viernes, 22 de agosto de 2008

LECTURAS: Muerte a los latinos





Un soberbio y ambicioso joven chileno viaja a Estados Unidos, para realizar sus estudios de maestría en Ciencias Sociales. Con una maleta llena de ambiciones y la obsesión de comerse de un bocado ese país que atrae como poderoso imán a millones de latinos, el protagonista, del que nunca se sabe su nombre a lo largo de la obra, se pierde absolutamente.

La historia es narrada por su protagonista a través de su diario íntimo. En él va recorriendo las peripecias de su día a día, como un estudiante en la Universidad de Miami, pero también como un hombre perdido, seducido por un entorno y enloquecido, no por encontrar o rescatar su propia identidad, sino por que ha sido absorbido por su personalidad explosiva.

El diario parte por Enero del año 2011, pero fue en 2007 que el joven llegó a Miami. Por el camino, fue amante de una enfermera mexicana a quien solo utilizó para satisfacciones puntuales; fue contactado a través de messenger por una lingüista ucraniana y se hizo pasar ante ella por un eminente intelectual especialista cultura latinoamericana, dispuesto a dar conferencias brillantes; se obsesionó con obtener la atención y las consideraciones de su profesor de Antropología Cultural y terminó siendo objeto del hombre y su amante, hasta que el profesor le dio la espalda; cayó en la tentación panfletista y políticamente revolucionaria que le tendió su compañero de cuarto en la residencia universitaria, pero retrocedió; se enamoró de la rubia bonita de su clase e hizo todo tipo de absurdos por atraer su atención. Quizás nada emocionante, si no es porque repentinamente, la euforia de esa vida llena de motivos para crear una imagen ante los otros, lo llevó a la locura. Los latinos residentes en Estados Unidos, que iban apareciendo en su camino: Martha la amante mexicana que era enfermera, Ernesto, el compañero de cuarto y todos sus cómplices de revolución entre los que figuraba Luisa, una peruana por la que comenzaba a sentir algo espcial, Pedro el barrendero de la Universidad, todos ellos, comenzaron a formar un mapa en su cabeza, que lo enfurecía contra el mundo, pero sobre todo, contra sí mismo. No podía evitar, al interactuar con todos ellos, mirarse a sí mismo, verse reflejado, identificar su propia miseria a veces, su propio y mucho talento en otras. La ira fue la respuesta. Hasta que terminó acabando con todas esas formas físicas que lo molestaban, en el momento de la locura máxima. Incendió el edificio de Martha, acabó con la vida del profesor e incendió la residencia estudiantil. Quería muerte para los latinos.


A grandes rasgos y tras la lectura de este libro, la sensación es de una profunda incomodidad.
Es probable que muchos sostengan que el protagonista es un amargado, resentido y racista, pero no es exactamente la metáfora del libro. Cuando el protagonista asesina y destruye, está acabando con una identidad molesta. Con un estereotipo, con una invención social, con un cúmulo de clichés que en conjunto forma lo que se llama un latino. Pero no cualquier latino, sino la idea fija del latino que va de la mano con su miseria, que la lleva a cuestas, no solo en lo material. Una miseria también interna, un despojo de su identidad, arrastrándose por la sociedad estadounidense, intentando encajar en ella.


El libro tiene un ritmo ágil y combina la escritura de diario, con párrafos extensos que reproducen el trabajo de investigación del protagonista, para su clase en la Universidad. Un trabajo que se pasea por la identidad y la cultura latinoamericanas, teniendo en buena medida como sostén, la obra ensayística de Octavio Paz. La escritura del diario está cargada de ironías, guiños a ciertos clichés en nuestra cultura como latinos, tratando de unificarnos bajo un mismo concepto, cuando Latinoamérica en su conjunto, es tremendamente diversa.

La apuesta del autor es arriesgada, puesto que la línea de acción suele estar al borde siempre del delirio, del absurdo, del pesimismo y del resentimiento, los sentimientos del protagonista que se van perfilando conforme va avanzando en su historia, pero es sorteada con éxito, para entregarnos una obra final espléndida, con un lenguaje narrativo novedoso y que explora, acudiendo al recurso de la exageración (que no es para nada un pecado utilizar) la capacidad de conversar con el lector, sin dejar de propinarle de cuando en cuando una cachetada que lo estremezca, a través de una prosa fuerte, cargada, pero no pesada y también a través de un personaje fuertemente caracterizado y muy bien construido de principio a fin y dolorosamente sincero y consecuente.

[La calidad de la obra es excelente, pero muy lamentablemente contiene un error netamente editorial y que sospecho viene del área publicitaria. Si bien nada tienen que ver las solapas y contraportadas de los libros con la calidad de estos, son decisivas cuando un lector X ó Y, se acerca para adquirir el libro en cualquier estantería. La editorial cometió la pretenciosa indiscreción de anunciar este libro, como el que hubiese escrito Cabrera Infante si fuese menos cubano ó Ricardo Piglia, si fuera menos inteligente ó José Donoso si fuera menos pituco chileno. No es abriendo con polémicas innecesarias que se ofrece un libro, al lector que desea ser atrapado por la historia. Y, por supuesto, esto perjudica directamente al autor, a quien son atribuidos los dichos e intenciones promocionales de un relacionista público o de un editor poco concentrado en su trabajo verdadero. Tirón de orejas para Random House.

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