martes, 18 de noviembre de 2008

Toto


El sentido de la poesía
¡Pero qué boquita!
Durante el año 2003 realizamos tres convocatorias abiertas: ¡Vivir en el baño! Según una idea de Diana Aisenberg, que terminó con las puertas de los baños de Cabaret Voltaire pintadas por Fernando Fazzolari, ¡El vivo retrato! Según una idea de Eduardo Zabala, y los retratos recibidos se publicarán próximamente en la revista Plebella y ¡Pero qué boquita! Según una idea de Raúl Kersenbaum, que consistía en la presentación de cuentos y guiones porno-eróticos. El tema de los guiones realmente no funcionó como esperábamos, pero creemos que si repetimos la convocatoria, va a ser otra historia, porque sí han llegado a nuestros oídos, ideas deslumbrantes en el género, aunque por lo que vimos, no llegaron a concretarse en papel (a los que todavía lo están pensando, ¡anímense!).

Con los cuentos fue otra cosa, y si bien la decisión absoluta y final estuvo a cargo de Raúl, nos vemos sorprendidos de recibir como ganador, un cuento tan relacionado con la poesía.
No fue hasta la entrega de premios que nos enteramos que la autora era un autor y que los protagonistas eran los ciclos de poesía "Maldita Ginebra" y "Zapatos Rojos". También nos enteramos que estos ciclos son "antagónicos" (¿?) En fin, más allá de las referencias, este cuento mereció como ninguno el diploma, el video porno de 1910 y por supuesto, la expresión de esta convocatoria ¡Pero qué boquita!

El sentido de la poesía - Por Toto (Seudónimo: "me coji a la concha de tu madre mientras me hablaba de Inés Chanchano")
El poeta Richi y el poeta gordo se miraban desde sus sillones sin emitir palabra alguna. Todavía era temprano. Alguien vendría ya.
Sabían que el payaso Crazy no era un número a considerar, no le importaba un carajo la poesìa (a veces presentaba esos raros rasgos de inteligencia, pero solo eran momentos excepcionales) . Solo estaba allí porque se había enterado del evento y sabía que era una posibilidad concreta de conseguir algo de droga sin pagarla. Por suerte, todavía no se había acabado su pequeña ración de cocaína cortada con vaya a saber qué porquería, y eso lo mantenía callado y la mayor parte del tiempo yendo y viniendo del baño. Por ahora se mantenía al margen y eso no dejaba de ser una suerte. Para aguantar el discurso de Crazy se debía estar en un estado mental similar al que él se encontraba, de lo contrario, salir corriendo y tirarse por alguna ventana hacia el vacío se convertía rápidamente en una opción que todos empezaban a considerar.

A nadie se le ocurría nunca tirarlo a él por el balcón, no se sabe qué rara alquimia lo protegía de tales ideas que la gente podía tener sin esforzarse demasiado. Y hubiera sido tan simple y tan limpio. El payaso era tan flaco que ni siquiera hubiera explotado contra el pavimento, nada de sangre, nada de vísceras, ni mierda, ni miembros esparcidos sobre el asfalto, tan simple como si se hubiera caído producto de un ataque de epilepsia. Bueno, ya se les ocurriría, solo era cuestión de tiempo. Pero Crazy ya había enterrado a muchos de aquellos a los que nunca se les había ocurrido. Iba ganando, sobre todo ahora que ya no le interesaba perder.
Hacía calor, el poeta gordo se pasaba la mano por el pelo transpirado mientras saboreaba una cerveza que se iba recalentando. Ya estaban empezando a aparecer las primeras canas sobre su cabeza, el salvajismo se había ido perdiendo a medida que el tiempo avanzaba y avanzaba el grosor de la tripa sobre su cintura, pero eso siempre pasaba, era inevitable. El tiempo era rey y nadie había podido con él. Para algunos quedaba el consuelo de que las ideas o pensamientos de una persona perduraban, pero eso era pura mierda y el poeta gordo lo sabía. Mientras eso pasara él estaría copulando con gusanos y vaya a saber qué otras porquerías dentro de una caja de madera con forma de pan de pancho.
El tiempo era la cruz y la espada. El Armagedón y el payaso Crazy a la vez. El verso sobre la piedra angular de la destrucción
Tal vez tuviera que comprarme una pipa – pensó y tomó otro trago
Richi rompió el silencio

