DILEMAS EN EL CEREBRO. 
En el futuro será posible leer el pensamiento y tal vez 
llegar a modular el comportamiento. La puerta a un 
mundo insospechado está abierta. 
MILAGROS PÉREZ OLIVA 30/08/2008 
la vista de los avances en neurociencia que hemos visto 
en el Picower Institute, está claro que algún día, 
seguramente no muy lejano, será posible leer el 
pensamiento, o por lo menos, porciones de pensamiento. 
Y modular el comportamiento, lo cual abre la puerta a 
un mundo insospechado. Las investigaciones más 
recientes en el campo de la neurociencia tienen que ver 
con la localización del comportamiento y el juicio 
moral. Para hablar de ellas vamos a dejar el MIT, vamos 
a cruzar el río que separa Cambridge de Boston, y vamos 
a dirigirnos a la Facultad de Medicina de Harvard, 
concretamente al Berenson-Allen Center for Non-Invasive 
Brain Stimulation. Les aconsejo que me sigan porque 
vamos a encontrarnos con uno de los científicos que más 
ha trabajado, y meditado, sobre el cerebro, y 
seguramente una de las personas con más capacidad de 
estimular las neuronas... hablando de neuronas. 
Es Álvaro Pascual-Leone, director del Berenson-Allen 
Center. Se educó en el Colegio Alemán de Valencia, lo 
que le permitió estudiar Medicina en Friburgo 
(Alemania), pero se fue a Estados Unidos a 
especializarse en neurología con un propósito muy 
claro: dedicarse a la investigación. 
-¿Tan claro lo tenía? 
-Sí, absolutamente. En ese momento no pensaba en 
ejercer como neurólogo, aunque luego le he tomado gusto 
a tratar a los enfermos. Quería investigar el cerebro 
porque me interesaba la filosofía y tenía muy claro el 
tipo de preguntas que quería hacer. 
Mientras estudiaba neurología en Minnesota asistió a 
una conferencia de Anthony Barker sobre una nueva 
técnica que acababa de desarrollar, la estimulación 
magnética transcraneal. De eso hace 22 años y no 
recuerda cuántas veces la ha aplicado, pero ha podido 
cumplir con creces su deseo de adentrarse por los 
dominios donde la neurología se encuentra con la 
filosofía. 
Los experimentos con estimulación magnética son 
realmente sorprendentes. Veamos uno sencillo: te 
colocan en la cabeza un artilugio un tanto extraño pero 
en absoluto amenazante, que el investigador va 
orientando hasta encontrar el área de Broca, la zona 
del cerebro que controla el habla. Cuando la localiza, 
te pide que le expliques una historia. Mientras estás 
hablando, activa un mecanismo y sientes como una 
pequeña descarga. No duele, sólo notas que algo extraño 
ocurre en tu boca. Las palabras no te salen. Sabes muy 
bien lo que quieres decir, pero tu garganta no 
responde. Es como una de esas pesadillas en las que 
basta una palabra para que se abra la puerta que te 
salvará de tus perseguidores, ¡y no hay manera de 
pronunciarla! Entonces el investigador te sugiere que 
en lugar de hablar, cantes. Y entonces, sí que puedes. 
¿Por qué? Porque la función de cantar está en el lóbulo 
derecho, y lo que tienes bloqueado es el izquierdo. 
Los primeros trabajos sobre interferencias en el habla 
los realizó Álvaro Pascual Leone en 1988. El último, 
publicado en colaboración con Marc Hauser, profesor de 
Psicología de Harvard, ya no trata sólo de bloquear una 
función concreta, sino de modificar un comportamiento. 
-Eso suena a ciencia-ficción. ¿Qué han hecho 
exactamente? 
-Hemos demostrado que puedes cambiar el juicio de una 
persona bloqueando determinadas partes de su cerebro. 
Cosas que antes le parecían muy mal a esa persona, 
pasan a resultarle indiferentes. 
-Esta frontera de la ciencia resulta muy inquietante. 
¿Seguirá intacto mi cerebro cuando salga de aquí? 
-Tranquila, es sólo un experimento. En realidad 
funciona como los famosos paradigmas del tren. 
Se refiere a los experimentos que Jonathan Cohen 
publicó en 2001 en Science. Los llamados paradigmas 
morales, o más bien mortales. Veamos el primero de 
ellos. Tenemos un tren que viene a toda velocidad; el 
sujeto al que se plantea el dilema está junto a una 
bifurcación en la que hay una aguja que se puede 
accionar para que el tren vaya por una vía o por la 
otra. En una de las vías hay un trabajador y en la otra 
tres. El tren no puede detenerse. Lo único que puede 
hacer el sujeto es mover la aguja para que vaya por una 
vía o por la otra. ¿Qué hará? La mayoría de los que 
participan en este dilema accionan la manivela para que 
el tren vaya hacia la vía en la que sólo hay un 
trabajador. Deciden que muera uno para salvar a tres. 
En el segundo dilema, la situación es la misma, pero en 
lugar de bifurcación, hay una sola vía. Muy cerca del 
sujeto, hay un operario trabajando en la vía y unos 
metros más allá, otros tres. El tren parará 
automáticamente si se interpone un objeto en su camino. 
El sujeto sabe que la única cosa que puede hacer es 
empujar a la vía al trabajador que tiene más próximo. 
¿Lo hará? La decisión es la misma, matar a uno para 
salvar a tres, pero empujando, que es distinto. La 
mayoría de quienes participan en esta prueba deciden no 
empujar al trabajador y, por tanto, mueren los otros 
tres. Hay algo, en este caso, por encima del 
raciocinio, que no les deja optar por la mejor 
solución. Algo de orden moral. 
