blogs Clarin ^ Carito ^ El desaparecido HGO.

MANUEL RIVAS 24/08/2008.


Un caso estremecedor de aniquilamiento de una familiade gente progresista, de artistas. Entre 1976 y 1978,los militares de la tétrica dictadura argentinapersiguierion, secuestraron, torturaron y asesinaron aHéctor Germán Oesterheld –el fantástico guionistade ‘El eternauta’, un personaje que creó escuela y yaes todo un clásico del cómic– y sus cuatro hijas. ‘Eleternauta’ fue su gran creación premonitoria del horror.
En el lenguaje de El Eternauta, Héctor GermánOesterheld (HGO) cumple ahora 87 años. Hijo de padrealemán judío y de madre vasco-española, HGO nació enBuenos Aires el 23 de julio de 1919. No hay fecha parasu muerte. En la historia dramática de la humanidad,tal vez el eufemismo más terrible es elde “desaparecido”. El dictador argentino Videla esautor del siguiente aforismo: “No están vivos nimuertos; están desaparecidos”. HGO es un desaparecido.El número 7.546 (en la lista Conade, Comisión Nacionalde Desaparecidos). Se sabe que en la Nochebuena de1977, sus captores le dejaron cinco minutos de visión,sin capucha, que saludó uno por uno a sus compañeros decautiverio y que cantó con un joven detenido-desaparecido la canción Fiesta de Joan Manuel Serrat.De forma premeditada, sus hijas también fueron hechasdesaparecer, por este orden: Beatriz (19 años), Diana(23), Estela (24) y Marina (18). HGO es uno de los másextraordinarios creadores de aventuras del siglo XX.Cambió el perfil del héroe. El Eternauta, su principalcreación, una estremecedora ficción premonitoria,atraviesa las fronteras políticas y de los génerosliterarios y se erige en un clásico para mayor númerode lectores cada día. Una obra homérica del cómic queinterpela al género humano.
Lo dijo El Negro
“Después de leer a Oesterheld ya no admitiríamos leercualquier cosa”. No lo dijo cualquier crítico boludo enun rapto magnánimo. Lo dijo El Negro. Lo dijo RobertoFontanarrosa. Respetado por cualquier barra, canallas obostas, y en cualquier cancha de fútbol o literatura.Incluso al fondo y a la izquierda, en cualquierredacción, donde se suelen sentar los censores. Y loscínicos. Eso lo dijo Enrique Medina, lo del lugar dondese sientan los censores. Tuvo el valor de ir allí, a laoficina de censura, justo antes del golpe, a preguntarpor su libro Las hienas, qué puntería. Y despuésrecibió una llamada de teléfono: “¡Sos boleta!”. Quémanía con los eufemismos. El miedo que meten loseufemismos. Mejor que te digan: “Se te ha acabado elpermiso del enterrador”. Bueno, a lo que íbamos. Haydos factorías maravillosas en la historia de Argentina:el fútbol y la historieta. El Negro Fontanarrosa era unexperto en ambas. Creo que el mejor cuento de fútbolque leí fue la historia de Cardaña, el número 5 delPeñarol, primero apodado El Hombre y más tarde, conmayor precisión, El Hombre de Neanderthal. Cardaña,bruto y sentimental, va a visitar por caridad alhospital a un niño en estado grave y aquel hinchabotija, con los días contados, recibe al ídolo como semerece: “¡Hijos de puta! ¿Cómo pueden perder con esoschotos del Nacional?”. Así era El Negro escribiendo. Nocedía ni un centímetro. Ni una lágrima gratis. Fue élquien vino a decir: “Y después de Oesterheld, ¿qué?”.
Escribir como un loco
Cuando estudiaba geología en la universidad, yatrabajaba de corrector y escribía historias como unloco. Cuando trabajaba como especialista en “oro yplatino” para el Banco de Crédito Industrial de laRepública Argentina, hacía notas de divulgación yescribía historias como un loco. Cuando andaba por losmontes y las llanuras como un Robinsón Crusoe escribíahistorias como un loco. Le ofrecieron trabajar en PatoDonald y aceptó, porque no era un apocalíptico de lacultura y lo que le gustaba era escribir historias comoun loco. Y escribió literatura infantil, mucha con elseudónimo de Sánchez Puyol. Fue un tiempo de esplendorpara el género en la Argentina de los años cuarenta ycincuenta, con Gatitos y Bolsillitos. Le gustabaescribir para la infancia. “Siempre al bebito se letrata como tonto”. Sería también una edad de oro parala historieta argentina, cuando fundó con su hermanoJorge la editorial Frontera y con dos publicacionesperiódicas que harían historia. Hora Certo y Fronterarondaban los 100.000 ejemplares. ¿Y qué hacía HGOmetido en la industria cultural? Escribir como un loco.En treinta años, los guiones para al menos 150 seriesde historietas en los que colaboró con medio centenarde dibujantes. Siempre prolífico y exigente. ¿Por quéeligió la historieta? ¿Podía haber sido un granescritor? Es muy enriquecedor hablar con Martín Mórtolay Fernando Oesterheld, sus nietos. “Quería romper esedilema tramposo de alta y baja cultura. No teníaprejuicios elitistas. Quería llegar a la gente y no loconsideraba incompatible con la calidad. Ésa es otra delas lecciones de El Eternauta, una obra de vanguardiaque llegó a la gente, una gran aventura, y unaliteratura extraordinaria”. Guillermo Saccomanno, enEscritura y memoria, plantea un sugerenteparalelismo: “Si el Martín Fierro, un poema criollo ypopular, pudo plantarse como la gran novela fundadorade nuestra literatura, ¿por qué no tirar de la cuerda yafirmar lo mismo de esta historieta que se llamó ElEternauta?”. Borges estaba cautivado por el universoOesterheld. Además, HGO era un extraordinariosuministrador de ciencia-ficción… Y no tan deficción. “Leía las revistas científicas más avanzadasde todo el mundo”, recuerda Elsa Sánchez, su mujer.Llenó Argentina, y otros países, de gente interesante.Ray Kilt, Sargento Kira, Indio Suárez, Bull Rocket,Ernie Pike, Ticonderoga, Randall the Killer, SherlokTime… Y el grupo, el héroe colectivo, de El Eternauta.Cuando pasó a la clandestinidad, y se sabía perseguidopor Los Ellos, ¿qué hacía Oesterheld? “Escribir como unloco”. Lo cazaron, lo hicieron desaparecer, lochuparon. ¿Qué hacía Oesterheld? Ana María Caruso,desde el cautiverio del centro clandestino de detenciónllamado Sheraton, consigue escribir una carta quefigura en el informe Nunca Más de la Comisión Nacionalde Desaparecidos: “Ahora está con nosotros El Viejo,que es el autor de El Eternauta y El Sargento Kirk. ¿Seacuerdan? El pobre viejo se pasa el día escribiendohistorietas que hasta ahora nadie tiene intenciones depublicarle”. Escribía como un loco.
Barro en los borceguíes
Nadie que haya leído El Eternauta admitiría leerdespués cualquier cosa. Le habrá cambiado la mirada. Esuna de esas obras que responden a la demanda de Kafka,la de “morder en la estupidez”. O a la de Cioran: “Unlibro ha de ser un peligro”.
–¿Qué hacer? ¿Qué hacer para evitar tanto horror?
¿Quién grita eso? Es el guionista, Oesterheld, al finalde El Eternauta. No está fuera, sino dentro, en unaviñeta. Una de las rupturas de Oesterheld fueimplicarse en la obra como personaje. Un atrevimientoformal, que acabará teniendo muchas implicaciones.Estamos en 1957. Francisco Solano López (Buenos Aires,1928) lo hace reconocible. Lo dibuja con sus trazos. Alcomienzo de la trama, El Eternauta se le aparece alguionista en la buhardilla donde trabaja y le relata suhistoria de aventurero perdido en la eternidad. Alfinal, El Eternauta consigue regresar a su hogar, consu mujer e hija, que le reprochan haber tardado mediahora en ir a buscar pan. ¿Media hora? El guionista, esdecir, Oesterheld, nuestro HGO, trata de disuadir a ElEternauta. ¡Todo lo que le ha contado, todo lo que seavecina! La nevada mortal. La invasión dirigida por unpoder oscuro, Los Ellos, que utilizan para suspropósitos a los monstruosos Cascarudos y a losinteligentes Manos, esclavos del miedo, que a su vezconvierten a los humanos supervivientes en hombres-robot. Pero El Eternauta ya no reconoce al guionista.Ha perdido la memoria del futuro al volver al pasado.La memoria es transferida al guionista. ¿Quién es ahoraEl Eternauta?
Estamos en 1957. HGO grita desde el tebeo: “¿Qué hacer?¿Qué hacer para evitar tanto horror?”. Es en la primeraversión de El Eternauta. En 1969 habrá una segundaversión, dibujada por Alberto Breccia, y en la que lascoordenadas geopolíticas son más concretas. Lapublicación resulta muy polémica. La revista Gentefuerza el final. El Eternauta empieza a ser unpersonaje inquietante, demasiado verosímil. En 1976,con dibujo de Solano López, se publica una prolongaciónde la aventura, una segunda parte. Se trata de unproceso muy accidentado. Guionista y dibujante apenasse ven. A HGO le pisan los talones Los Ellos. Dictacapítulos desde cabinas telefónicas. Las últimas vecesque acudió a la editorial Récord, donde iba a publicarEl Eternauta II, siempre andaba a deshoras, como unasilueta. Sólo lo delataba “el reguero de barro seco desus borceguíes” en la alfombra. Y es que HGO, entreotros lugares, buscaba refugio en la isla de Tigre.
La tecnología del infierno
Habían llegado Los Ellos, como llamaría El Eternauta alos dictadores. En el prólogo de Ernesto Sábato para elinforme Nunca Más, donde se documentan los horrores dela dictadura y la usurpación del Estado por una mafiauniformada, se dice: “De nuestra información surge queesta tecnología del infierno fue llevada a cabo porsádicos pero regimentados ejecutores”. Entre miles dedesaparecidos, la “tecnología del infierno” se llevó aHGO y a sus cuatro hijas. Habían pasado a laclandestinidad cuando comenzó la dictadura argentina,que se prolongaría durante siete años crueles (1976-1983). El único cuerpo que pudo recuperar Elsa fue elde Beatriz. Ella, con 19 años, fue la primera víctimade Los Ellos. El 19 de junio de 1976 llamó a la madre yse citaron en una confitería. Dos días después, en untren, camino del trabajo, un joven trajeado, muynervioso, se acercó a Elsa para decirle que su hijahabía sido secuestrada por una patota o “grupo detareas” del Ejército. Elsa Sánchez de Oesterheldcomenzó el peregrinaje para recuperar a Beatriz. Pero,en verdad, había caído una “nevada mortal” sobreArgentina. Se encontró con muros de silencio. Conconocidos que la desconocían. Incluso un sobrino ysacerdote poderoso, Jorge Oesterheld, hoy portavoz dela Conferencia Episcopal argentina, prefirió “mirarhacia otro lado”. Elsa fue consciente también de que sehabía convertido en un “peligro” para sus hijas. Todossus movimientos eran vigilados para llegar a ellas y aHGO. De alguna forma, ella también era una desaparecidaen aparente libertad. El exterminio programado de lafamilia de HGO siguió adelante. El 4 de julio de 1976,en Tucumán, cayó Diana, de 23 años, embarazada. El 27de abril de 1977 fue secuestrado HGO. El 14 dediciembre del mismo año desaparece Estela, de 24 años.Su última carta lleva esa fecha. En ella dice: “Mamita:Marina hace un mes que no está con nosotros”.Significa: Marina ha desaparecido. Tenía 18 años.
La tortura metafísica