- No puede ser que no venga nadie.
- Es así, estamos perdiendo la guerra, nos estamos peleando por sobras de la miseria
- El rock se está llevando la mejor parte.
- Cada uno está cuidando su nidito de mierda seca.
- Es que no sabemos llegar a la gente, esto se está convirtiendo en un asunto de imbèciles que se aplauden entre ellos, yo te aplaudo, vos me aplaudís, hasta estamos empezando a creer en esos aplausos. No somos la voz de nadie.
- Es verdad, hasta la cumbia se está llevando su parte.
- Siempre me pregunté si no estamos transmitiendo nada, o lo estamos haciendo pero en otra frecuencia.
- Tal vez no tengamos nada que transmitir.
- Puede ser, y la poesía neo-barroca nos está viniendo como anillo al dedo.
- Pero la gente también perdió el interés por la lectura, eso no puede discutirse, forma parte del objetivo del poder.
- Todo hace a todo…. La gente no lee, los poetas no conectan y se refugian en el escapismo…

- Muchos con los que he hablado se sienten incomprendidos.
- Si, yo también escuché la misma excusa, la gente no me entiende, dicen, es que voy mas allá del común de la gente. Seguramente están escribiendo mierda, muchos de ellos no pueden ni limpiarse el culo solos, a otros los mantiene la madre, cómo carajo quieren escribir algo interesante.
- Pero la gente también es imbécil y Susana Giménez y Tinelli y Menem son la mejor prueba.
- Es verdad, la gente es imbécil.
- La puta madre, no sabemos conectar ni con los imbéciles.
El poeta gordo se levantó y fue por otra cerveza, la reunión para tomar decisiones entre los referentes de la poesía estaba a punto de fracasar, lo estaba sintiendo.
Tal vez debiera ponerme en pedo, estaba pensando (aunque lo haría de todos modos) cuando sonó el timbre.
- Quién carajo es…
- Charly Beethoven
El poeta gordo se dejó caer sobre el sillón, otro que venía por la droga, la noche estaba irremediablemente perdida..

Charly Beethoven llegó y tiró la pasta base sobre la mesa, la alegría de Crazy era indescriptible, se reía solo, le palmeaba la espalda a Charly, se frotaba las manos…..
El poeta gordo se sentó junto a Richi y a Charly, estaba empezando a deprimirse, no al borde del llanto pero estaba en uno de esos momentos en que da lo mismo que todo se fuera a la mierda, estaba con las defensas bajas….
Cuando sintió la mano en su pierna ni se inmutó……
Richi se había dado cuenta de la situación y estaba buscando una manera de consolarlo, había comenzado a quitarle los pantalones despacio, el poeta gordo seguía con su cerveza en la mano y mirando la ventana que mostraba a la ciudad como una gran colmena de bichitos de luz que titilaban, despacio, pálidamente, como estrellas que se apagan.
Creo que ni se dio cuenta cuando entre los demás lo pusieron en cuatro patas, solo empezó a tomar conciencia cuando la pija llena de queso de Richi se le introdujo en la boca, el gusto era bastante particular, a tientas buscó la cerveza, cuando la encontró se tomó un largo trago y luego siguió chupando….
El payaso había aprovechado la ocasión para entrarle por la retaguardia, casi no lo sintió, la pija del payaso entró como en un túnel de grasa líquida, como un supositorio en el culo de un rinoceronte. También sintió que Beethoven se había tirado debajo de él y les estaba empezando a succionar el miembro, supuso que asi se sentirìa un auto de fórmula 1 cuando entraba en boxes. Richi empezó a transpirar y a gritar consignas en latín…

Ave setummm secularis….
Cuando Richi acabó, el poeta gordo pensó que nunca terminaría de salir leche, seguramente venía atrasado, la leche de Richi le llenó la boca e hizo que se ahogara, no quería desperdiciar ni un centímetro de queso y leche de poeta, pero aún así, y cerrando la mandíbulas con la fuerza de un doberman el líquido empezó a caérsele por la comisura de los labios…… Richi se agachó y le dio un gran beso de lengua, parte del semen impregnó la barba de Richi, su lengua y su dentadura postiza, el poeta gordo no iba a dejar que se le escapara ni una gota, recorrió con su lengua los pelos de la cara de su amigo y también el plástico de su dentadura, Crazy también dejó su líquido seminal en las ancas del poeta gordo y entusiasmado con la acción empezó a sodomizar con un florero en forma de pene a Bethoveen, que seguía chupando, ….. Beethoven se excitaba y gritaba consignas políticas.
Viva la revolución, viva el restaurador de la leyes.. aaarrgghh
y cabeceaba como un muñeco loco al que se le ha roto el mecanismo, subía y bajaba en la entrepierna transpirada del poeta gordo, que por fin empezó a dejar su líquido caliente en la boca de Charly, que dejó de cabecear y se levantó con toda la barba y los bigotes blancos, como un papá noel de la navidad del sexo, pero producto del florero que ingresaba en su ano, también había empezado a excitarse, y ahora exigía que lo castiguen con la hebilla del cinto, así que el poeta gordo empezó a castigarlo sin piedad hasta hacerlo sangrar, el payaso seguía saque y ponga el florero, pero tuvo la delicadeza de introducirlo con la boca hacia adentro, por lo que cuando Beethoven acabó, un surtidor de mierda casi líquida rebalsó el florero y unas pequeñas gotas de semen quedaron sobre la alfombra

