domingo, 2 de noviembre de 2008

PREMIO PLANETA DE NOVELA.

29 octubre, 2008 - 11:59 - Juan Cruz

El aire del primer libro



En la historia de un escritor, menuda o grande, no hay mejor memoria que la del primer libro, la del primer premio, la de la primera palmada que alguien te da en el hombro y te dice: "Hombre, usted no lo hace tan mal".

Ayer fui testigo de ese sentimiento hasta tres veces, en la entrega del premio Clarín de Novela, a cuyo jurado me ha hecho Clarín, el diario argentino, el honor de pertenecer.
Y los premiados han sido, con el primer premio, Raquel Robles, con la novela Perder; el segundo, Sergio Hernán, por Nivel medio, distinguida con la primera mención del jurado; y el tercero, Federico Romaní, por Imaginiaria, segunda mención del jurado. El jurado lo formaban José Saramago, como presidente de honor, Rosa Montero, Alberto Manguel y este lector que les habla.

Ninguno de los autores supera los 35 años. Para ellos era la primera vez de un premio y la primera vez de un libro. Tanto Rosa Montero como José Saramago, que no han podido venir, me habían hablado de su entusiasmo por las características de este premio, transparente y alegre, que ya ha dado, en diez años consecutivos, alegrías similares a novelistas primerizos que en gran parte de los casos jamás habían publicado un libro, como en los casos de este año, y que ahora ya son autores reconocidos en su país y fuera de él. Este premio y los anteriores los publican Clarín y Alfaguara, en un sello conjunto.

Un prejurado muy competente de profesores, escritores y periodistas argentinos hizo una selección entre los 723 libros recibidos y nos pasaron diez originales, que nosotros discutimos aquella vez que les conté, en Madrid. De ahí salió Perder, y de ahí salió una viva discusión literaria de la que ayer se hizo eco, con mucha gracia, Alberto Manguel en su disertación pública como miembro de este jurado. Al final de esa discusión ganó una novela arriesgada, una apuesta literaria que ahonda en las raíces del dolor de una madre cuando pierde un hijo. Raquel Robles, la ganadora, es una chica muy joven, pudo haber contado la historia agarrándose tan solo al testimonio, pero ha ido más allá, y ha expuesto una narración en la que la literatura, es decir, la construcción interna del dolor, es mucho más que la herida. Es lo que no se ve de las heridas.

Me habían dicho Rosa y José que esta era una fiesta concurridísima y alegre; la alegría que tiene esta ciudad que aun cuando caigan los chuzos de punta parece no necesitar paraguas. Había gente de todas partes, escritores, periodistas, competidores y amigos; me encontré allí con mi amigo Jorge Fernández Diaz, el director de Adn, la revista cultural de La Nación, a quien fotografié con Juan Bedoián, el director de Ñ, la revista cultural de Clarín, que este año cumple su quinto aniversario. Le recuerdo a él y a Ricardo Kirchbaum, director de Clarín, repartiendo como canillitas (los repartidores de diarios acá), Ñ cuando ésta acababa de nacer, en Rosario, hace cinco años, con motivo del Congreso de la Lengua Española.

Y ahora ahí está Ñ, como una referencia en la cultura periodística de lengua española. Y por allí estaba Quino, el padre de Mafalda, a quien en una nota reciente le puse tres años de más de los que tiene, de 76 lo subí a 79, mis disculpas. Y estaba Pepe Sacristán, el actor español a quien acabo de ver en escena en un teatro de Corrientes. Y muchísima gente más, como mi amigo Rep, y como el hijo de Kirchbaum, Federico, que es aquel que decía en la escuela que no le gustaba ni el recreo; ahora tiene 24 y ya ha tenido muchos recreos, en la informática y en el cine.

Su padre dijo esto en el escenario, antes de que se procediera a la entrega del premio Ñ a toda una vida a Hemenegildo Sabat, el gran dibujante (y músico, y escritor) argentino de Clarín: "Volvemos aquí a recordar, en medio de las tensiones de la realidad, de las presiones de quienes quieren medios dóciles, que el periodismo y la cultura requieren de libertad, de libertad aun para corregir los evidentes errores que cometemos, de reflexión y de debate sin prejuicios. No creemos en las campañas de difamación ni en la institucionalización de la arbitrariedad como métodos correctivos".

Luego Sabat recibió el premio e improvisó con Walter Malossetti una sesión de jazz, su música, que los presentadores de la gala del premio bautizaron como Blues para Menchy. Y luego fue cuando vino la alegría de los nuevos autores, con Raquel Robles a la cabeza. Perder. Un sentimiento hecho escritura sobre lo que la escritura hace para entender la raíz del dolor. Una jornada muy completa para asistir a un bautizo que será libro. Y que todos lo leamos. Porque ahí nace la literatura, cuando un libro se encuentra con un lector. Antes es sólo la ilusión de quien lo ha escrito pensando que acaso, tal vez, algún día alguien llegue diciendo: "Hombre, usted no lo hace tan mal".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ernestina está que trina con los miembros del pre-jurado,es decir vos y los otros.

Tachín,tachín,tachín,
de día leo Clarín,
tachón,tachón tachón,
y de noche, LA NACIÓN.