Inspirados en el nazismo, el franquismo y la guerraargelina, Los Ellos, con sus patotas de Gurbos,Cascarudos, Manos y Hombres-Robot, aplicaron latecnología del infierno a una escala industrial. Parahacer desaparecer los cuerpos utilizaron una variantediferente de la incineración: los vuelos de la muerte.Quizá calcularon que la desaparición submarina de milesde personas sería inodora, inocua, imperceptible. Elmayor detective de la historia, Sigmund Freud, habíaescrito: “Censurar un texto no es difícil, lo difíciles borrar sus rastros”. Los verdugos ignoraban que elcuerpo humano es también un texto. Y ésa es la verdadde fondo de El Eternauta, su potencia pasados tantosaños. “La persistencia de El Eternauta es en sí mismauna práctica de la memoria”, escribe Judith Filc. En elprimer aniversario del golpe militar, el 24 de marzo de1977, otro genial eternauta argentino, el escritorRodolfo Walsh, compañero en muchos sentidos de HGO,envía por correo y distribuye clandestinamente la Cartaabierta de un escritor a la Junta Militar, uno de lospasquines de denuncia más estremecedores de lahistoria, en el que da a conocer al mundo la dimensióndel genocidio, con 15.000 desaparecidos en aquelentonces. “Han llegado ustedes a la tortura absoluta,intemporal, metafísica”. La palabra metafísica aquí,asociada a la tortura, pierde toda su abstracción paraexpresar lo inconmensurable del horror carnal. Una delas veces que registraron su antiguo domicilio, dondesólo vivía Elsa, el oficial cascarudo al mandodel “grupo de tareas” explicó que andaban a la caza deHéctor, El Judío. Elsa replicó que era hijo de unestanciero alemán y madre española. Añadió: “Y si esjudío, ¿qué?”. Entre los precedentes que inspiraron aLos Ellos para poner en marcha la “tecnología delinfierno”, la tortura y desaparición forzada de milesde personas como HGO y sus cuatro hijas, figuranmétodos nazis como el decreto Nacht und Nebel, derivadode la orden de Hitler: “En la noche y en la niebla”. Eltexto de este decreto, reconstruido en el tribunal deNuremberg, desaconsejaba la entrega del cuerpo deleliminado a su familia. Se trataba de “diseminar elterror” para minar toda resistencia. En el tiempo enque fue detenido HGO, en 1977, el general Ibérico SaintJean, gobernador de la provincia de Buenos Airesdurante la dictadura, y bajo cuyo mandato se produjo laNoche de los lápices (desaparición y asesinato de ungrupo de adolescentes), declaró en público y esta vezsin eufemismos: “Primero mataremos a los subversivos;después, a sus simpatizantes, y por último, a losindiferentes”.
Entre los miles de desaparecidos figuran cien poetas,escritores y guionistas de historietas. Otro de LosEllos, un colega militar del general Ibérico, elentonces jefe del III Cuerpo, Luciano Menéndez, yresponsable de la mayor quema de libros, efectuada el29 de abril de 1976, declaró: “De la misma manera quedestruimos por el fuego la documentación perniciosa queafecta al intelecto y nuestra manera de ser cristiana,serán destruidos los enemigos del alma argentina”. LosEllos, como Creonte, castigando más allá de la muerte.Gritándole a Antígona, a las hijas de Oesterheld: “Situ naturaleza es amar, ve entre los muertos y ámalos.Mientras yo viva, no mandará una mujer”.
Torturar a Ernie Pike
Cuando creó Ernie Pike, uno de esos grandes personajesque cambiaron el perfil del héroe, para hacer tiposcomplejos, de madera humana y no de palo, los primerosepisodios los dibujó Hugo Pratt. Y él se quedó perplejocuando vio la historieta: El rostro de Ernie Pike,corresponsal de guerra que siempre pone en duda lasversiones oficiales, era el suyo.
Eso también lo supieron ver los torturadores.Reconocieron en HGO a Ernie Pike. Así que le pegaronduro a Ernie Pike.
Elsa Sánchez de Oesterheld me cuenta otra historia quela dejó sin habla. Hace unos años, en 2002, al términode un acto, se le acercó una mujer que había estadodetenida-desaparecida en la Esma (Escuela de Mecánicade la Armada, desde donde se calcula que se hicierondesaparecer cerca de 5.000 personas) y que habíasobrevivido al cautiverio. Era médica de profesión y lecontó que un día Alfredo Astiz, oficial de la Esma,conocido como El Ángel de la Muerte, sacó de un cajónde su mesa un libro y le dijo, más o menos: “Toma, leeesto. Es el mejor libro de Argentina”. Se trataba de ElEternauta. Allí, uno de los personajes selamenta: “Todos desaparecidos… como si no hubieranexistido nunca”.
Un encargo para HGO
Estamos en 2008. El 23 de julio, de vivir, HéctorGermán Oesterheld habría cumplido 87 años. Su condiciónterrenal es la de “desaparecido” forzado. Fuesecuestrado por uno de esos eufemismos criminalesdenominados “grupos de tareas” y estuvo recluido en almenos tres cárceles clandestinas, es decir, no-lugares,Campo de Mayo, El Vesubio y Sheraton, donde se leconocía como El Viejo. Los indicios, las evidenciascircunstanciales, hacen suponer que HGO murió aprincipios de 1978. No hay cuerpo. La negación era larespuesta sistemática a los miles de recursos de hábeascorpus. Por lo que se sabe y va sabiendo, HGO, alprincipio, sufrió maltrato y tortura. Después,promovido por un militar, hubo un intento de implicarloen la escritura de una biografía del liberador SanMartín. Al fin y al cabo, Oesterheld había triunfadocomo biógrafo. Ya en 1951, cuando hacía literaturainfantil, Perón quiso que le escribiera una biografía.Supo decir que no. Su mujer, Elsa, piensa que desde queescribió La vida del Che, ilustrada por Alberto Brecciay su hijo Enrique, HGO estaba marcado. Se publicó en1968, en plena dictadura de Onganía. El editor le habíapropuesto que apareciese como obra anónima, pero Héctorrespondió: “Un personaje como el Che no merece que sutrabajo se haga a escondidas”. Tuvo un éxitofulgurante. La primera edición se agotó en un mes. Perola editorial fue allanada. Breccia y Oesterheld,amenazados de muerte. Luego ocurrió algo curioso. Unallamada desde la Embajada de Estados Unidos. Lepropusieron algo similar, una biografía de ese estilo,tan viva, tan directa, pero dedicada a John F. Kennedy.HGO declinó. Ya estaba preparada la de Evita. No seeditó. Se habían acabado las biografías. ¡Y ahora en elcautiverio le vienen con San Martín! No se sabe adóndellegó ni qué fue de las notas. ¿La vida de San Martíncontada por Oesterheld? Los Ellos se habrían dadocuenta del desliz: de realizarse la biografía, tendríanque hacer desaparecer a San Martín. Las estatuas sepondrían a hablar. Tendrían que arrojarlas al fondo delmar.
Una extraña visita
La mayor tortura a la que debieron de someter aOesterheld, además del tormento físico, fue mostrarlelas fotos de sus hijas muertas. Allí estaban Los Ellos,al estilo Creonte, castigando más allá de la muerte.Mostrando los cuerpos sucesivos de Antígona. A Elsasólo le devolvieron el cuerpo de la primera eliminada,Beatriz, de 19 años. “La que más se parecía al padre”.Después cayó Diana, de 23 años, con su pareja, Raúl. Latercera fue Marina, de 18 años. Sobrevivía Estela, lamayor, de 24 años. Existe un testimonio de cuandoestaba cautivo en la cárcel clandestina del Campo deMayo. Juan Carlos Scarpatti contó: “Yo no lo conocíapersonalmente y… bueno, me llamó la atención. Lo vi,digamos, como golpeado, o sea, como con mucha angustiay… bueno, me acerqué, le pregunté qué le pasaba. Medijo que le habían mostrado las fotos de las hijas…muertas”. Pero la noticia de la caída de Estela y de sumarido, también llamado Raúl, la tuvo cuando loscarceleros del Sheraton le dijeron que tenía una visitaespecial. El hotel Sheraton, eufemismo del chupadero,el no-lugar, era otro centro de detención clandestino,situado en un sector oculto de la comisaría de VillaInsuperable, dentro de la ciudad. Era el 14 dediciembre de 1977. La “visita especial” era de un niñode tres años. Su nieto Martín. Ese día habían matado alos padres. El recuerdo de Martín ahora es el de haberestado sentado horas con su abuelo “en un pasillohorrible con paredes de látex azul brillante”. Nopodemos dejar de verlo como un episodio de El Eternautaarrancado a la realidad. El Viejo y el nieto que apenasha podido conocer, juntos en un no-lugar, en unchupadero de gente. Hay 800 niños robados en la épocade Los Ellos, de los que sólo 90 han podido serdevueltos a sus familias originarias. Otra ramificaciónde la “tecnología del infierno”. De hecho, dos nietosde HGO y Elsa, bebés de Diana y Marina, forman parte delos desaparecidos. La aparición de Martín en elchupadero, el que alguien decidiera llevarlo con ElViejo, a quien se suponía muerto, tiene unainterpretación morbosa, pero también se puede ver a laluz de El Eternauta. Tal vez fue cosa de un Mano. LosManos, subalternos muy inteligentes de los Ellos, sehacen desobedientes cuando deja de funcionarla “glándula del horror”. Por una vez, Oesterheld diouna dirección. La de los padres de Elsa. Y de allí,Martín fue llevado con la abuela. Antígona, desde lamuerte, enviaba una señal.
El gorrión peleador
Ana di Salvo, psicóloga, compañera de cautiverio de HGOen el centro de detención ilegal de El Vesubio, mecuenta que se mantenía distante, desconfiado. Eso fueen mayo del 77, así que no hacía mucho que lo habíandetenido. “Nos dijeron: ‘Va a venir El Viejo’. Yo, alprincipio, no sabía quién era. No sabía la historia deEl Eternauta. Él tenía un problema en la piel, granosen la cara y en la cabeza. Había una doctora entre laschicas prisioneras y le ofrecimos una pomada. Pero élno quiso. Desconfiaba. Una noche en que hacía muchofrío, dormía en un suelo de madera, le dimos unafrazada. La aceptó. Pero con desconfianza. Por lamañana se lo llevaban y lo traían a la noche. Comentóque lo tenían haciendo una historia sobre San Martín.Le hablé de mi hijo Luciano. Le pedí un poema, unapequeña historia para él. Pero no hubo tiempo. Despuésde estar desaparecida sin explicaciones durante 73días, me devolvieron a casa. Todo el tiempo pensandoque te van a matar. Y en el trayecto, ante el paisaje,uno de los secuestradores comenta: ‘Buen sitio paravenir a cazar’. Y yo, no sé cómo, le digo: ‘Hay querespetar la veda’. Se quedó perplejo. Las cosas sucedenasí. Mi hijo Luciano, a la vuelta, me rechazaba.Pensaba que lo había abandonado a propósito. Un día lecompré un cuento infantil titulado Chipió, elgorrioncito peleador. A Luciano le gustaba mucho lacara de aquel pajarito. Aprendió a leer con él. Mereconcilió con él. Yo no sabía que lo había escrito ElViejo. Usaba seudónimo. Muchos años después, en unaexposición sobre Oesterheld, le conté la historia aMartín, su nieto, y él me dijo: ‘En ese cuento estabalo que mi abuelo escribió para tu hijo”.
La última carta