Sonó el timbre….. los poetas quedaron petrificados, no lo esperaban en absoluto, eso quería decir que no todo estaba perdido todavía Luego como movidos por resortes internos, comenzaron a cambiarse, a limpiar el piso y a gritar órdenes para que todo pareciera normal. Los habían agarrado justo, pero no podían dejar de atender. La reunión para trazar los pasos futuros de la poesía era el deber supremo.
La poesía era su pasión y su forma de poder tener sexo con otras personas. No dejarían caer a la poesía en el gran arcón de las artes anacrónicas sin dar pelea. De ello dependía un poco la suerte que correrían sus miembros viriles, si se vería sacudido por una mano ajena a su anatomía o por sus propias manos, las mismas manos que escribían poemas (bah que escribían lo que escribían) como una forma de sacrilegio más, sacrilegio pegajoso que tantas veces habían depositado en las lenguas de sus admiradoras, admiradoras que ahora escaseaban, porque el público que gustaba de la poesía cada vez era menor en número y mayor en edad. Lenguas jóvenes, rosadas y húmedas, deseosas de recibir el líquido caliente y espeso sobre su epidermis, deseosas de tragarlo tan caliente como lo recibían y gozar con el macho cabrío rendido a sus lenguetazos, habían sido gradualmente reemplazadas por dentaduras postizas que se salían de las bocas, algunas de tan mala calidad que a veces se trababan y quedaban prendidas al miembro viril, cuando no eran de plástico barato, ya carcomidas, y producían heridas terribles de cicatrizar. O bien en vez de tragar la leche y la energía del poeta agarrando el tronco de la pija bien fuerte, cuando los cabezazos desesperados del glande anunciaban que el semental se desinflaba como un globo del payaso Crazy luego de diez minutos de inflado, en vez de tragarse toda esa leche como un elemento vital extraído a un cuerpo que minutos antes había utilizado su energía en declamar armoniosas frases que lo hacían acercarse a un dios terreno, en vez de hacerlo, ante la evidencia de las primeras gotas de semen, salían corriendo hacia el baño haciendo arcadas, como si la leche de un poeta fuera agria, semejante a la leche de un perro sarnoso (mas allá de que muchos de ellos no se bañaran lo suficiente). Pero el poeta gordo y Richi también sabían que la leche de los perros no era agria. Habían hecho algunos experimentos de ese tipo con un gran danés que les había prestado un poeta gay, estuvieron dos días encerrados con varias botellas de ginebra y el animal, que cuando salió de ahí estaba tan débil que ni se podía tener sobre sus patas. Debieron reforzarle la comida de todo un mes con calcio y magnesio.

Eso estaba pasando últimamente en el mundillo de la poesía y no podían dejar que las cosas se les fueran de las manos (o volvieran a las manos si se quiere), el público escaseaba y los cantantes de rock se estaban llevando la parte del león.
Cuando entró Romina E. Caviejas (marquesa de Sade), el poeta gordo y Richi no lo podían creer, era la última persona que esperaban, siempre habían sido cabeza de grupos antagónicos, pero ella también debía estar preocupada por el rumbo de las cosas y quería defender su ranchito contra viento y marea….
- Hola…dijo
- Hola se saludaron
- Todavía no vino nadie, es temprano, pero ya confirmaron que venían el poeta Chirolita, el poeta Rodolfo, el poeta Obrero, el poeta Librero, Arturo Carreta, Alejandra Pijarnik, la gente de La Garca y del Amigario de Poesía….
El poeta gordo quería darse importancia y no podía permitir que se asumiera que una reunión tan importante había resultado un fracaso.
De a poco se aflojaron y empezaron a hablar del rumbo que había tomado la poesía en las últimas décadas en la Argentina, las disputas empezaron y los puntos de vista comenzaron a discutirse con simulada elegancia…..todo fluía libremente.
Charly Beethoven se había dormido, lo que fue tomado por Romina como una falta de educación sin siquiera suponer lo que había pasado allí dentro momentos atrás.