Daria Knoch y Ernst Fehr siguieron avanzando con un 
nuevo dilema, el del Ultimatum Game. Participan dos 
sujetos a los que se ofrece una cantidad importante de 
dinero que podrán repartirse entre ellos sólo si se 
ponen de acuerdo en el reparto. A uno se le dará la 
facultad de proponer el trato y el otro sólo tendrá dos 
opciones, aceptar o rechazar la oferta. Si la acepta, 
cada uno se llevará la parte acordada. Si la rechaza, 
ninguno recibirá nada. El planteamiento racional sería: 
puesto que él tiene la capacidad de decidir, si rechazo 
la oferta, me quedo sin nada. Luego la posición más 
ventajosa -y egoísta- es aceptar lo que me proponga. 
Pues no. La mayoría de los sujetos que participan en el 
Ultimatum Game rechaza la oferta si ésta es inferior al 
40%. La rechazan de plano, y además suelen enfadarse. 
Pero si en lugar de una persona, es un ordenador el que 
hace la oferta injusta, entonces, ¡la mayoría acepta lo 
que la máquina le ofrece! 
-¿Por qué esta diferencia? 
-Porque un ordenador no es humano. Con la decisión de 
rechazar la oferta injusta, practican el 
llamado "castigo altruista", un rasgo muy humano: 
actuar contra el propio interés por defender un 
principio moral. 
-¿Y eso se procesa en un lugar concreto del cerebro? 
-Sí. Sanfey y Cohen habían comprobado que con el 
Ultimatum Game se activaba tanto la corteza prefrontal, 
que regula el raciocinio y el juicio moral, como la 
amígdala, que procesa las emociones, pero eso no 
aclaraba mucho las cosas, porque no sabes qué es causa 
y qué consecuencia. ¿Primero decides la acción y luego 
la juzgas, o primero la valoras y luego decides? La 
estimulación magnética intracraneal nos ha permitido 
dar un paso trascendental. Nuestra hipótesis era que la 
corteza prefrontal se activaba precisamente para 
inhibir la amígdala; y que si bloqueábamos la corteza, 
los individuos aceptarían cualquier oferta que les 
hicieran porque predominaría el interés egoísta. Y así 
ha sido. 
En esta investigación, se ha visto que la disrupción 
del cortex dorsolateral derecho (y no el izquierdo) 
mediante estimulación magnética intracraneal, reduce el 
impulso de rechazar las ofertas intencionadamente 
injustas. 
-¿Conclusión? 
-Que los humanos inhiben el egoísmo con valores 
sociales y morales, y eso se hace en esa parte concreta 
del cerebro. La especie humana es capaz de exhibir 
justicia recíproca, lo cual implica el castigo de los 
individuos que tienen conductas injustas, incluso 
cuando eso daña el propio interés. Para ello ha 
desarrollado un sistema cortical capaz de inhibir la 
acción reflexiva encaminada a buscar el propio interés. 
Y este sistema de inhibición es tan fuerte que somos 
capaces de llegar a matarnos a nosotros mismos por 
convicciones políticas y morales. 
Todo esto plantea cuestiones trascendentales. ¿Los 
terroristas suicidas tienen más desarrollada esa parte 
del cerebro? ¿La han desarrollado en las madrazas? ¿En 
qué parte se procesa el impulso violento de los 
agresores sexuales? ¿Podría cortocircuitarse si lo 
averiguáramos? 
En el despacho de Álvaro Pascual-Leone hay colgada una 
gran fotografía un tanto extraña. Un grupo de 
comensales comparte mesa en lo que parece ser un 
agradable banquete. Todo es muy normal... excepto que 
llevan los ojos vendados. 
-Parece el fotograma de una película de Buñuel. ¿Qué 
significa? 
-Con este experimento demostramos que si te dejamos con 
los ojos vendados, en apenas unos días la parte de la 
corteza cerebral que normalmente procesa la información 
visual empieza a procesar la del tacto y la del oído, y 
aumenta la memoria verbal. Puro Machado aplicado a la 
neurociencia: hacemos cerebro al andar... 
-¿Tan plástico es? 
-Tanto que ya se ha comprobado que el uso insistente 
del dedo pulgar por los jóvenes en los teléfonos 
móviles hace que ahora, cuando mueven ese dedo, se 
enciende un área mayor del cerebro. Para bien o para 
mal, toda actividad, toda percepción, cambia nuestro 
cerebro. Y todo pasa en el cerebro. Si tienes una 
pancreatitis crónica, puede ser una disfunción cerebral 
tanto como orgánica, porque el cerebro es un artefacto 
capaz de automonitorizarse. El resultado es la 
autoconciencia. 
-¿Significa eso que si tuviéramos el suficiente control 
del cerebro podríamos llegar a autocurarnos? 
-El mecanismo seguramente existe, lo que no sabemos es 
cómo activarlo. El cerebro consume el 20% de la energía 
que gasta nuestro organismo, y consume casi la misma 
tanto cuando está muy activo como cuando está en 
reposo. ¿Para qué necesita tanta energía en reposo? 
Seguramente porque está focalizado hacia el interior. 
Marcus Raichle ha acuñado el término default network o 
red por defecto, que es la que actúa en estos casos. Yo 
creo que esta actividad cerebral "por defecto" se 
dedica a promover mecanismos de defensa para proteger 
la salud del organismo. 
Curioso. Habrá que seguir de cerca estas 
investigaciones. 
lunes, 1 de septiembre de 2008
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