Lleva por fecha el día que la asesinaron, el 14 dediciembre de 1977. La última carta de Estela a sumadre. Es breve, escrita con una intensa premura, perosin desaliño, con una caligrafía que intenta nodesfallecer. Cada carta, cada nota, en aquellos días,tenía una textura nerviosa. Da la impresión de que lacarta a Elsa es también una carta necesaria que Estelase escribe a sí misma. No es difícil imaginarlamurmurando hacia dentro, empujando el trazo para darlea Elsa la noticia de la muerte de Marina sin nombrar lamuerte. Como en El Eternauta, el tiempo de la carta esun Continum 4, una especie de futuro delpretérito: “Marina ya no está con nosotros y ese dolorya no hay nada que lo pueda mitigar, pero quiero quesepas que murió heroicamente como vivió”. Consonantes yvocales se apiñan en un presente recordado: “Creo quetenemos que estar orgullosos de ella, como de Bi (porBeatriz), de Di (por Diana) y de Dad (por Héctor), yquiero que sepas que estoy orgullosa de vos (porElsa)”. Esta última afirmación tiene mucho significado.Va más allá de la cortesía filial. Todos los citadoshan desaparecido. La feliz camada de Beccar está apunto de ser exterminada. Elsa, la madre,antiperonista, tan racional como intuitiva, “muycelta”, dice ella, no les ha acompañado en sucompromiso revolucionario. Ha discutido con dureza conHGO, con el hombre que ama. Sí, está de acuerdo con él.Es una juventud maravillosa. Culta, rebelde, linda. Lamejor generación que tuvo Argentina. Como Héctor, Elsacomparte su música, salta de Mozart a Janis Joplin,¿por qué no?, sus gustos artísticos, su estilo de vidalibre, una sexualidad sin tabúes, su aversión a lainjusticia. Todo eso, dice Elsa, lo compartía. Peroella, la mujer que fue tan feliz en Beccar, en aquellacasa que era a la vez como el taller del artistaromántico, donde “todo bullía y cantaba”, donde todosllegaban y nadie quería marchar, nadie quería apagar laluz, las chicas no querían ir a fiestas ni a clubes,donde encontraban “gente tonta”, no, no, querían estarallí, en Beccar, con sus amigos y los de los padres,dibujantes, músicos, artistas, escritores, gente quetraía historias; ella, que conoció el paraíso, pudodistinguir bien el traqueteo de la maquinaria delhorror que se acercaba. Sí, discutió con HGO. Noacababa de asumir aquella metamorfosis en el Oesterheldque quería y admiraba, el hombre tranquilo, ilustrado,progresista y más bien libertario, por la influencia desus amigos anarquistas españoles exiliados, con esamirada antidogmática que es la de sus héroes. HGO noera nada elitista. Su propia opción literaria, el guiónde historieta, lo demuestra. Pero denostaba elpopulismo peronista. HGO cambió.
Su obra principal contiene también las huellas de unabiografía subyacente. Entre el primer Eternauta (1957)y la segunda versión (1969) hay una revolución óptica.Las referencias geopolíticas se hacen muy concretas.América Latina es abandonada a su suerte. Y Ellos, lososcuros poderes cósmicos, son las grandes potencias.HGO se radicalizó, pero también el suelo se movía a lospies. Las hojas del calendario se caían de miedo yasco. El golpe de Aramburu, en 1956, con la OperaciónMasacre, que contará de forma genial Rodolfo Walsh. Elgolpe de Onganía, en 1966, con la noche de los bastoneslargos, cuando fueron cruelmente apaleados losprofesores y alumnos de la Universidad de Buenos Aires,mientras eran conducidos a los coches celulares. Elmandato de Lanusse, en 1972, con la masacre de Trelew.En todo este calvario de desdichados fastos ycalamitosas salvaciones, el país vio una “chispa deesperanza” en la gran movilización cívica que arrancócon el cordobazo. A continuación, y acudiendo a laoftalmología, podríamos decir que se pasó de unestrabismo divergente a otro convergente. Y el punto deconvergencia fue otra vez Perón. Gran parte de laizquierda argentina se injertó en el tronco peronista.Para muchos era la esperanza posible. Una alianzafrente a Los Ellos. Y allí estaba HGO con sus hijas.Elsa, no. Elsa mantenía la distancia cuando de lamúsica se pasaba a las palabras. Y allí estaba tambiénRodolfo Walsh con sus hijas Vicky y Patricia. Casisiempre se cita A sangre fría, de Truman Capote, comoobra inaugural de la narrativa del “nuevo periodismo”.Es por ignorancia hemisférica. La primera fue Operaciónmasacre, de Rodolfo Walsh, en 1957, el año en que naciótambién El Eternauta. Walsh, de origen irlandés, eraentonces también antiperonista. Prefería jugar alajedrez que la política e incluso la literatura. Peroun día, camino de casa, oyó el grito de un soldadomoribundo: “¡No me dejéis solo, hijos de puta!”.
Pero la vuelta de Perón, el gran día de la resurrecciónnacional, pasará a la historia por la “matanza deEzeiza”. Allí, en el aeropuerto, se inició elexterminio de la “juventud maravillosa”. Más de treintamuertos y trescientos heridos en el que iba a ser eldía más feliz. El halago se convirtió en condena:la “juventud imberbe”. Perón falleció cuando seacercaba el día de la “nevada mortal”. El prócer habíaregresado con la momia de Evita y con un espectro deEvita, Isabel, manejado por un siniestroprestidigitador, el secretario López Rega, organizadorde la Triple A, que mezcló la brujería con laproducción industrial de la muerte. Se multiplicó eldoble empleo. Muchos que ejercían de día de jefes depolicía ejercían de jefes de la Triple A de noche.Hasta que vino el gran eufemismo. El Proceso deReorganización Nacional. Es decir, el golpe militar contoda su red de poderosas complicidades. Era el régimende Los Ellos. Y se puso en marcha, a pleno rendimiento,la “tecnología del infierno”. Walsh denuncia: “Las 3 Ason hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden noes el fiel de la balanza entre ‘violencias de distintosigno’ ni el árbitro justo entre ‘dos terrorismos’,sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumboy sólo puede balbucear el discurso de la muerte”. Lacarta de Estela a Elsa terminaba diciendo: “Hay muchopor dar todavía en esta vida y muchas razones paraseguir adelante”. Ese día, después de enviar la carta,la cazaron.
Oesterheld,Hugo Pratt y Elsa
“Él escribía a mano. Odiaba la máquina de escribir. Poreso aprendí taquigrafía y mecanografía. Para ayudarle.Después de casarnos, pasamos cuatro años en undepartamento chico, en el barrio Desarrollo. Élentonces investigaba minerales. Amaba la naturalezaáspera, dura. La estepa donde no había nada.
Cuando lo conocí era un misántropo.
Nacieron una tras otra las nenas. Ya dibujaba. ‘Papu,dibujitos’. Les hacía monigotes todo el tiempo. Leíatodo. Recibía revistas en alemán, italiano, inglés,francés. Tenía muchísima información. Le interesabanlos descubrimientos científicos, todo aquello que semovía en el límite de la ciencia-ficción. A Borges leencantaba charlar con él. Las chicas se enteraron. Undía se fueron los cinco. Y allí estuvieron con él, enla penumbra de la Biblioteca Nacional.
Sí, tenía conocimientos extraordinarios,enciclopédicos. Un día, Hugo Pratt le muestra muy ufanounos dibujos. Un nuevo héroe. Un soldado en la época dela conquista del Oeste. Héctor le dice: ‘Está muy bien,pero tendrás que volver a dibujarlo. No puede llevarese tipo de arma. La culata no era así’. Hugo se sentó,suspiró, gritó: ‘¡Lo mato, lo mato! Dime, HéctorOesterheld, ¿a quién le va a importar cómo era laculata?’. ‘A mí’, respondió Héctor.
Todo estaba lleno de libros. También el garaje. Todo.Leía sesenta o cien historias a la vez. Así que Héctorse levanta. Va hacia el garaje. Un pandemonio. Cuandome ponía a arreglarlo, él se desesperaba. Revuelve enla maraña. Y al final vuelve con lo que buscaba en lamano. Se lo pasa a Hugo.
–Aquí está –le dice–. Así debe ser el arma.
Era muy deportista. Jugaba al tenis. El fútbol legustaba, pero para verlo. Tenía una fijación con elestadio del River. Cuando iba al centro, siempre sepasaba por allí. Y es en ese estadio donde transcurreuna batalla decisiva de El Eternauta. Fue un tiempoidílico, un paraíso, la casa de Beccar. Eso ya loconté, ¿verdad?
Cuando llegaron los dibujantes italianos, eso fueantes, también fue una época maravillosa. Entre ellos,Hugo Pratt. ¡Medio locos, los tanos! Era un lindomuchacho. Tenía un carisma único. Todos los días secaía por casa. Venía con apetito. Le preparaba algopara cenar. Había amigas que me preguntaban: ‘¿Vos note enamorás de este chico?’. Todas se enamoraban…”.
¿Y?
Elsa, la Elsa que recuerda, también está ahora en lacocina preparando algo para cenar. Uno se imagina allí,en el quicio de la puerta, en Beccar, a Corto Maltés,el mítico personaje de Pratt. Murmuro: “Tal vez era élel enamorado”. Elsa escucha en silencio. Y zanja laconversación sobre amores con un gesto irónico, unainterjección trazada en el aire.
La memoria
Marcelo Brodsky, el artista y fotógrafo creador delparque de la Memoria de Buenos Aires, se enteró de ladesaparición de su joven hermano Rubén en una llamadadesde una cabina telefónica. Él estaba en España,exiliado. El universo tuvo, de repente, la dimensión deuna cabina. “La ausencia de un desaparecido nuncatermina. ¿Cómo se les cuenta a las nuevas generaciones?¿Cómo se narra semejante horror? En el parque de laMemoria, cada recorrido es una nueva forma delrecuerdo. Caminamos entre estelas que se apoyan, que sesostienen, donde lo colectivo es un entrelazamiento”.
A la hora de hablar del hermano, Brodsky juró que loharía como si estuviera oyendo a Julio Fusik, en elReportaje al pie del patíbulo: “Que la tristeza no seanunca asociada a mi nombre”.
La eternauta
Cuando Elsa y Héctor se casaron, él trabajaba paraaquel banco de crédito minero, analizando muestras demetales preciosos. Gran parte de su trabajo lo hacíasobre el terreno. Le gustaba andar. Recorrer solitariolos grandes espacios. El viento patagónico en lacara. “Es un trabajo duro, puede ser destructiva esasoledad del geólogo, conocí gente que se alcoholizó”,dice Elsa. “Pero él amaba esa relación solitaria con lanaturaleza. Amaba todo en la naturaleza. Los caracolesnos comían las rosas y yo le decía que les pusieraveneno, pero Héctor exclamaba: ‘¡También ellos tienenderecho a vivir!’. Yo le decía: ‘Oye, que la celtapanteísta soy yo, pero no quiero que me coman lasrosas’. Le ofrecieron un buen trabajo, pero esosignificaba la separación. Y fue cuando se decidió porel mundo editorial”.
Elsa nació en Buenos Aires, en una familia deemigrantes gallegos llegados de una pequeña aldea,Loño, cerca de Santiago. Cuando Elsa pasó por Loño, en1983, se fijó en el hórreo de madera del que tanto lehabía hablado el padre. Esperaba algo másmonumental. “Qué pasa?”, le preguntó su tío. “Estádespintado”. “Es que tu abuela no quiso que lo tocaran.Que lo dejaran tal como lo había pintado el hijo”.
El hijo era el padre emigrante de Elsa. HGO pasó poraquella aldea en 1962, en un “desvío” de un viaje aAlemania. Hay una foto en la que se le ve retratadocomo el Robinsón que era, camuflado en la hierba decampesino segador. En Argentina, los padres de Elsalaburaron duro para salir adelante, pero tenían otrorasgo: amaban la música con locura. La ópera y laclásica. Escuchaban cada concierto en la radio degalena. El tío Pedro llevaba siempre una flor en elojal. La madre de Elsa leía a Lorca. Lo había visto enun teatro bonaerense, abarrotado, recibido por unamultitud en la calle de Corrientes. “Yo me parezcomucho a papá. Soy Vicente Sánchez en mujer,tremendamente impulsiva. Yo era un marimacho. El varónequivocado de la familia. Tuvimos un golpe terrible.Murió mi hermana mayor cuando yo tenía 12 años. Estudiémúsica. Y danza clásica. Y samba. Es verdad que todosquerían bailar conmigo. No, Héctor no era muy bailarín.Yo tenía 17 años y él 24 cuando nos enamoramos”.
Elsa habla y habla como un cuerpo abierto, que contienesu vida y la de otros. Su mirada corre más que laflecha del tiempo. Desde el apartamento bonaerense seescucha cada poco el paso de un convoy ferroviario. Lostrenes, la luz cambiante del día, todo pareceesforzarse para seguir la velocidad, la intensidad delrecuerdo de Elsa, que estaba hablando feliz de suadolescencia bailarina, danzando con las palabras, y derepente se gira y dice: “Hasta los psicólogos seestremecían. Toda la experiencia psicológica no servíapara enfrentarse a nuestro caso. Me preguntan cómo heresistido, cómo estoy viva. No lo sé. Estoy aquí poruna extraña obligación. Yo ya he gastado todo el miedodel mundo”.
A la altura de nuestros ojos, en un estante del mueblelibrería, hay una foto que nos mira. Son ellas. Lascuatro. En la casa de Beccar. En la hora azul. Lascuatro chicas Oesterheld. Toda la belleza del mundo.