El payaso Crazy se fué a la cocina a fumar una lata de base, y Richi empezó a discutir con Romina de los poetas surrealistas argentinos cuando ocurrió el flash.
El poeta gordo tenía la vista perdida en la distancia abismal de la noche sobre la ciudad, distancia tan grande como la que lo separaba de los conceptos y concepciones de la poetisa y había empezado a divagar cuando sin querer o por algún extraño designo de algún dios caído y olvidado en la noche de los tiempos, sus ojos bajaron a través de las piernas de Romina para terminar hipnotizados por aquellos finos zapatos rojos de taco de aguja que produjeron un flash enceguecedor en su cerebro, la conciencia se le nubló, comenzó a transpirar como en un baño turco, y a pesar que quería controlarse, empezó a temblar. Cuanto más fuerza de concentración oponía a sus deseos, más temblaba, había entrado en un trance, parecía que estaba siendo ejecutado por una descarga eléctrica en su silla, sus dientes castañeaban, ya no pudo sostener el vaso que se le cayó de la mano y los vidrios estallaron sobre el piso en miles de partículas cuyo sonido perforaron la capacidad de los últimos lugares que resistían en su cerebro.
Nadie sabe qué pensaba ni qué sentía cuando se levantó con la agilidad de un puma a pesar de sus ciento veinte quilos, tomó a Romina por el cuello (algo recuerda de ese olor a animal asustado que despedía, o tal vez fue un sueño) la tiró sobre el sillón de tres cuerpos, le arrancó el vestido y comenzó a chuparle las blancas tetas mientras las untaba con la mierda que Beethoven había dejado en el florero.
Romina, presa del pánico, gritaba y rogaba por ayuda, pero hubiera sido más fácil que un político cumpliera sus promesas que Charly o el payaso pudieran ayudarle….

En su rapto de locura el poeta gordo pudo sentir las vibraciones calientes de Romina, que estaba jugando el papel de víctima, lo pudo sentir abiertamente, como un fogonazo o una premonición
Ella estaba jugando a que se resistía, pero había signos indudables que indicaban que estaba de acuerdo con el sometimiento, sólo que no lo quería expresar abiertamente, es más, estaba excitada y deseosa de seguir el juego que empezaba a incendiarla. Había estado mucho tiempo en un académico silencio esperando que esto ocurriera.
El poeta gordo le chupaba los pezones untados de mierda, y su cara había comenzado a quedar marrón como la de un soldado en la trinchera después de una copiosa lluvia, cada vez que Romina se resistía, el poeta la abofeteaba repetidamente, luego la obligó al limpiar con la lengua la pija y el culo de Charly Beethoven que yacía dormido sobre el sillón..
Por favor, estás loco… gritaba ella
Estoy vengando el poder arrebatado por la palabra – gritaba el poeta gordo.
¡¡¡¡Estas loco, loco……!!!!
Pero quién no estaba loco de alguna manera, habíamos visto sobre todo en estos últimos siglos que pequeños hombrecitos presumiblemente cuerdos, sin valentía alguna, digitaban guerras desde bunkers a través de pantallas de siliconas, como las de un videojuego. Tal vez para ellos era un entretenimiento, pero dentro del video game la vida se iba como un río de almas hacia una desembocadura mugrienta y plagada de alimañas. Se iba sin retorno, ni paraíso, ni túnel de luces blancas (fruto de la falta de irrigación de oxigeno al cerebro del moribundo), se iba hacia la mesa de los gusanos habidos de putrefacción como único destino de la raza humana. Vaya si era importante el poder de la palabra, grandes guerreros daban su vida sin esbozar siquiera una protesta, siguiendo órdenes de pequeños culos blandos que decidían desde un mullido sillón quién, por qué y dónde se peleaba. Esos mismos culos blandos de sillón que hubieran cagado sus pantalones de mierda perfumada ante un pibe de catorce con una navaja en mano, daban grandes discursos y decidían quién vivía y quién moría sobre este páramo del demonio que habíamos insistido en llamarle tierra. Poderosos obreros de hombros anchos y bronceados por miles de soles, obedecían ordenes de pequeñas piltrafas blancas o amarillentas, que se agitaban solo con subir un piso por escalera, pero que por otro lado habían creado un sistema infalible que se basaba en una sola cosa. El poder de la palabra reflejada en leyes.