RESISTIR A LA MENTIRA POR THIERRY MEYSSAN.



EL GRAN DESNUDO EXTENDIDO, POR PIERRE BONNARD.






11-S: TestimonioResistir a la mentira por Thierry Meyssan*





En ocasión del 7º aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, les ofrecemos la traducción al español de un texto de Thierry Meyssan anteriormente publicado en italiano y ruso en el volumen colectivo intitulado Cero, por qué la versión oficial del 11 de septiembre es mentira.






El autor explica cómo escribió su libro La Gran Impostura y lo que sucedió después.




Escrito hace más de un año, el texto exige, claro está una actualización ahora que los medios rusos de comunicación están haciéndose eco del tema.






Resulta evidente que la censura impuesta en los medios occidentales (que desacreditan y acallan las voces de los disidentes, como se ha podido comprobar en los últimos con el humorista francés Jean-Marie Bigard) no podrá mantenerse durante mucho tiempo más



12 de septiembre de 2008




DesdeBeirut (Líbano)











A la izquierda en este fotomontaje aparece el intelectual francés Thierry Meyssan, al centro las torres gemelas el 11/S, a la derecha el actual presidente estadounidense George Bush a finales de mandato y su candidato a la presidencial 2008 McCain.




Intelectuales, investigadores, periodistas de buena fe, denuncian desde hace tiempo las mentiras oficiales del 11/S, que han servido de pretexto para la política imperial mundial, que las elites estadounidenses utilizan en su ideología por acaparar los recursos naturales por la fuerza, constituyendo hoy la principal amenaza para la Paz Mundial.







Al abrir la polémica sobre los atentados del 11 de septiembre, no tenía yo conciencia de proyectarme hacia a lo que pronto empezaría a conocerse como «una guerra global sin fin». Creí que simplemente estaba haciendo mi trabajo como periodista cuando señalé las incoherencias de la versión gubernamental. En los días subsiguientes, publiqué en Internet una serie de artículos en los que reconstruía la cronología de los hechos, minuto a minuto, y señalaba el increíble papel del NORAD (el comando de la protección militar aérea estadounidense).




Indiqué inmediatamente que los autores de los atentados tenían cómplices en la Casa Blanca y en el Estado Mayor Conjunto; que los individuos a los que se acusaba de haber secuestrado los aviones no aparecían en las listas de embarque; que la acumulación de indicios que estos habían dejado tras de sí no resultaba creíble; que había explosivos en las Torres Gemelas, que Osama Ben Laden resultaba una cómoda coartada para justificar un ataque contra Afganistán decidido con anterioridad; y, por supuesto, que todo aquello serviría para alimentar el «choque de civilizaciones» y justificar toda una cadena de guerras.



Al igual que muchos más, había comprendido yo que aquel día el mundo había sufrido un cambio. A pesar de ello, seguí actuando y escribiendo como antes. No fue hasta más tarde, al afrontar las dificultades que iban surgiendo, que encontré nuevos medios para defender nuestra libertad.



Me aventuré a identificar a los grupos capaces de montar una operación de aquella envergadura. Como había estudiado anteriormente las redes stay-behind de la OTAN (comúnmente conocidas como Gladio), me llamó la atención cierto número de similitudes en el modus operandi.




Encontré en mis archivos la copia de un boletín interno de los comandos que tienen su base en Fort Braga, conocidos bajo la denominación de Fuerzas Especiales Clandestinas (Special Forces Underground).



Se anunciaba allí, con 8 meses de antelación, el atentado contra el Pentágono.




Bajo la presidencia de Bill Clinton, aquel grupo –que se compone de soldados de élite implicados en las principales acciones secretas de Estados Unidos en el extranjero– había sido acusado de participar en una conspiración.




En aquel entonces, no había tenido yo por desgracia la posibilidad de investigar más sobre el tema. Me di entonces a la tarea de reconstruir detalladamente los diferentes atentados para entender mejor el mecanismo. Al tratar de establecer la cronología exacta del atentado contra el Pentágono, releí con perplejidad varios despachos de la Agencia France Presse:



AFP 11 de septiembre de 2001 13h46 GMT URGENTE Evacuado el Pentágono después de la catástrofe del World Trade Center WASHINGTON – El Pentágono fue evacuado el martes después de un atentado terrorista que tuvo como objetivo el World Trade Center en Nueva York, indicaron responsables americanos. jm/vm/glr


AFP 11 de septiembre de 2001 13h54 GMT URGENTE Dos explosiones en el Pentágono (testigo) WASHINGTON – Dos explosiones sacudieron el Pentágono en la mañana del martes y está saliendo humo de una pared del edificio, se supo mediante un testigo, Lisa Burgués, periodista del Stars and Stripes. jm/gcv/vmt


AFP 11 de septiembre de 2001 14h51 GMT URGENTE Un avión se dirige hacia el Pentágono WASHINGTON – Un avión se dirigía en la mañana del martes hacia el Pentágono en las proximidades de Washington, indicó un responsable del FBI a la AFP.. smb/cw/vmt



AFP 11 de septiembre de 2001 16h07 GMT Un avión se estrella contra el Pentágono (testigo) WASHINGTON – Un avión de pasajeros se estrelló el martes contra el Pentágono golpeando violentamente el edificio situado cerca de Washington al nivel del primer piso, reportó un testigo, el capitán Lincoln Liebner. «Vi ese enorme avión de American Airlines llegar rápidamente y a baja altitud», declaró este testigo. «Lo primero que pensé es que nunca había visto uno tan bajo», agregó. «Me di cuenta que lo que estaba sucediendo justo antes de que chocara» con el edificio, acotó el capitán precisando que había oído gritos de personas en el lugar del drama. El Pentágono está en Virginia, a cerca de un kilómetro del segundo aeropuerto de Washington, Reagan National Airport. jm/gcv/vmt


Según la versión gubernamental, un avión de pasajeros se estrelló contra el Pentágono a las 9h38 (13h38 GMT). Pero, según los despachos de la AFP, hubo dos explosiones en el edificio antes de que el avión se estrellara. Entonces, no hubo uno sino varios atentados contra el Pentágono.



Me puse entonces a comparar todas las fotos disponibles de la escena del crimen para ver si había o no huellas de diferentes explosiones. Sin embargo, una pregunta volvía a mi mente una y otra vez: ¿Cómo había sido posible que el redactor de la AFP titulara uno de sus despachos «Un avión se dirige hacia el Pentágono»?



Es posible, en efecto, observar que un avión se dirige hacia Washington, pero ¿cómo saber si su blanco allí va a ser el Pentágono, el Capitolio o la Casa Blanca? Decididamente, aquello no estaba claro.



Mostré las fotos que había recolectado a algunos amigos competentes: un ex piloto de intercepción, un bombero, un especialista en explosivos. El piloto no entendía por qué los terroristas se tomaron el trabajo de hacer una complicada maniobra para estrellar el avión contra la fachada en vez de lanzarlo simplemente sobre el techo [del edificio]. El bombero y el especialista en explosiones se sorprendieron ante el incendio, que no se parecía en nada a los que se producen en los accidentes de aviación. Observé entonces lo que todo el mundo debió notar desde el primer momento: no había en la fachada ningún orificio de entrada del avión en el edificio, ni ningún fragmento del avión en el exterior. Simplemente porque no hubo ningún avión.


Acababa yo de encontrar «el huevo de Colón» y América no me daría las gracias por ello.



Retomando también las fotos, mi hijo mayor, Raphaël, puso en evidencia la irracionalidad de la versión gubernamental mediante un juego de los 7 errores que recorrió en pocas horas la web mundial.




En momento en que mis artículos existían solamente en francés, las notas explicativas que acompañaban aquellas fotos fueron rápidamente traducidas a los principales idiomas mientras que el carácter lúdico de la presentación de las imágenes garantizaba su popularidad. La gigantesca máquina propagandística que la alianza atlántica había puesto en marcha para imponer la versión gubernamental había despertado el interés del público por todo lo relacionado con los atentados.



Empujado por aquella ola, el «juego de los 7 errores» atrajo a una decena de millones de internautas en dos semanas. Era la primera vez que una operación de desinformación de envergadura planetaria resultaba desenmascarada en tiempo real a los ojos del mundo. Se producía así lo que los comunicadores del Pentágono, sorprendidos ante aquel brusco cambio de la situación, llamaron «el rumor».



Al resumir mi investigación mediante algunas pocas fotos y exhortar a los internautas a juzgar por sí mismos, Raphaël lograba captar la atención del público como ya lo había hecho en otras ocasiones con el mismo éxito. Pero –como contrapartida de aquella simplificación– reducía el asunto a un simple problema de comunicación gubernamental mentirosa mientras que ignoraba su dimensión política. En aquel momento, recibí el apoyo masivo de mis colegas.


En los foros profesionales hubo debates en los que se comparó el atentado del Pentágono con los muertos de Timisoara (en 1989, la prensa se dejó embaucar por los opositores de Ceaucescu que expusieron cuerpos que habían sido objeto de autopsias como si se tratara de cadáveres de personas torturadas).



Proseguí entonces mi investigación. Exploré tanto los secretos de la nueva política energética de Dick Cheney, que conducía inevitablemente a las tropas del imperio a apoderarse de las reservas de hidrocarburos del «Gran Medio Oriente», como la extraña trayectoria de Osama Ben Laden, desde la Liga Anticomunista Mundial hasta el emirato de los talibanes.



En Norteamérica, el principal semanario hispano de información general, Proceso, retomó integralmente en octubre un largo dossier que yo había dedicado a los vínculos financieros que unen a las familias Bush y Ben Laden.




Se revelaba así de pronto que los dos hombres que encarnaban respectivamente «el mundo libre» y «el terrorismo» se conocían entre sí y que compartían incluso intereses comunes en momentos en que misteriosos individuos bien informados habían obtenido ganancias fabulosas especulando por adelantado sobre la base de los atentados.



Fueron esas informaciones las que acabaron por convencer a algunos líderes estadounidenses de que los conspiradores no estaban en alguna cueva de Afganistán sino en la Casa Blanca.




La representante por el Estado de Georgia, Cynthia McKinney, interrogó a la administración Bush ante el Congreso. Su voz fue ahogada por las vociferaciones patrióticas, pero la duda acababa de hacer entrada en el Capitolio.



En definitiva, reuní mis diferentes artículos y los publiqué en forma de libro en marzo de 2002. Esa nueva presentación, en forma sintética y coherente, de datos que ya había ido publicando durante 6 meses transformó bruscamente la naturaleza del debate.




Salíamos de las discusiones sobre los detalles de los hechos para abarcar de nuevo su significado político. De poner en duda los comunicados gubernamentales pasábamos a señalar con el dedo a los criminales, sobre todo porque lo más importante del libro era un análisis de la transformación futura de Estados Unidos en un Estado militar-policíaco y una descripción de su nueva tendencia expansionista.



Perplejos, mis colegas franceses guardaban silencio mientras que la prensa internacional, desde el diario húngaro Népszabadság hasta el chileno La Tercera, publicaban crónicas sobre L’Effroyable imposture. [Publicado en español bajo el título La Gran Impostura, NdlT.]. A pesar de la ausencia de la menor publicidad, el libro, del que se imprimieron 10 000 ejemplares, se agotó en 5 días. Perplejo, un animador de televisión atípico, Thierry Ardisson, me invitó a su programa. El libro se reeditó entonces urgentemente y rápidamente se vendieron 180 000 ejemplares en Francia.



Para la alianza atlántica, me convertí así en el hombre al que había que desacreditar urgentemente. Para mis colegas, que me habían dado ánimos hasta aquel momento, pasé de pronto de la categoría del simpático reportero Tintín a la de peligroso competidor y abominable hereje. Comenzó entonces un diluvio de imprecaciones. Con sólo raras excepciones, todos los medios respetables me lincharon al unísono. El más virulento fue el diario de izquierda Libération, que me estigmatizó en 25 artículos sucesivos. Sin la menor vergüenza, el diario Le Monde publicó un editorial en el que deploró mi independencia de pensamiento libre de las presiones económicas de la profesión. Dominique Baudis, presidente del Consejo Superior Audiovisual, mencionado en mi libro por su papel en el seno del Carlyle Group, hizo que sus subordinados se comunicaran por teléfono con los grandes medios audiovisuales para que me negaran el acceso a sus programas.


El aspecto surrealista que tomaba la polémica resultaba aún más evidente en la medida en que Francia se encontraba en medio de la campaña con vista a las elecciones presidenciales.



Todos los candidatos evitaban por tanto cuidadosamente hablar del 11 de septiembre para no provocar divergencias entre sus propios partidarios. La ciudadanía, desilusionada al ver que sus líderes no se pronunciaban y convencida de que los medios de difusión no aceptarían nunca reconocer que se dejaron embaucar por los voceros de la administración Bush, se volvía espontáneamente hacia mis análisis.



Fue entonces cuando el Centro Zayed, el poderoso instituto de estudios políticos que los Emiratos Árabes crearon para la Liga Árabe, me invitó a hablar en Abu Dhabi. Acudieron tantos diplomáticos que la mayoría no pudo entrar en la sala y asistió a la conferencia desde los jardines. Después de la conferencia uno de los más célebres periodistas árabes, Faisal Al-Kassim, me hizo una entrevista de una hora para Al-Jazira. Durante estas intervenciones presenté nuevos elementos y aporté la prueba de que el atentado contra el Pentágono se perpetró con un misil de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Lo más importante es que exhorté a los Estados miembros de la Liga Árabe a pedir la creación de una comisión investigadora internacional por la Asamblea General de la ONU. La polémica política avanzaba así un paso más y se instalaba en lo adelante en el campo de las relaciones internacionales.



El Departamento de Estado tardó más en reaccionar, aunque había enviado una delegación de 7 diplomáticos a escucharme. El Centro Zayed publicó en árabe una versión de La Gran Impostura y el soberano envió los 5 000 ejemplares a las principales personalidades políticas e intelectuales del mundo árabe. Los Estados árabes se negaban a cargar con la responsabilidad colectiva de los atentados. La Liga Árabe y el Consejo de Cooperación del Golfo estaban al rojo vivo. Desacreditar al Centro Zayed se hacía urgente para Washington.



Se desató una campaña de difamación para acabar con los contactos de ese prestigioso instituto con el extranjero. En definitiva, los Emiratos Árabes Unidos decidieron cerrarlo aunque fuera al precio de crear una nueva estructura antes que desgastarse en una polémica inútil. La Gran Impostura se tradujo a 25 idiomas y alcanzó el primer lugar en las ventas en todos los países de la cuenca del Mediterráneo, exceptuando a Israel. Como utilicé los primeros fondos que cobré en el financiamiento de la actividad editorial de la Red Voltaire en el Tercer Mundo, los atlantistas se movilizaron para provocar la quiebra de mi editor, de manera que nunca pude cobrar los derechos de autor, que debían ser considerables.



Washington ejercía presiones de todo tipo sobre Francia para que me hicieran callar. Una organización sionista llamó Hollywood a boicotear el Festival de Cannes, maniobra que Woody Allen logró hacer fracasar. El Departamento de Estado amenazó a los medios de prensa que insistiesen en mencionar el debate con anularles cualquier acreditación. La cacería de brujas se hacia general.



Simultáneamente, algunas voces libres se hacían oír en Europa. Sobre todo la del ex ministro alemán Andreas von Bulow y la del ex jefe del Estado Mayor ruso, el general Leonid Ivashov. La opinión pública y las cancillerías tenían opiniones diversas.




Después de realizar verificaciones, los principales servicios de inteligencia militar estaban convencidos de la superchería de la administración Bush. De manera que se puede decir que la más gigantesca operación de propaganda de la Historia había fracasado en menos de un año.



En Estados Unidos el movimiento a favor de la verdad se desarrolló con evidente retraso en relación con el resto del mundo. Los estadounidenses necesitaban un largo período de duelo antes de recuperar su espíritu crítico.



Durante los 5 años transcurridos desde el 11 de septiembre de 2001 recibí varios miles de amenazas de muerte por correo postal y por correo electrónico y tuve que afrontar grandes peligros. En todos mis viajes, algunos Estados y a veces personas privadas pusieron a mi disposición escoltas armados y autos blindados, sin que yo lo pidiera. Supe que se podía viajar con identidades falsas y pasar las aduanas sin ser controlado. Nunca supe con certeza quién me protegía de esa forma.



Tuve la oportunidad de reunirme con numerosos jefes de Estado Mayor, jefes de gobierno y jefes de Estado para presentarles mi investigación sobre el 11 de septiembre y para comunicarles informaciones que no se podían publicar. Sus puertas se abrieron ante mí con extraña facilidad. En función de lo que entendí, albergo la sensación de tener una deuda personal para con Jacques Chirac, con quien nunca me reuní pero cuya alta figura evocaron siempre ante mí aquellos que me recibían y quienes garantizaban mi seguridad.



Durante esos encuentros a alto nivel, observé la evolución de las relaciones internacionales.