Los débiles sojuzgaban a los fuertes. Dios había creado una raza imbécil, pero tenía sus razones de haberlo hecho, a una raza inteligente se le podría haber ocurrido sacarlo a patadas de su sillón allá entre las nubes. Pero Dios no era tonto.
Bueno, era Dios después de todo.
El poeta gordo agarró los cabellos de la nuca de Romina y no sin esfuerzo acercó su boca a la blanda cagada de Beethoven rica en gusanos que se movían como excitados por una dosis de éxtasis en una rave europea. Romina intentó resistirse por última vez, tenía que seguir en su papel, papel que la excitaba muchísimo, entonces un rodillazo del poeta gordo le dio de lleno contra su cara y le hizo cambiar de opinión, Romina empezò a tener arcadas pero por otro lado la punta de su lengua comenzó a jugar con los gusanos de la cagada humeante y caliente de Beethoven, los acariciaba como a glandes pequeños, como a terminaciones nerviosas de esa gran torta de mierda blanda, marrón dulce de leche..
Y dentro del video game la vida se iba como un río de almas hacia una desembocadura mugrienta y plagada de alimañas, se iba sin retorno, ni paraíso, ni túnel de luces blancas (fruto de la falta de irrigación de oxígeno al cerebro del moribundo), se iba hacia la mesa de los gusanos, que ahora recibían la caricia de la lengua de Romina (lengua gorda y habida de leche caliente de poetas), pero los gusanos descreían de la lengua de Romina porque ellos estaban habidos de putrefacción, orgullosos de ser el último escalafón del destino de la raza humana.
Romina no pudo resistir y vomitó sobre la cagada, el poeta gordo aprovechó esta ocasión para empalmarla por el ano mientras le hundía la cabeza en la mierda ahora decorada por un rosario de ñoquis de papa a medio procesar.

- Parece que le da asco la mierda pura… Richi, traé un poco de mostaza de la cocina para mejorarle el sabor- ordenó
- este Beethoven come cualquier porquería…….. el otro día lo ví comiendo un chori que había sacado de un tarro de basura del Once…
Richi enfiló hacia la heladera sonriendo y moviendo la cabeza
- Este Beethoven sí que es un enfermo – pensó
Las arcadas de Romina ahora se confundían con los gritos de gozo de poeta gordo que no podía parar los espasmos que le producía el torrente de leche que no terminaba nunca del llenar el culo de la ninfa
A pesar de los tiempos que corrían siempre aparecía alguna musa inspiradora
Romina ahora estaba sufriendo una crisis, aullaba y estaba empezando a comer compulsivamente la mierda de Beethoven en grandes y desesperadas bocanadas
Richi se apuró con la mostaza…
Romina sintió un latigazo eléctrico que partía de su bajo vientre y crecía… crecía… entonces se animó a perder el papel que estaba jugando y comenzó a gritar - ¡¡¡Mas…mássss…..!!! luego empezó a chorrear flujo en cataratas y a sentir que sus fuerzas empezaban a ceder como una represa que se abre y deja que las aguas corran desesperadas hacia el mar. De repente no pudo retener mas, y chorros de mierda potenciados por el obstáculo de la pija blanda y jugosa del poeta gordo saltaron hacia los cuatro puntos cardinales, manchando las paredes, la alfombra, la gran panza blanca transpirada y peluda, la cara de Beethoven que seguía dormido sobre la cama

Crazy seguía en su mundo de lata.
La noche se cerraba como un mantra sobre Buenos Aires y la poesía seguía filtrándose por las bocas de tormenta hacia los sótanos de la ciudad donde se reunían los desesperados.
Richi se había puesto mostaza y papas fritas pai sobre la pija y Romina había empezado a mordersela….
El poeta gordo se había dormido plácidamente sobre la mierda y el vómito que ya habían empezado a secarse
El tiempo corría veloz como un motociclista loco en la avenida principal del infierno, y aunque la reunión cumbre de poetas había fracasado, arriba del sillón de tres cuerpos, como un ave fénix en medio del fuego, estaba renaciendo la otra poesía.
La verdadera poesía.

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