El 11 de septiembre se puede analizar como un crimen en masa o como una operación militar, pero quedará en la Historia como una puesta en escena que precipitó al mundo hacia una serie de imágenes y un discurso irracionales. Los hombres que lo propiciaron quisieron provocar un cambio ideológico en Estados Unidos y lo lograron. Ese país pasó de una concepción mesiánica de su propio papel en el mundo a un milenarismo. Hasta entonces se veía a sí mismo como un modelo de virtud y de eficacia. Esperaba regenerar a la vieja Europa y vencer al comunismo ateo. Ahora se presenta como un Estado que está por encima de los demás y con la misión de administrar el mundo él solo. Si los símbolos del poderío financiero y militar estadounidense –el Centro Mundial del Comercio y la sede del Departamento de Defensa– se han visto crucificados, ha sido en aras de propiciar la transfiguración de la bandera de las barras y las estrellas. Desde aquel entonces, Estados Unidos no tiene ya ni adversarios, ni socios, ni aliados. Sólo tiene enemigos y súbditos.



La retórica oficial se hunde en el maniqueísmo: «El que no está con nosotros está contra nosotros». El mundo se convierte en un campo de batalla escatológico donde Estados Unidos e Israel encarnan el Bien, mientras que el mundo musulmán encarna el Eje del Mal.
Este brusco cambio ideológico entroniza el triunfo de la doctrina Wolfowitz sobre la doctrina Brzezinski. A fines de los años 70, Carter y Brzezinski decidieron vencer al Pacto de Varsovia sin confrontación militar directa sino azuzando contra él al mundo musulmán (primero en Afganistán, luego en Yugoslavia y en Asia Central) y reservar las capacidades militares estadounidenses para garantizar la seguridad del aprovisionamiento en hidrocarburos (creación del Central Command). Pero, sobre la marcha de la «Tormenta del Desierto», Paul Wolfowitz aconsejó aprovecharse del derrumbe de la URSS para abandonar el sistema de seguridad colectiva de la ONU y proclamar la supremacía exclusiva de Estados Unidos e Israel.



Para ello era conveniente acrecentar al máximo la asimetría de las capacidades militares mediante el desarrollo del arsenal israelí-estadounidense y disuadiendo a todas las demás potencias de presentarse como rivales. Esto implicaba sobre todo privar a la Unión Europea de toda veleidad política ahogándola en una ampliación forzosa e indefinida.


Esas dos doctrinas estratégicas han gozado del apoyo de diferentes grupos de influencia económica. Los que sueñan con el crecimiento continuo y la apertura de los mercados cuentan con la estrategia de Brzezinski para garantizar un retroceso de los regímenes socialistas y un aprovisionamiento permanente en materia de energía tanto para sí mismos como para sus clientes. Por el contrario, los que sueñan con maximizar las ventas de armas y las ganancias especulativas cuentan con la estrategia de Wolfowitz para crear disparidades y tensiones, sin temer a las desigualdades, crisis y guerras que se presentan como oportunidades para los negocios.



Sin embargo, el espectro del pico petrolero –o sea, el comienzo del agotamiento del petróleo explotable– ha convencido a una sociedad maltusiana de que la paz era imposible a mediano plazo y de que el futuro pertenece a los depredadores.


El mundo actual está obligado a hacer frente a dos Estados expansionistas: Estados Unidos e Israel. Ambos se mueven en función de una lógica que los devora desde adentro: concentran sus capacidades en el fortalecimiento de su poderío militar en detrimento del desarrollo interno. Han consagrado casi toda su actividad a la economía de guerra, en forma tal que para ellos es la paz lo que resultaría funesto. Están obligados a huir hacia delante o a caer en la quiebra.




Sin embargo, el apetito de ambos no amenaza a todo el mundo de la misma manera ni al mismo tiempo.
Los europeos se han comportado como avestruces. Han rechazado la verdad sobre el 11 de septiembre porque creían poder seguir siendo aliados de Estados Unidos cuando no eran más que una presa de este último. Admitieron sin pestañear el ataque contra Afganistán por parte de los anglosajones, la creación de un largo corredor que debe permitir a estos últimos drenar los hidrocarburos del Mar Caspio, y la creación de vastas plantaciones de amapola que les permiten apoderarse de los mercados europeos del opio y la heroína.




Algunos europeos, lidereados por Francia, creyeron que podrían oponerse a la invasión de Irak. Pero no pudieron hacer otra cosa que decir lo que indicaba el derecho y fueron castigados por su atrevimiento al ser obligados a pagar esta guerra, mediante la dolarización forzosa de las reservas monetarias del Banco Central Europeo. Retrocediendo un poco más, los mismos europeos tratan ahora de desempeñar el papel de mediadores con Irán, como si sus esfuerzos diplomáticos pudiesen modificar la voluntad del Imperio.



Lejos de esas lastimosas dilaciones, el mundo musulmán y los Estados latinoamericanos han dado prueba de lucidez.




Comprendieron rápidamente que, luego de haberse sido considerados como variables de ajuste durante la guerra fría y más tarde como peones en el «gran tablero» de Zbignew Brzezinski, no les aguardaba otra cosa que el exterminio.




Habían cometido el delito de vivir en el sitio equivocado.




Los musulmanes estorbaban en la explotación de los hidrocarburos; los latinoamericanos utilizaban sus tierras para alimentarse en vez de cultivar los biocombustibles indispensables para los 4x4 de los yanquis.




Así que no es por casualidad que el jeque Zayed de los Emiratos Árabes Unidos, y más tarde Sadam Husein en Irak, y después Bachar el-Assad en Siria fueron los primeros jefes de Estados en romper explícitamente la mentira. Y, siguiendo la misma lógica, hoy son los principales líderes del Movimiento de Países No Alineados, el venezolano Hugo Chávez y el iraní Mahmud Ahmadinejad, quienes más se expresan sobre el tema.



Los dirigentes rusos, por su parte, se han dividido en un función de una tendencia que ya existía desde antes. Los que estaban preocupados por un rápido enriquecimiento no querían comprometer sus negocios internacionales buscándose la enemistad de Estados Unidos. Por el contrario, los que soñaban con recuperar el estatus de superpotencia aconsejaban debilitar a Estados Unidos mediante la revelación de sus mentiras.



Pragmático, Vladimir Putin no escogió ninguno de los dos bandos sino que actuó de forma que Rusia sacara el mayor partido de la situación. Se indignó medianamente por la guerra en Afganistán, por lo mucho que le divertía ver a los estadounidenses desbaratar el emirato de los talibanes que ellos mismos habían creado, principalmente para utilizarlo como base de retaguardia en la desestabilización de Chechenia. Se opuso a la invasión de Irak, pero más que enfrentar a Estados Unidos prefirió empantanarlos allí apoyando en secreto a la resistencia. Tomó la misma actitud en lo tocante al Líbano y se sorprendió –como todo el mundo, por cierto– ante la victoria del Hezbollah sobre el régimen sionista. Y hoy recurre alternativamente a la negociación o a la amenaza en cuanto a Irán.
Poco a poco está posicionando a su país no como rival de Estados Unidos, sino como protector de los débiles y como árbitro. Por eso se abstiene de hacer declaraciones sobre el 11 de septiembre y permite que los veteranos del KGB lo hagan profusamente en su lugar. Luego de haber creído durante un período de tiempo más o menos largo que se trataba de una pesadilla que iba a disiparse con el despertar, los gobiernos del mundo entero han tomado conciencia del problema que plantea el 11 de septiembre y de la transformación de Estados Unidos. Cada uno de ellos tiene la obligación de proteger a su propio país, lo cual no impide la realización de acciones colectivas para neutralizar a la fiera. Las fuerzas armadas de Estados Unidos y de Israel son muy dependientes, en efecto, de sus ex aliados.
Es así que la negativa de Turquía a permitir que la US Air Force utilizara su espacio aéreo para bombardear Irak obligó al Pentágono a desplazar su dispositivo y a retrasar su ataque
. Si otros Estados se hubiesen opuesto así, pasivamente, a esa guerra, la misma no habría podido realizarse.



Sin embargo, el paso a la acción colectiva supone un mejor conocimiento del modo de funcionamiento del imperialismo y del impacto que pudiera tener la adopción coordinada de medidas nacionales.
Es a eso a lo que deben dedicarse ahora quienes militan por la verdad sobre el 11 de septiembre. Las víctimas centroamericanas de los escuadrones de la muerte de John Negroponte tienen que intercambiar experiencias con sus víctimas iraquíes. Los indios de Guatemala que se vieron confinados en reservaciones por los consejeros israelíes de la junta tienen que reunirse con los palestinos encerrados en la franja de Gaza. Las personas secuestradas y torturadas en América Latina durante la Operación Cóndor tienen que debatir con las que acaban de ser secuestradas en Europa y torturadas por la CIA, y así sucesivamente. Eso es lo que hemos comenzado a hacer con la conferencia Axis for Peace.





La mentira del 11 de septiembre proporcionó la base de la retórica de la administración Bush. Ha llegado la hora de admitir que no se puede combatir la política de esta administración sin denunciar esa mentira.
Thierry MeyssanPeriodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate


Président du Réseau Voltaire pour la liberté d'expression (depuis 1994) et d'Axis for Peace (depuis 2005).
Secrétaire national du Parti radical de gauche (depuis 1995). Coordinateur suppléant du Comité national de vigilance contre l'extrême droite (1996-99). Secrétaire général de la Coordination radicale anti-prohibitionniste (1999-2002).
Sociétaire de la Société des gens de lettres.
Œuvres :
- La Protection des homosexuels dans le droit européen ouvrage collectif, Projet Ornicar éd. (Paris), 1993, ISBN 2-910209-00-8.
- L'Intégration des transsexuels ouvrage collectif, Projet Ornicar éd. (Paris), 1993, ISBN 2-910209-01-6.
- Charles Millon, le porte-glaive ouvrage collectif, Golias (Lyon), 1999, ISBN 2911453395.
- L'Énigme Pasqua, Golias (Lyon), 2000, ISBN 2911453883.
- Terrorisme en soutane: Jean-Paul II contre l'IVG de "Réseau voltaire pour la liberté d'expression", L'Esprit frappeur (Paris), 2000, ISBN 2844051413.
- L'Effroyable imposture, Carnot (Paris), 2002, ISBN 291236244X.
- Le Pentagate, Carnot (Paris), 2002, ISBN 2912362776.
- Os Senhores da Guerra, Frenesi (Lisbonne), 2002, ISBN 972-8351-67-4.
- Préface (avec Jean Ziegler) de Le Cartel Bush, Timéli (Genève), 2004, ISBN 2-940342-05-9.
- Politicamente Incorrecto, avec Noam Chomsky, postface de Fidel Castro, Ciencias sociales (La Havane), 2004, ISBN 959-06-0640-7.
- Préface (avec José Saramago) de El Neron del siglo XXI, Apostrofe (Madrid), 2004, ISBN 844550258-1.

Comentario en el blog de Antilógicas de Marcelo Moreno:


¿Ser o no ser?Ésa es la cuestión.


El autogolpe de EEUU a las Torres Gemelas y los fines del mismo lo pronostiqué un tiempo antes y lo denuncié el mismo 11 de Setiembre del 2001, mientras a la hora de los atentados, explicando el fin de la Invasión al Oriente medio y la similitud de la caída con el antecedente argentino efectuado como prueba: LA DESTRUCCIÓN DEL ALBERGUE WARNES.
Lo hice primero en un chat de Joaquín Sabina (irc-hispano) donde había algunas personas cercanas al cantante conectadas (en el 2001 no era un cantante tan masivo como fue después) por lo que en el hipotético caso que él no lo hubiera leído o negara sus conocimientos de internet (como ha hecho pese a haber reconocido su nueva adicción en el año 2000 en el programa español de Pablo Ruiz) lo hizo quien planificó esa entrada de grupo de chat, por orden de él mismo, de su discográfica Sony BMG, o de su representane en Argentina, la señora Andrea Stivel (hermana de Alejo, del grupo Tequila (efecto Tequila ¿por qué no?). Todos ellos ligados a la Fundación ALAS.
El radical conservador y masón Fernando De La Rúa era el presidente de nuestro país.Shakira, la colombiana apadrinada por GabrielGarcía Márquez y el realismo mágico del Subcomandante Marcos, ya era la novia de "Antoñito" De la Rúa, "asesor presidencial".El espectáculo de Joaquín.Sabina en el Gran Rex del año 2000, llamado en España NOS SOBRAN LOS MOTIVOS, aquí se tituló: SABINA Y CÍA. El ex presidente español Felipe González había ordenado la entrada a la OTAN pese al disgusto socialista y fue nombrado posteriormente"sabio de la Humanidad" ante la U.E. y asesor permanente. España estaba gobernada por el P.P. (ultraderecha franquista y actualmente pro monárquica) y José María Aznar apoyaba incondicionalmente a Tony Blair y a George Bush, lo que le costó a España, tiempo después, como represalia al apoyo invasor imperialista al Oriente Cercano, el atentado de Atocha (el 11 M del 2003) con casi doscientos muertos y cientos de heridos.

Me imagino que Marcelo conoce el siguiente artículo muy bien, pero no sé si muchos de los lectores lo han visto:
Lo publico en uno de mis blogs recopilatorios de letras ajenas y lo hago invariablemente, para exclusiva difusión, con el nombre del autor del texto.
Son en su mayoría artículos copiados de la red virtual. Existen algunas transcripciones propias no publicadas en internet de monografías o ensayos de terceros.
Como mi mail y teléfono figuran en la biografía de cualquiera de mis blogs, queda abierta la posibilidad que los mencionados, si así lo desean planteen oposición a su publicación espontánea. Procederé a quitarlos a la mayor brevedad posible.


Imprescindible leer; comprender y difundir:
Lu


THIERRY MEYSSAN -

«El atentado de Islamabad es el 11 de septiembre de Pakistán»
Acorralada en Afganistán, la OTAN organiza un atentado en Pakistán
por Thierry Meyssan*






El eslogan que compara el atentado de Islamabad con el 11 de septiembre es más realista de lo que parece. Esta carnicería, cuya responsabilidad nadie reclama, favorece única y exclusivamente los intereses de la OTAN. La alianza atlántica necesita apoderarse urgentemente del control del paso pakistaní de Khybar para poder garantizar el avituallamiento de sus tropas en Afganistán. Si la OTAN solamente logra un restablecimiento parcial de su logística, Washington estaría dispuesto a sacrificar a las tropas aliadas.
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24 de septiembre de 2008



Países
Pakistán
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)


Temas
Guerra global al «terrorismo»



El 21 de septiembre de 2008, un atentado de violencia sin precedentes en ese país devastó el hotel Marriott de Islamabad.
Un camión lleno de explosivos, cuya potencia se estima en al menos 600 kilogramos de TNT, dejó un enorme cráter, más de 60 muertos y por lo menos 226 heridos. Al comentar el hecho por televisión, el redactor jefe de Daily Times declaró: «Es el 11 de septiembre de Pakistán». Las agencias de prensa occidentales han retomado la frase. Aunque ninguna organización ha reclamado su autoría, las autoridades han atribuido el atentado a la nebulosa Al Qaeda. Como reacción, el presidente Zardari anunció que no dimitirá y que intensificará su lucha contra el terrorismo.

Al analizarlos en su contexto, estos hechos no tienen, por desgracia, nada de sorprendente.

Aprovechando el derrumbe de la Unión Soviética y la independencia de los Estados de Asia central, las grandes compañías petroleras occidentales intensificaron los planes de explotación de los yacimientos de hidrocarburos de la cuenca del Mar Caspio. La firma californiana UNOCAL lanzó dos grandes proyectos. El primero (llamado BTC) consistía en conectar la cuenca del Caspio con la región del Mar Negro pasando por Azerbaiyán, Georgia y Turquía, esencialmente con la ayuda de la compañía británica BP. El segundo proyecto debía conectar la región del Mar Caspio con el Océano Índico pasando por Turkmenistán, Afganistán y Pakistán, con la ayuda de la empresa saudita Delta Oil.

Si el BTC se construyó sin muchas dificultades no ha pasado lo mismo con el oleoducto transafgano. UNOCAL tuvo que enfrentar el caos reinante en Afganistán y recurrió a la Casa Blanca para obtener la estabilización de la región. La compañía contrató como consultante a Henry Kissinger y confió la dirección del proyecto a los embajadores John J. Maresca y Robert B. Oakley y a dos expertos: Zalmay Khalilzad y Hamid Karzai. Washington compró la ayuda de los talibanes, que controlaban la mayor parte del país. Para ello, el Departamento de Estados les otorgó una subvención de 43 millones de dólares en mayo de 2001. Con el asentimiento del G8 (en la cumbre Génova, del 20 al 22 de julio de 2001), se abrió en Berlín una ronda de negociaciones multilaterales con el Emirato islámico, que ni siquiera contaba con el reconocimiento de la comunidad internacional. Pero los talibanes presentaron nuevas exigencias y las conversaciones fracasaron.

Estados Unidos y Gran Bretaña planificaron entonces la invasión de Afganistán. A fines de agosto del 2001, ambas potencias concentraron sus fuerzas navales en el mar de Omán y enviaron 40 000 hombres a Egipto. El 9 de septiembre de 2001 fue asesinado el líder tayiko Shah Massoud, pero la noticia se mantuvo en secreto. El 11 de septiembre de 2001, el presidente Bush acusó a los talibanes de estar implicados en los atentados que acababan de producirse en Nueva York y Washington y les lanzó un ultimátum. Después, los anglosajones derrocaron a los talibanes y tomaron el control del país durante la operación «Libertad inmutable» [1].

Siete años más tarde, el oleoducto siguen sin construirse y el país sigue siendo presa del caos. Chevron absorbió a UNOCAL, con la bendición de Condoleezza Rice; John J. Maresca se convirtió en el jefe del Business Humanitarian Forum que se ocupa activamente del cultivo de la amapola en Afganistán con fines medicinales (sic); Robert B. Oakley está encargado de proponer un plan de reorganización de las instituciones militares; Zalmay Khalilzad se convirtió en embajador de Estados Unidos en la ONU; y Hamid Karzai utilizó su doble nacionalidad para convertirse en presidente de Afganistán, país transformado en un narco-Estado.


El Pentágono, que se hunde en el pantano iraquí, delegó ampliamente la ocupación militar de Afganistán en sus aliados de la OTAN. Para poder aprovisionar a sus tropas, la alianza atlántica firmó un protocolo con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (durante la cumbre de Bucarest, el 4 de abril de 2008). La logística llega entonces a través de Rusia, Uzbekistán y Tayikistán. Al comentar esta extraña concesión a la OTAN, el ministro ruso de la Relaciones Exteriores Serguei Lavrov recordó la importancia de la cooperación internacional contra el terrorismo. Más directo, el embajador Zamil Kabulov declaró a Vremya Novostei que era de interés de Moscú que los occidentales se atascaran en Afganistán y que murieran allí.

Sin embargo, el 8 de agosto de 2008 Estados Unidos e Israel lanzaron a las tropas georgianas contra la población rusa de Osetia del Sur. En respuesta, el ejército ruso bombardeó los dos aeropuertos militares israelíes en Georgia y el oleoducto BTC. Luego, el presidente Medvedev reunió a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva y esta derogó el protocolo que la ligaba a la OTAN. Finalmente, los medios públicos rusos comenzaron de pronto a poner en duda el supuesto vínculo entre los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la colonización de Afganistán por la OTAN.

Este cambio en la situación es especialmente grave para la OTAN, que ha venido sufriendo una derrota tras otra. El 54% del territorio afgano está en manos de los insurgentes. Para hacerles frente, el general David McKiernan exige el envío de 3 brigadas más (unos 15 000 hombres que saldrían del contingente que se encuentra en Irak). Pero nadie piensa mandarle refuerzos cuando los 47 600 hombres que ya se encuentran en Afganistán no están recibiendo avituallamiento y se encuentran por lo tanto en grave peligro.

Para lograr restablecer su cadena logística, la alianza atlántica tiene que encontrar urgentemente cómo encaminarla. Y no hay una solución satisfactoria que puede implementarse en poco tiempo. En sus esfuerzos por salvar en primer lugar a los militares estadounidenses atrapados en Afganistán, el secretario de Defensa Robert Gates se explayó en enfáticas consideraciones sobre la falta de coordinación entre el ISAF, las Fuerzas Especiales estadounidenses y el ejército afgano para acabar proponiendo una modificación de la cadena de mando. Todas las tropas, incluyendo las de los aliados, estarían bajo las órdenes directas del CENTCOM. En otras palabras, los aliados no tendrán el menor derecho a expresar sus opiniones y el Pentágono pudiera limitarse a aprovisionar a las tropas anglosajonas (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Australia) y que los soldados de los demás países (Alemania, Francia, Italia, holanda, etc.) se las arreglen como puedan.

Una elevada barrera montañosa cierra el este de Afganistán, así que el único corredor de aprovisionamiento viable es el paso de Khyber, en territorio pakistaní. Anteriormente el paso se utilizaba sólo para el abastecimiento en combustible. Durante el largo fin de semana de celebración del nacimiento del Profeta (el 23 de abril de 2008), unos 60 camiones cisterna se acumularon en el puesto fronterizo de Torkham. Los insurgentes lanzaron un RPG contra el camión que se encontraba en el medio y todos se incendiaron formando una gigantesca antorcha. Desde aquel momento, los convoyes únicamente se mueven bajo fuerte escolta.

Para garantizar la seguridad en el paso de Khyber, el 3 de septiembre el Pentágono bombardeó blancos sospechosos en territorio pakistaní. El 5 de septiembre, el ultra proestadounidense Ali Asif Zardari fue electo presidente de Pakistán. El 15 de septiembre, el jefe del Estado Mayor conjunto estadounidense, el almirante Mike Mullen, llegó por sorpresa a Pakistán. Exigió que Pakistán cediera a Estados Unidos el control del paso de Khyber.

El 21 de septiembre, el presidente Zardari pronunció su discurso de investidura ante el Parlamento. Se comprometió a apoyar los esfuerzos del Pentágono contra los «terroristas» afganos. Después de la ceremonia, los miembros del gobierno y los diputados fueron invitados al iftar (ruptura del ayuno del ramadán) en la residencia del primer ministro. La mayoría de los concurrentes estaban furiosos, a la vez porque el nuevo presidente no había confirmado su compromiso de reintegrar a los jueces de la Corte Suprema y porque había dado a entender que iba a renunciar a la soberanía sobre el paso de Khyber. Durante la recepción un camión lleno de explosivos se estrelló contra el hotel Marriott, donde el iftar estaba previsto inicialmente. Los diputados sólo podían interpretar el atentado como una advertencia de que la OTAN no vacilaría en eliminarlos si se oponían a sus planes. En el plano mediático, el atentado justifica que Estados Unidos tome el control de una parte del territorio pakistaní, de la misma forma en que los atentados del 11 de septiembre sirvieron para justificar la invasión de Afganistán.

Najam Sethi, el redactor jefe del diario liberal Daily Times, exclamó en la televisión: «Es el 11 de septiembre de Pakistán». El señor Sethi es un periodista conocido por su alineamiento con Washington y ha apoyado todas las incoherencias estadounidenses. En 1999, Najam Sethi aprobó el golpe de Estado militar del general Musharraf, en nombre del «orden», y hoy defiende al nuevo peón estadounidense, Ali Asif Zardari, esta vez en nombre de la «democracia». Cuando fundó el Daily Times, a principios de 2002, lo hizo con capitales estadounidenses.

Como quiera que sea, con este atentado la guerra de Afganistán se extiende a Pakistán y pone en peligro el equilibrio regional.

Thierry Meyssan
Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate.



lunes, 22 de septiembre de 2008


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Un cuento suizo: El paraíso perdido

Me encuentro escribiendo desde una de las computadoras de la biblioteca del Zentrum Paul Klee en Berna, un museo dedicado al pintor suizo construido por el arquitecto italiano Renzo Piano.

Son tres las muestras que ahora mismo pueden visitarse, pero estoy realmente impresionada por la que dicen que fue la estrella de este verano en Suiza: Lost Paradise, the angel gaze (El paraíso perdido, la mirada del ángel).


Angelus novus de Klee

La exhibición fue ideada por Juri Steiner, director del museo, junto a Armin Kerber, y toma la obra de Klee, Angelus Novus, como eje para contar a través del arte los dolores, aberraciones y desgarros que atraviesa nuestra contemporaneidad.

Con obras de más de cuarenta artistas, desde el mismo Klee pasando por Francis Alÿs y Pablo Picasso; por los films de Alain Resnais (Noche y niebla e Hiroshima mon amour), hasta el rescate de las prendas de un niño tomadas del Hiroshima Peace Memorial Museum, un inmenso espacio negro apenas iluminado ubicado en el subsuelo del centro nos atrapa desde la primera frase que no pertenece a un filosofo ni a un escritor ni mucho menos a un historiador del arte: "Nosotros amamos la muerte como ustedes aman la vida", firmado Osama Bin Laden.



Una apuesta arriesgada a través de la cual podemos recorrer todas la guerras pendientes en el mundo más sus atroces secuelas: las fotografías de Fazal Sheikh, retratos de niños afganos exiliados, los bocetos de Picasso de su Sueño y mentira de Franco, las fotografías del polaco Zbigniew LIbera tomadas en Nepal y en Polonia.



Las muertes de Kosovo pero también el femicidio y la violencia callejera hasta manifestaciones por la paz intervenidas por la policía toman cuerpo en pinturas, videos, films, esculturas y dibujos de artistas modernos y contemporáneos. En Lost paradise el mundo se ve como una sucesión de catástrofes. En el centro de la muestra un frase de William Faulkner, que quizá esté puesta para explicar este empecinamiento por contar nuestros días desde el horror: "Si tuviese que elegir entre la nada y el dolor, elegiría el dolor".

El Angelus novus de Klee es la gran excusa de los curadores para construir este shockeante guión curatorial. Dice Steiner citando a Walter Benjamin en Filosofía de la historia: "La pintura de Klee nos muestra un ángel con la mirada fija, la boca abierta y las alas extendidas. Su mirada se dirige hacia el pasado. Allí podemos percibir una cadena de eventos: el adivina una catástrofe (...). El ángel querría despertar a los muertos pero una tormenta sopla desde el paraíso tan fuertemente que deja sus alas estáticas, a punto que ya no puede volver a batirlas. La tormenta irresistiblemente lo empuja hacia el futuro y la tormenta es lo que llamamos progreso".


Un progreso hasta ahora plagado de muerte y exterminio que en este domingo frío y gris en la impasible Berna me provocan lo suficiente como para contarles que acabo de experimentar.

Dice Kerber: "El siglo 20 provocó más desastres, desplazamientos de personas, más horror y terror que cualquier otro siglo antes".

"Los ojos del ángel vieron todos los horrores -me dice Steiner- los pasados, presentes y futuros y no traicionan lo que han visto".

Ni más ni menos que esta muestra, nuestro mundo se titule como "paraíso perdido".

Y luego de ver a través de los ojos del ángel me pregunto si habrá algún intento no ya de recuperación sino de reconciliación para retocar el paraíso, indefectiblemente una metáfora del pasado, una utopía que deja afuera el futuro.

Para cerrar otra de la citas que se intercalan entre las obras: "Si un hombre no comprende el infierno, tampoco comprende su corazón", de Alfred Tennyson.


Secuencia de apertura de Hiroshima mon amour de Resnais



Publicado por Cristina Civale en Septiembre 22, 2008 10:30 AM | Enlace permanente

sábado, 20 de septiembre de 2008

PIPAZOS DE PERU

Tuesday, November 14, 2006
Fragmento del cuento que no voy a escribir

La primera vez que se desvistieron fue en los párrafos precedentes. En ese entonces no había discordancia entre lo imaginado y lo vivido, pues entre correos clandestinos convertían las ficciones de sus relaciones en realidades literarias, como presas de un espiral brutal y divino que gustaba en el paladar y en el verbo. Maquillaban el mundo con palabras justas, en momentos exactos, encadenando oraciones pintorescas, llamadas telefónicas de madrugada, frases citables de autoría compartida que terminaban estrelladas en una bandeja de entrada. Era el tiempo del nerviosismo en el encuentro furtivo y no programado.

Pero “las expectativas hacen más duras las realidades”, pensaron, y de tanto esperarse se desenamoraron para siempre. Se recuerdan solo como pretextos, como excusas, como razones injustificadas para derrochar mala literatura y construir una serie de instrumentos que hagan más divertida la vida. Retórica pura, códigos secretos en números especiales y promesas imposibles a larguísimo plazo, como música en constante descubrimiento que decora desapariciones y asesinatos y silencios.

Cuando decidí traducir un fragmento del cuento que no voy a escribir se me ocurrió no rememorar ese pasado, ese “algún día” materializado sin que me haya dado cuenta. Escogí, en cambio, la continuidad armoniosa de una música que sigue sonando y de las piernas y de los muslos enredándose como en una pelea de serpientes. Una risa, una mano que presiona una nalga, las ganas de encender un cigarro. Simultáneamente, elegí la mezcla de sudores post coitales que calienta los cuerpos descubiertos después de una batalla, pues dormirán juntos mientras John Mayall seguirá sonando y por sus pieles se seguirán derramando las muestras resbalosas del amor al paso.

Se seguirán derramando las risas y las ganas nuevamente, fragmentos, pegados minuciosamente a ese placer ardiente que no se cansa, que no duerme ni siquiera cuando ellos duermen, que nunca es suficiente cuando las serpientes son heroicas y valientes como ofrendas. Y escupen narrativa si lo intentan, su saliva es poesía, sinfonía de suspiros, como el saxo en ese blues que los fusiona y los lamenta, que los desviste por enésima vez interminablemente.

Las revanchas con la historia quedan atrás, los cuentos, la emoción de entonces. Y sin embargo esto es solo una porción de la melodía que vibra y no se agota, que sabe a un jazz diluyéndose en la memoria intermitentemente, lentamente, pues sobra tiempo para desentrañar fantasmas y violarlos con furia, “everywhere I go”, ahí donde la fragancia fermentada de sus cuerpos emborracha hasta el delirio, hasta el punto ese en el que no alcanza el aire para gritar, en el que no alcanza el aire para exhalar el aliento a alcohol, en el que solo fluye sangre para sentir.

Y la fragancia de sus cuerpos fermentados sigue emborrachando más, y cae mi fragmento con sus párrafos precedentes, caen los maquillajes y las expectativas, el líquido de su vientre como retórica pura, las piernas como una pelea de serpientes, las risas y las promesas y la música, las desapariciones, los silencios, el saxo, su sostén, su calzón, sin sus perfumes artificiales, con sus olores animales, con el humo del cigarro encendido que se enreda con ellos, que se extingue y vuelve a nacer con ellos, que se impregna en sus sábanas mojadas y se mezcla con los jugos derramados en todas las sábanas anteriores en las que se soñaron mutuamente, en las que se recordaron y se supusieron recíprocamente, cuando extasiados danzaban plegarias sadomasoquistas pronunciando “no es amor, solo sexo brutal y feroz”, excitados con las pupilas dilatadas y las pulsaciones apuradas y las contracciones corporales a mil. “Ahí”, mientras se lamían las heridas como cuando los perros se masturban, con una lengua pegajosa y larga como la mejor de todas las metáforas, gimiendo en el goce desorbitado de quienes confían estúpidamente en la complicidad de un cielo lleno de estrellas y la magia de la luna llena y los encuentros bajo la lluvia y un mensaje de texto y ese tipo de engaños que en fin... por lo menos dan motivos para sonreír.

Escogiendo un fragmento al azar. Así es la verdadera fidelidad, como dos serpientes que se observan frente a frente a la distancia, jodidamente indignas y contradictorias, tiernas y feroces, falsas, mientras John Mayall seguirá sonando y ellos desnudos que se enredan sobre sábanas blancas y las gotas de lluvia que empiezan a golpear mi ventana con mucha fuerza…